Grupos terroristas de Estados Unidos incluyeron la lucha contra el aborto en su agenda, como lo demuestran los últimos atentados contra médicos y clínicas que realizan esa práctica.
Barnett Slepian, un médico que realizaba abortos, fue muerto a balazos frente a su familia a comienzos de este mes. La Agencia Federal de Investigaciones (FBI) sospecha que el victimario fue el militante contra el aborto James Charles Kopp.
El asesinato del médico de Rochester, Nueva York, ocurrió poco antes del Día de los Veteranos de Guerra (11 de noviembre), una fecha que los grupos autodenominados "pro-vida" escogieron para velar la muerte de los fetos abortados.
Slepian era judío -un sector a menudo blanco de organizaciones armadas extremistas- y su nombre y dirección aparecían en un sitio de Internet llamado Los Archivos de Nüremberg. Tras su asesinato, su nombre se muestra cruzado con una línea.
El FBI también busca a Eric Rudolph, sospechoso de instalar una bomba que detonó en Atlanta durante las Olimpíadas en 1996, de atentados con explosivos contra un bar de homosexuales en esa misma ciudad en 1997 y contra una clínica de abortos en Birmingham, Alabama.
En el ataque en Birmingham murió un guardia, y la bomba en Atlanta en 1996 mató a una persona e hirió a otras 100.
Un agente del FBI fue herido de bala el jueves en la sede central del operativo de captura de Rudolph, en Carolina del Norte.
El FBI cree que Rudolph se esconde en ese estado y que también está vinculado con varias cartas firmadas por el "Ejército de Dios" que se difundieron poco después de cada uno de esos ataques, expresando una oposición extrema al aborto y la homosexualidad.
El fundamentalismo cristiano y el extremismo antiaborto de Kopp y Rudolph son apoyados por gran parte de la extrema derecha.
Las pequeñas pero violentas milicias de extrema derecha incorporaron gradualmente las posturas antiaborto a sus reivindicaciones, que incluyen la oposición a los impuestos, a los derechos de los grupos minoritarios, a ciertas regulaciones y al "Nuevo Orden Mundial" de élites gubernamentales.
Acciones como las de Rudolph muestran "que hay un vínculo entre las milicias y los activistas en contra de la opción de abortar. En Carolina del Norte su posición tiene mucho apoyo", afirmó Chris Freeman, investigador sobre grupos armados informales del Centro para la Renovación Democrática, ubicado en Atlanta.
Los ataques violentos son rechazados por la mayoría de los oponentes al aborto, pero extremistas como Rudolph consiguieron que sus opiniones se difundieran ampliamente en medios de prensa locales y cuentan con muchos simpatizantes, sostuvo Freeman.
Aunque muchos grupos antiaborto se oponen a la violencia, igual se les asocia con los ataques. Kopp, por ejemplo, militó durante 10z años en la organización neoyorquina Cordero de Cristo, que realizó protestas impidiendo el acceso a clínicas donde se realizan abortos.
Este grupo niega cualquier vínculo con acciones violentas, pero activistas a favor de los derechos de la mujer sostienen que actividades como bloquear el acceso a clínicas y acosar a las mujeres que quieren interrumpir sus embarazos contribuyen al clima de hostilidad en torno al aborto.
"No es creíble decir que (estos grupos) no son parte de las actividades extremistas contra esas clínicas. Ellos son culpables de interferir con el acceso de las mujeres a las mismas", dijo al diario The New York Times Ann Glazier, de la Fundación de Planificación Familiar.
El uso de la violencia por parte de sectores extremistas perjudicó políticamente a los oponentes del aborto.
En las elecciones de la semana pasada fueron rechazadas una serie de propuestas para prohibir el aborto en embarazos avanzados mientras que varios candidatos "pro-vida", como el senador republicano Lauch Faircloth, de Carolina del Norte, perdieron sus escaños. (Fin/IPS/tra-en/fh/di-ml/ip/98