Tres años antes de los Juegos Olímpicos de 2016, cientos de deportistas de esta ciudad brasileña que será su sede, fueron desalojados de la única pista pública de atletismo y llevan seis meses sin entrenar.
Brasil reavivó sus glorias futbolísticas al ganar la Copa FIFA Confederaciones, pero este deporte perdió consenso en la sociedad. Alegró a millones, pero también se hizo fuente de la indignación que incendió el país.
Los preparativos de Brasil para acoger varios megaencuentros deportivos ocultan la intervención autoritaria de los poderes públicos y la violación de los derechos humanos, en favor de grandes proyectos urbanísticos y de remodelación de estadios, denunció un estudio.