PORTLAND, Estados Unidos – ¿Volverán las bajas tasas de fecundidad al nivel de reemplazo de 2,1 nacimientos por mujer en el corto plazo? Una respuesta sencilla a esta pregunta demográfica crucial es: poco probable.
Una respuesta más detallada sobre las tasas de fecundidad futuras implica la compleja interacción de diversos factores económicos, sociales, de desarrollo, culturales y personales que influyen en los niveles de fecundidad.
Entre esos factores se encuentran la inseguridad económica, las presiones financieras, las tasas de matrimonio, las edades de maternidad, los niveles de mortalidad infantil, el uso de anticonceptivos, la educación superior, la participación en la fuerza laboral, las opciones de estilo de vida, los objetivos personales, las preocupaciones sobre el futuro y la posibilidad de encontrar una pareja adecuada para formar una familia.
En el pasado reciente, la tasa de fecundidad mundial disminuyó de manera significativa, pasando de 5,3 nacimientos por mujer en 1963 a 2,3 nacimientos por mujer en 2023.
Actualmente, más de la mitad de todos los países y territorios del mundo tienen una tasa de fecundidad inferior al nivel de reemplazo de 2,1 nacimientos por mujer. Entre estos países de baja fecundidad se encuentran las 10 mayores economías nacionales del mundo (Imagen 1).

En contraste con los países con tasas de fecundidad reducidas, los países del África subsahariana presentan tasas elevadas. En conjunto, estos países representan cerca de un tercio de los nacimientos anuales actuales del mundo, proporción que se prevé aumente hasta casi 40 % hacia mediados de siglo.
Actualmente, dos docenas de países del África subsahariana tienen tasas de fecundidad de cuatro o más nacimientos por mujer, y la mitad de ellos presenta tasas de cinco o más nacimientos por mujer. Algunos de estos países, como Chad, la República Democrática del Congo y Somalia, registran los niveles de fecundidad más altos del mundo, con alrededor de seis nacimientos por mujer (Imagen 2).

En los países con baja fecundidad, muchos adultos jóvenes optan por priorizar la seguridad económica antes que formar una familia. Este cambio de prioridades refleja la carga financiera que implican los gastos del hogar, como la vivienda, la alimentación, el transporte, el cuidado infantil y la educación.
Los costos anuales promedio de criar a un hijo pueden variar considerablemente de un país a otro debido a diferencias en los ingresos, las estructuras familiares, el costo de vida y los subsidios gubernamentales.

Sin embargo, las parejas suelen percibir la crianza de hijos como un desafío complejo y costoso, dadas las erogaciones vinculadas a la vivienda, la alimentación, el cuidado infantil y la educación.
Además del aumento en la edad a la que las parejas deciden casarse, se ha producido una disminución global de la maternidad temprana. En las regiones más desarrolladas y en muchos países menos desarrollados, como China y la India, la edad media de maternidad aumentó aproximadamente tres años desde 1995.
La disminución de los embarazos adolescentes también contribuyó a las bajas tasas de fecundidad en muchos países. Por ejemplo, entre 1994 y 2024, la tasa mundial de natalidad adolescente descendió de 74 a 38 nacimientos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años.
Además de postergar la maternidad, muchas mujeres están teniendo menos hijos, y un número significativo opta por no tener hijos en absoluto. Si bien las cifras varían según la región y la generación, los niveles de ausencia de hijos están aumentando, con aproximadamente 40 % o más de las mujeres a los 30 años en los países desarrollados que permanecen sin hijos.
El uso de métodos anticonceptivos es otro factor importante que contribuye a las bajas tasas de fecundidad. Existen diversas opciones anticonceptivas para prevenir embarazos no intencionales, incluidos métodos temporales o reversibles y permanentes.
A nivel mundial, se estimó que alrededor de la mitad de las mujeres en edad reproductiva en 2022 utilizaban anticonceptivos, y 90 % de ellas empleaban un método anticonceptivo moderno.
La educación superior y el aumento de la participación femenina en la fuerza laboral son otros dos factores que contribuyen a las bajas tasas de fecundidad. Estos factores incrementan los costos de oportunidad de la maternidad, fomentan el retraso del matrimonio y la maternidad, y desplazan las prioridades personales hacia la carrera profesional y el desarrollo individual.
En los últimos cincuenta años, la matrícula femenina en la educación superior aumentó en todo el mundo. Actualmente, las mujeres constituyen la mayoría del estudiantado universitario en 114 países, mientras que los hombres superan a las mujeres en 57 países. En cuanto a la obtención de títulos de grado, las mujeres han alcanzado la paridad con los hombres.
En muchos países de baja fecundidad, se registró un aumento notable del número de mujeres que se incorporan al mercado laboral. Esta tendencia es clara en las naciones más desarrolladas, donde el porcentaje de mujeres económicamente activas creció de manera significativa en tiempos recientes.
Por ejemplo, en España, la proporción de mujeres en la fuerza laboral se duplicó con creces en los últimos 50 años, pasando de alrededor de una de cada cuatro a más de la mitad.
Otro factor clave que contribuye a las bajas tasas de fecundidad es la marcada disminución mundial de la mortalidad infantil y en la niñez.
En los últimos 50 años, la tasa mundial de mortalidad infantil descendió de aproximadamente 90 muertes por cada 1000 nacimientos a 27 muertes, y la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años se redujo de 132 muertes por cada 1000 nacidos vivos a 36 muertes.
Como consecuencia de las bajas tasas de fecundidad, muchos países registran actualmente más muertes que nacimientos, lo que da lugar a tasas negativas de crecimiento poblacional. Estas tasas negativas sostenidas están conduciendo a la disminución de la población y al envejecimiento demográfico.
Los gobiernos de muchos países con baja fecundidad están implementando políticas, incentivos y programas pronatalistas para aumentar las tasas de natalidad.
Si bien estas políticas y programas pueden tener cierto éxito en incrementar ligeramente las bajas tasas de fecundidad, los datos históricos muestran que, una vez que una tasa de fecundidad cae por debajo del nivel de reemplazo, en particular hasta 1,5 nacimientos por mujer o menos, tiende a mantenerse baja.
Las proyecciones de población para los países con bajas tasas de fecundidad no prevén un retorno al nivel de reemplazo en el futuro cercano.
Se espera que la tasa de fecundidad mundial continúe disminuyendo a lo largo del siglo XXI. Para 2100, se proyecta que la tasa mundial de fecundidad se sitúe por debajo del nivel de reemplazo, en 1,8 nacimientos por mujer.
Las proyecciones de población elaboradas por los gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales asumen que las tasas de fecundidad se mantendrán por debajo del nivel de reemplazo. En consecuencia, se prevé que muchos países experimenten una disminución de la población hacia mediados de siglo (Imagen 3).

En 50 países y territorios, se espera que la inmigración contribuya a reducir la disminución proyectada de la población causada por las bajas tasas de fecundidad. Sin embargo, sin migración internacional, algunos países, como Canadá, Francia, el Reino Unido y Estados Unidos, también proyectan una disminución de su población para 2050.
Si bien muchos países atraviesan un debate demográfico en torno a la migración internacional, las proporciones de población nacida en el extranjero están alcanzando niveles récord. En la Unión Europea, por ejemplo, la proporción de población nacida en el extranjero es de alrededor de 14 %, un aumento significativo frente a 10 % en 2010.
De manera similar, en Estados Unidos, la proporción de población nacida en el extranjero se encuentra en un máximo histórico cercano a 16 %, varias veces superior al mínimo de 5 % registrado en 1970.
Además, en Canadá, la proporción de población nacida en el extranjero aumentó hasta un nivel récord cercano a una cuarta parte de su población, superando el récord previo de 22 % en 1921.
Australia también cuenta con una proporción significativa de población nacida en el extranjero, que alcanza casi un tercio de su población, especialmente en años recientes procedente de la India y China, sustancialmente por encima de 24 % en 2004.
Junto con la disminución de la población, y en muchos casos asociada al aumento de la inmigración, los países también están experimentando un envejecimiento demográfico. Las poblaciones jóvenes del pasado reciente están siendo reemplazadas por poblaciones mucho más envejecidas, con proporciones crecientes de personas en edad de jubilación.
Una vez más, al igual que ocurre con la disminución poblacional, las poblaciones proyectadas de muchos países hacia mediados de siglo serían aún más envejecidas sin la migración internacional (Imagen 4).

En síntesis, al considerar las tendencias globales recientes y los importantes factores económicos, sociales, de desarrollo, culturales y personales, parece poco probable que las actuales bajas tasas de fecundidad regresen al nivel de reemplazo en el corto plazo.
Como resultado, estos niveles de fecundidad persistentemente bajas están dando lugar a la disminución de la población, al envejecimiento demográfico y, en muchos casos, al políticamente controvertido aumento de la población nacida en el extranjero.
En lugar de esperar un retorno a la demografía del pasado reciente, los países deben reconocer la demografía probable del futuro y afrontar los numerosos desafíos que de ella se derivan.
Joseph Chamie es demógrafo y consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.
T: GM / ED: EG


