/BOLETIN-CIUDADES DEL MERCOSUR/ URUGUAY: Colonia-Buenos Aires, la integración desigual

La pequeña ciudad uruguaya de Colonia, que en menos de una década estará probablemente unida por el puente más largo del planeta a la megalópolis argentina de Buenos Aires, busca preservar su identidad.

El tratado firmado entre Argentina y Uruguay en 1996 para llevar a cabo la obra, a estudio ahora de ambos parlamentos, implica la conexión terrestre entre una pequeña urbe provincial, Colonia, de 23.000 habitantes, con una gigantesca ciudad como la capital argentina, que con su periferia llega a los 11 millones.

"Es una experiencia única en el mundo de unión entre dos ciudades de tan diferente magnitud, pero ello no supone ningún riesgo para los colonienses, que tienen una identidad muy afianzada", comentó a fines de 1997 el ex alcalde de Colonia, luego fallecido, Carlos Moreira, gran defensor del megaproyecto.

Sin embargo, grupos sociales de la localidad uruguaya se oponen a la realización de la obra precisamente en razón de que afectaría "la esencia de una ciudad".

En 1996, la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) declaró al centro histórico de la ciudad Patrimonio de la Humanidad por estar entre los pocos vestigios de presencia colonial portuguesa en la América de habla hispana.

Fundada en el siglo XVI a orillas del Río de la Plata por Portugal, que pretendía con ese contrafuerte contener la expansión española en el área, Colonia del Sacramento es una ciudad tranquila que hasta ahora ha logrado conservar en su trama urbana típicas características portuguesas.

Sus calles empedradas y sinuosas, que se diferencian en su trazado del modelo del "damero" al estilo español, hacen de ella una localidad bien particular en el Cono Sur latinoamericano.

"Joyita" admirada de arquitectos y urbanistas locales, que en décadas pasadas realizaron obras para preservar los rasgos más notables de la ciudad, Colonia también ha desarrollado un sector de servicios para captar a visitantes extranjeros, esencialmente argentinos.

Desde los últimos años, es incluida cada vez más en los "paquetes" que ofrecen las agencias de viaje europeas o estadounidenses a los turistas que viajan al Cono Sur y especialmente a Buenos Aires.

Situada a menos de 10 minutos de avión de la capital argentina, Colonia del Sacramento se caracterizó siempre por "mirar" más hacia su cercana vecina del otro lado del Río de la Plata que a Montevideo, de la que dista unos 140 kilómetros.

El puerto de Colonia es uno de los más importantes de Uruguay, y por él ingresaron en 1998 unos 1,7 millones de turistas argentinos.

Atraídos por la paz de la ciudad, que les resulta más cercana que algunas localidades de su propia periferia, miles de habitantes de Buenos Aires eligen a Colonia para descansar el fin de semana.

Son también argentinos la mayor parte de los inversores que han ido comprando tierras en las zonas costeras de Colonia del Sacramento y de todo el departamento de Colonia, del que esa ciudad es capital.

Del otro lado del Río de la Plata procede igualmente el grueso de las empresas que han anunciado su intención de invertir en una serie de proyectos en la perspectiva de la construcción del puente binacional.

Entre esos planes figuran hoteles, la reconversión de la hoy derruida plaza de toros, en la que las lidias fueron suspendidas a principios de siglo, y la ampliación del puerto de embarcaciones deportivas.

La mayoría de esos proyectos todavía no se han concretado.

Quienes defienden la realización del puente aducen que creará cuantiosos empleos y "dinamizará" la actividad de la ciudad.

En cuanto al riesgo de "argentinización" de Colonia, señalan que ese fenómeno ya es realidad desde hace varias décadas y que se ha ido acentuando con la penetración de los canales de televisión por cable, cuya oferta es esencialmente argentina.

"El puente todavía no se ha concretado y Colonia ya ha sido penetrada por los argentinos", observó un asesor de la parte uruguaya de la Comisión Binacional del puente citado por el diario El País, de Montevideo.

"De todas maneras, los colonienses han comenzado a defenderse de los peligros que pueda representar una posible invasión en masa que pueda provenir de Argentina o de otros países, tomando medidas para preservar las características de la ciudad", agregó.

Entre esas medidas, la fuente mencionó la prohibición de construir edificios de gran altura en la franja costera y de "fraccionamientos en zonas que puedan ser de crecimiento urbanístico importante".

"Colonia no será nunca Punta del Este", comentó, aludiendo al lujoso balneario uruguayo ubicado en el otro extremo de la costa del Río de la Plata y caracterizado por sus grandes edificios, incluso sobre la zona costera.

Sondeos realizados entre la población de Colonia muestran que una mayoría es contraria a la realización de la obra.

Argumentan, por ejemplo, que el puente aparejará una sobrecarga demográfica en una ciudad muy pequeña, cuyos hoteles y restaurantes ya no dan abasto para contener la actual avalancha de turistas que llegan a ella.

Aseguran también que quienes promueven el proyecto no tuvieron en cuenta estudios ambientales realizados incluso por expertos internacionales y que la población de la ciudad nunca ha sido consultada por el gobierno central.

Grupos ecologistas argentinos y uruguayos reunidos en 1998 en Colonia estimaron que el puente binacional tendrá "más impactos negativos que positivos".

La obra, "como otras similares proyectadas en la región, es concebida en el marco de un modelo de desarrollo globalizador que nada tiene que ver con las necesidades locales, sino que responde a intereses especulativos de grupos específicos", aseguraron los ecologistas.

Además de consideraciones sobre los efectos negativos que la construcción del puente tendría sobre el curso y el lecho del Río de la Plata, los ambientalistas creen que, a la larga, el turismo hacia Colonia no se acrecentará, sino que caerá.

"En la actualidad, el departamento de Colonia atrae visitantes por ser muy apacible y un centro de patrimonio histórico muy importante, cosa que podría variar de concretarse la obra", alertaron.

En cuanto al argumento oficial de que el puente creará "muchos puestos de trabajo", señalaron que "nunca se dice cuántos y menos aún cuántos se van a perder".

"Lo único que dice el gobierno uruguayo es que tratará, en la medida de lo posible, de que los puestos de trabajo se distribuyan de manera equitativa entre argentinos y uruguayos, pero nada más", puntualizaron los ambientalistas.

Los adversarios del puente destacan asimismo los "costos excesivos de la obra", que insumirá al menos 800 millones de dólares.

Si bien ese costo será pagado por empresarios privados, a cambio de los derechos de cobro de peaje, la obra requerirá trabajos adicionales, de infraestructura, que deberán ser financiados con fondos públicos.

"Si de lo que se trata en realidad es de fomentar el transporte de cargas por vía terrestre entre Buenos Aires y Sao Paulo, a través de un corredor en Uruguay, algo que ni siquiera ha sido bien estudiado desde el punto de vista económico, que se diga", advirtieron integrantes de una comisión vecinal de Colonia. (FIN/IPS/dg/ff/dv if/99

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