KAMVIVIRA, RDC – Fulgence Ndayizeye, un taxista de Burundi que solía cruzar la frontera entre la República Democrátifa del Congo (RDC) y su país todos los días para mantener a su familia, solo quería volver a casa.
Él y más de 500 burundeses, entre mujeres, hombres y niños, que se encontraban atrapados en Uvira, en la frontera entre la RDC y Ruanda, pudieron finalmente regresar a su país el 14 de diciembre, gracias a una medida de los rebeldes del M23-Alianza del Río Congo (AFC).
Todos habían quedado bloqueados en la RDC debido a una ofensiva rebelde del M23 que había tomado la ciudad unos días antes.
Según Human Rights Watch, las fuerzas del M23 y de Ruanda entraron en Uvira el 9 de diciembre, tras una semana de combates que expulsaron a las fuerzas militares congoleñas y burundesas y a una coalición de milicias conocida como Wazalendo.
«Vamos a casa para reunirnos con nuestras familias. No he comido en varios días porque he gastado todo mi dinero. Estar atrapado en un país que no es el mío durante un periodo de guerra me está matando poco a poco. Estoy encantado de volver a casa», dijo Ndayizeye.
Esta última incursión contribuyó a que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas prorrogara por unanimidad el 19 de diciembre el mandato de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (Monusco), a pesar de los dos recientes acuerdos de paz.
Al ocupar Uvira, los rebeldes bloquearon todo el apoyo logístico y militar de Burundi al ejército congoleño. Los rebeldes controlan ahora las fronteras de la RDC con Ruanda, Uganda y, ahora, Burundi.
Desde la conquista de Uvira, el grupo armado ha estado recogiendo armas para evitar que caigan en manos de los milicianos, reforzando la seguridad en Uvira y sus alrededores y trasladando a los burundeses de vuelta a su país de origen.
El subsecretario general de Operaciones de Paz de las Naciones Unidas, Jean-Pierre Lacroix, expresó el 12 de diciembre su profunda preocupación por la ocupación de Uvira por parte del M23, que aumentaba considerablemente el riesgo de una conflagración regional.
Afirmó que la ocupación socavaba los esfuerzos diplomáticos, incluidos el Acuerdo de Washington firmado el 4 de diciembre y el Acuerdo Marco de Doha, en el que la República Democrática del Congo y el M23-AFC firmaron un acuerdo el 14 de octubre, para establecer un mecanismo conjunto de supervisión y verificación del alto el fuego.
«Los recientes acontecimientos en Kivu del Sur (provincia) ilustran de manera innegable la brecha que existe entre los esfuerzos diplomáticos y la realidad que viven los civiles afectados por las hostilidades persistentes», declaró Lacroix en una reunión del Consejo de Seguridad celebrada el 12 de diciembre.
«Si bien los recientes avances diplomáticos han generado una esperanza genuina, las persistentes violaciones del alto el fuego y la reanudación de las hostilidades plantean un riesgo real de colapso de los esfuerzos diplomáticos en curso», añadió.
A su juicio, «la creciente brecha entre los compromisos políticos y su aplicación efectiva sobre el terreno socava la credibilidad de los procesos de paz, debilita la confianza entre las partes y alimenta la sensación de abandono que sienten los civiles sin medidas concretas e inmediatas para garantizar el cumplimiento de los compromisos acordados».
Advirtió que la dinámica del conflicto puede cerrar la puerta al diálogo.
El 19 de diciembre, el embajador Jérôme Bonnafont, redactor de la resolución 2808 (2025), que prorroga el mandato de la Monusco hasta diciembre de 2026, dijo que «a la luz de la gravedad y la urgencia de la situación, y tras esta resolución, Francia exhorta a todas las partes a que cumplan sus compromisos para lograr una paz duradera en el este de la República Democrática del Congo y en la región de los Grandes Lagos».
Estados Unidos instó al M23, apoyado por las Fuerzas de Defensa de Ruanda, a que cumpliera el marco de Doha y se retirara al menos 75 kilómetros de Uvira.
Jennifer Locetta, embajadora y representante alternativa para Asuntos Políticos Especiales en representación de los Estados Unidos, dijo que las negociaciones se vieron «una vez más interrumpidas» por los avances del M23, respaldado por las Fuerzas de Defensa de Ruanda, e instó al grupo a cumplir sus compromisos en virtud del marco de Doha.
«El M23 debe retirarse inmediatamente al menos 75 kilómetros de Uvira y volver a cumplir todas las obligaciones contraídas en el Acuerdo Marco», insistió.
Para los burundeses varados, en su mayoría trabajadores que sobreviven con su jornal diario y que cruzan regularmente la frontera en Kamvivira, entre la RDC y Burundi, para trabajar en la RDC, fue un alivio poder regresar a sus hogares.
Su situación dio un giro preocupante a principios de diciembre, cuando se intensificó la violencia armada en la llanura de Ruzizi, en Kivu del Sur, tras los combates entre el ejército congoleño y el M23, por un lado, y entre las milicias pro Kinshasa y el ejército congoleño, por otro.
Los rebeldes del M23 afirman que respondían a los ataques del ejército congoleño contra sus posiciones y zonas densamente pobladas, mientras que el ejército congoleño acusó al grupo armado de violar todos los acuerdos de paz destinados a poner fin a los combates en el este del país.
«Los acuerdos de Washington no nos conciernen en absoluto. Es un asunto entre dos Estados, la República Democrática del Congo y Ruanda. Nosotros, como M23, somos congoleños y tenemos reivindicaciones legítimas que se están debatiendo en Doha, Qatar, con delegados de Kinshasa», afirma Bertrand Bisimwa, líder político de la coalición político-militar M23-AFC.
Según la ONU, los recientes combates han provocado la huida de más de 84 000 personas a Burundi desde principios de diciembre. Esto eleva el número total de refugiados y solicitantes de asilo congoleños en Burundi a más de 200 000.
«Los recursos locales están desbordados. Los centros de tránsito y los asentamientos informales, donde se acoge a los recién llegados, han superado con creces su capacidad, en algunos casos en casi un 200 %, lo que ha dejado a cientos de familias en condiciones insostenibles», declaró Stéphane Dujarric, portavoz de la ONU, en su comparecencia en Nueva York el 19 de diciembre.
Destacó que el Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) está buscando 47 millones de dólares para los próximos cuatro meses con el fin de ayudar a 500 000 desplazados internos en la República Democrática del Congo y a casi 166 000 refugiados en Burundi, Ruanda y otros países vecinos donde hombres, mujeres y niños congoleños han buscado refugio.
A medida que la situación de seguridad empeoraba en la ciudad de Uvira, en la provincia de Kivu del Sur, en el este de la República Democrática del Congo, los jornaleros se vieron atrapados en la frontera entre la República Democrática del Congo y Burundi.
El grupo político-militar M23-AFC organizó una operación de repatriación para los civiles el domingo 14 de diciembre de 2025, a pesar del cierre oficial de la frontera por parte de Burundi.
«En AFC-M23, fomentamos la libre circulación de personas y sus bienes. Esta es una de nuestras políticas prioritarias. Instamos al Gobierno de Burundi a que abra la frontera y permita a las personas circular libremente. No tenemos ningún problema con el pueblo burundés», afirmó Lawrence Kanyuka, portavoz de la coalición militar M23-AFC.
Añadió que su grupo no cerró la frontera y que ese bloqueo fue «unilateral» por parte del gobierno de Burundi.
Impacientes, los burundeses se reunían cada día cerca de la frontera, bajo la estrecha vigilancia de la AFC-M23, con la esperanza de que se abriera la frontera para poder regresar a su país.
Burundi es un aliado clave del gobierno congoleño en la lucha contra los combatientes del M23, que, según varios informes de la ONU y de Estados Unidos, cuentan con el apoyo de Ruanda. Ruanda y el M23-AFC rechazan estas acusaciones por considerarlas infundadas.
Para Ruanda y el M23, la crisis que sacude la parte oriental de la RDC es principalmente entre congoleños y, por lo tanto, requiere soluciones congoleñas.
En tiempos de paz, la ciudad de Uvira sobrevive gracias a los intercambios económicos con Gatumba, una ciudad burundesa situada a unos seis kilómetros de distancia.
Con la toma de Uvira, el gobierno burundés cerró su frontera con la RDC por razones de seguridad, mientras que los rebeldes afirman no tener «reivindicaciones territoriales» sobre Burundi, al que describen como «país hermano» y «vecino eterno» de la RDC.
«Cuando estallaron los combates aquí, intenté llegar a la frontera. Me dijeron que la frontera estaba cerrada. Llevo cuatro días aquí, en la frontera, esperando para cruzar a nuestro país», dijo a IPS David Ntakarutimana, un albañil burundés que trabajaba en la RDC.
«Mis jefes han huido y yo me he quedado sin trabajo. No tengo motivos para quedarme. Estoy deseando volver a mi casa en Burundi», aseguró poco antes de que fuera uno de los que finalmente pudo hacerlo.
T: MF / ED: EG


