Millones de personas en riesgo en 2026 por ayuda internacional en mínimos

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, durante el encuentro de alto nivel en que se analizó la crítica situación para 2026 del Fondo Central de Respuesta a Emergencias, con mínimos históricos en sus recursos. Imagen: Mark Garten / ONU

NACIONES UNIDAS – 2025 ha sido un año especialmente turbulento para las operaciones de ayuda humanitaria, ya que los presupuestos mundiales de asistencia sufrieron descensos récord en la financiación.

A medida que los conflictos, los desastres medioambientales y las crisis económicas se intensifican y afectan de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables del mundo, los recursos disponibles en los fondos de emergencia mundiales son muy insuficientes para satisfacer las necesidades, que crecen rápidamente.

Y lo que es peor: para 2026, las agencias humanitarias prevén que aún más personas podrían quedarse sin apoyo crítico si las brechas de financiación continúan ampliándose y los presupuestos de ayuda siguen en mínimos históricos.

En respuesta a ello, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus socios hicieron un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que movilice un mayor apoyo a su Fondo Central de Respuesta a Emergencias (Cerf, en inglés), durante  un encuentro sobre la necesidad de reforzar el compromiso mundial de donaciones.

«El sistema humanitario se está quedando sin combustible, con millones de vidas en juego», afirmó el secretario general de la ONU, António Guterres. «Este es un momento en el que se nos pide que hagamos cada vez más con cada vez menos. Esto es simplemente insostenible», adujo durante el encuentro para conmemorar el 20 aniverario del establecimiento del Cerf, el 12 de diciembre.

Según las cifras de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (Ocha), la ONU se ha fijado el objetivo de salvar 87 millones de vidas el próximo año, lo que requerirá una financiación de aproximadamente 23 000 millones de dólares estadounidenses.

Además, la agencia pretende recaudar unos 33 000 millones de dólares para ayudar a 135 millones de personas en 50 países a través de 23 operaciones de ayuda nacionales, junto con seis operaciones adicionales dedicadas a los refugiados y los migrantes.

A pesar de la urgente necesidad mundial de aumentar el apoyo, la financiación de los llamamientos humanitarios ha disminuido más que nunca, y las contribuciones a los presupuestos se encuentran en los niveles más bajos registrados en décadas.

El llamamiento para 2025, que solicitaba 12 000 millones de dólares, llegó a unos 25 millones de personas menos que el año anterior.

La Ocha registró una multitud de consecuencias inmediatas en todo el mundo, entre ellas el agravamiento de la crisis mundial del hambre, la creciente tensión de los sistemas de salud hasta el punto de estar al borde del colapso, la erosión de programas educativos fundamentales y un golpe considerable a los servicios de protección de las comunidades desplazadas vulnerables que se enfrentan a conflictos armados prolongados.

En algunos contextos, la situación ha sido cada vez más peligrosa para los trabajadores humanitarios, con más de 320 muertos este año en lo que los funcionarios describen como un «desprecio absoluto de las leyes de la guerra».

«Así que, cuando se nos necesita con toda nuestra fuerza, las luces de alarma están encendidas», dijo Tom Fletcher, subsecretario general de Asuntos Humanitarios y coordinador de Ayuda de Emergencia de las Naciones Unidas.

El funcionario remarcó que «no se trata solo de un déficit de financiación, es una emergencia operativa. Y si el Cerf flaquea, entonces flaquearán los servicios de emergencia del mundo. Y las personas que dependen de nosotros sufrirán».

Ante la escasez desesperada de recursos, la ONU y sus socios se han visto obligados a reducir ciertos servicios vitales para dar prioridad a otros, lo que ha dejado las crisis humanitarias urgentes con una financiación muy insuficiente.

Debido a estas asignaciones estratégicas, la ONU se ha visto en gran medida incapaz de ayudar a numerosas comunidades desplazadas que huyen del conflicto en Darfur, una región de Sudán, descrito como «el epicentro del sufrimiento humano».

«Como han oído y saben, los brutales recortes que estamos sufriendo nos han obligado a tomar decisiones brutales, una selección despiadada de la supervivencia humana», añadió Fletcher. «Esto es lo que significa anteponer el poder a la solidaridad y la compasión», acotó.

Los funcionarios de la ONU también subrayaron la extrema importancia del Cerf, ya que el fondo ha actuado como un salvavidas para las comunidades vulnerables de todo el mundo durante décadas, proporcionando más de 10 000 millones de dólares en ayuda a más de 110 países desde 2006.

Gracias a estos esfuerzos, el Cerf ha actuado como una fuente de financiación «rápida y estratégica» que ha llegado a los civiles en dificultades antes que otras fuentes, salvando innumerables vidas.

Según Guterres, «en muchos lugares, el Cerf ha marcado la diferencia entre una ayuda que salva vidas y la ausencia total de ayuda».

A principios de este año, cuando se permitió reanudar las operaciones humanitarias en la Franja de Gaza, el Cerf ayudó a suministrar combustible vital a los hospitales, a restablecer los sistemas de agua y saneamiento y a reforzar otros servicios esenciales para salvar vidas.

En 2025, el Cerf invirtió casi 212 millones de dólares para mantener las iniciativas de socorro en crisis con financiación insuficiente.

Las Naciones Unidas también anunciaron una asignación adicional de 100 millones de dólares para satisfacer necesidades críticas, incluidas las de las mujeres y las niñas, en crisis graves en Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Malí, Haití, Myanmar, Mozambique y Siria, entre otros en crisis humanitaria.

Hasta la fecha, el Cerf ha prestado apoyo a millones de personas en 30 países y territorios mediante una asignación total de 435 millones de dólares.

Estos fondos han garantizado la ampliación de las iniciativas humanitarias en Gaza tras la aplicación del alto el fuego y han proporcionado asistencia esencial a las personas que huyen del conflicto armado en Darfur.

Estas iniciativas del Cerf consolidan el núcleo del «reinicio humanitario» que las Naciones Unidas prevén para 2026.

«Y por eso es importante el reinicio humanitario: no es un eslogan, sino un reto para todos nosotros», dijo Fletcher.

Se trata, añadió, de «una misión, pero también una estrategia de supervivencia para el trabajo que hacemos y para tanta gente».

«Se trata de ser más inteligentes, más rápidos, más cercanos a las comunidades a las que servimos, más honestos sobre las difíciles concesiones a las que nos enfrentamos. Hacer que cada dólar cuente para aquellos a quienes servimos», consideró.

El mayor plan de respuesta humanitaria individual de la ONU en 2026 se centrará en los territorios palestinos ocupados, que requieren aproximadamente 4100 millones de dólares para ayudar a unos tres millones de personas que han sufrido niveles catastróficos de violencia y destrucción.

Otras iniciativas de respuesta se centrarán en Sudán, la mayor crisis de desplazamiento del mundo, que requiere 2900 millones de dólares para ayudar a 20 millones de personas, y en Siria, que requiere 2800 millones de dólares para ayudar a 8,6 millones de personas.

Dado que la financiación del Cerf se encuentra en su nivel más bajo en más de una década, la ONU busca alcanzar un objetivo de financiación de 1000 millones de dólares y comenzará a solicitar el apoyo de sus Estados miembros.

También se insta a los países a que utilicen su influencia para reforzar las medidas de protección de la población civil y los trabajadores humanitarios, así como para reforzar los mecanismos de rendición de cuentas de los autores de actos de violencia armada.

«Tenemos que imaginar, incluso ahora, en este momento difícil para la financiación humanitaria, cómo podrían ser los próximos 20 años con un Cerf totalmente financiado», dijo Fletcher.

Se trata, remarcó, de impulsar «un fondo que haga a la ONU más rápida, más inteligente, más rentable, más ecológica, más anticipatoria, más inclusiva».

También, adujo, de promover «un fondo que amplifique las voces de las comunidades y demuestre que la solidaridad sigue funcionando. Respaldado por un movimiento de ciudadanos que creen en esa solidaridad».

T: MF / ED: EG

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