El bangladesí Ataur tenía 18 años cuando llegó a Estados Unidos sin documentos, en 1991. Trabajaba en dos lugares a la vez y ganaba unos 35 dólares diarios en total.
Una casa de vecindad de seis pisos, hecha de ladrillos, más la iglesia melquita St. George y una vivienda comunitaria muy necesitada de reparaciones son prácticamente todo lo que queda de una otrora próspera comunidad árabe-estadounidense en el centro de