ABUJA – El 20 de noviembre de 2025, un tribunal nigeriano de la capital, Abuja, condenó al líder separatista Nnamdi Kanu a cadena perpetua tras declararlo culpable de terrorismo y varios delitos relacionados, poniendo fin a una batalla legal que se prolongó durante una década.
Kanu, fundador del proscrito Pueblo Indígena de Biafra (Ipob), lideró la reivindicación de un Estado independiente de Biafra en el sureste de Nigeria, una demanda que viola la Constitución de este país de África occidental y que ya condujo al país a una guerra civil interna entre 1967 y 1970, cuando el territorio proclamó su independencia.
El grupo también ha sido acusado de orquestar ataques mortales contra personal de seguridad y civiles.
Kanu fue detenido por primera vez en 2015, se le concedió la libertad bajo fianza, pero huyó tras una redada mortal en su domicilio en 2017. En 2021, fue detenido en Kenia y extraditado a Nigeria, donde permaneció encarcelado.
Ahora, la fiscalía había solicitado la pena de muerte, pero el juez presidente rechazó la petición, señalando que la pena capital es cada vez más «mal vista».
A lo largo del juicio, Kanu insistió en su inocencia y cuestionó la jurisdicción del tribunal. Anteriormente había despedido a su equipo de abogados y más tarde se negó a defenderse a sí mismo. Estuvo ausente durante el veredicto tras ser expulsado por comportamiento.

La búsqueda de Biafra
La sentencia de Kanu ha suscitado un debate en Nigeria. Algunos de sus partidarios han pedido su liberación o amnistía, argumentando que su campaña se deriva de antiguos agravios políticos y económicos entre el pueblo igbo, un importante grupo étnico concentrado en el sureste del país.
Otros sugieren que su cadena perpetua refleja percepciones de sesgo étnico, señalando que los militantes de otras regiones a veces han recibido sentencias más leves o amnistía.
Los mensajes de Kanu a través de su radio en línea resonaron en muchos igbos, una etnia propia del sudeste nigeriano, cuyo intento de 1967 de establecer una República de Biafra, fue violentamente reprimido en una guerra civil de tres años que causó la muerte de más de un millón de personas.
Desde entonces, muchos igbos han seguido sintiéndose marginados política y económicamente. El desarrollo de las infraestructuras en la región se ha retrasado, la financiación federal ha sido limitada y ningún igbo ha ocupado la presidencia o la vicepresidencia de Nigeria desde el retorno a la democracia en 1999.
Sin embargo, los críticos tachan las tácticas de Kanu, acusándolo de promover la violencia para difundir su mensaje y de atacar a quienes no se alinean con la ideología del Ipob.
Pero diferentes analistas dijeron a IPS que el Ipob solo se volvió violento tras la sangrienta represión del grupo por parte del gobierno nigeriano, que no atendió las preocupaciones del grupo.
Fundado en 2012, el Ipob adoptó inicialmente métodos pacíficos, como reunir a sus seguidores, organizar protestas y llamar al boicot electoral. Sin embargo, el gobierno consideró la creciente influencia de Kanu como una amenaza y respondió con tácticas de mano dura.
Según Amnistía Internacional, más de 150 simpatizantes de Biafra fueron asesinados extrajudicialmente entre 2015 y 2016. Muchos otros han sido detenidos y se desconoce su paradero.
La represión obligó al Ipob a adoptar una estrategia más conflictiva. En 2015, Kanu comenzó a pedir armas, utilizando emisiones incendiarias para difundir el odio y la desinformación.
En 2020, el líder de igbos creó una milicia, la Red de Seguridad del Este (ESN), afirmando que protegería a los habitantes del sureste de los ataques de los pastores y los yihadistas.
Sin embargo, el grupo se vio rápidamente envuelto en violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad nigerianas y comenzó a atacar a civiles para afirmar su dominio en la región.
En febrero de 2021, el Ipob anunció que había comenzado la segunda guerra de Biafra.
La violencia resultante devastó la economía del sureste, agravando la inseguridad. Entre 2020 y 2021, más de 164 instalaciones policiales fueron destruidas y 175 agentes fueron asesinados.
Amnistía Internacional informa de que al menos 1844 personas fueron asesinadas en el sureste de Nigeria entre 2021 y 2023 debido a la creciente inseguridad en la región.
Una de las víctimas es Chinedu Obiora, de 28 años, que sigue atormentado por la desaparición de su padre, un líder tradicional secuestrado durante una redada en el recinto familiar en Orsu, en el sureste de Nigeria, en noviembre de 2022.
Combatientes secesionistas armados irrumpieron en el recinto antes del amanecer y dispararon al aire mientras se llevaban a su padre, que se había pronunciado abiertamente contra la violencia en la región.
«Lo vimos desde nuestras ventanas, demasiado aterrorizados para hacer nada. En cuestión de minutos, se llevaron a mi padre y no hemos sabido nada de él desde entonces», recordó Obiora, que describe cómo los militantes han establecido un gobierno paralelo en las zonas rurales, manteniendo el control mediante el miedo y la violencia.
«Mi padre no fue la única víctima. Algunos aldeanos fueron decapitados y sus cuerpos quedaron abandonados en la plaza del mercado. Es una realidad brutal. Algunos de estos atacantes invaden las casas, violan a las mujeres delante de sus familias y luego disparan a los hombres», denunció.
Dengiyefa Angalapu, analista de investigación del Centro para la Democracia y el Desarrollo, sostiene que, aunque algunos consideran que la condena de Kanu es un duro golpe para la agitación en Biafra y un revés para los grupos armados, ignorar las cuestiones más profundas que impulsan los movimientos separatistas corre el riesgo de allanar el camino para que surjan nuevos líderes y facciones.
Señaló que los movimientos pro-Biafra existían mucho antes que el Ipob y advirtió que las duras medidas represivas del gobierno pueden suprimir temporalmente a un grupo, pero rara vez resuelven los agravios subyacentes, lo que a menudo conduce al surgimiento de nuevos movimientos.
«Si se condena a Nnamdi Kanu a cadena perpetua, inevitablemente surgirá otro Nnamdi Kanu, porque los agravios que lo originaron siguen siendo potentes y sin resolver. En mi opinión, condenarlo a cadena perpetua no pondrá fin a la agitación; lo que realmente marcará la diferencia es abordar las causas profundas del conflicto», aseguró.
A su juicio, «la pregunta que debemos hacernos es por qué el mensaje de Nnamdi Kanu resuena en tanta gente y cómo ha sido capaz de reunir a tantos seguidores».
«Si profundizamos, descubrimos que los mensajes de marginación, desigualdad y ausencia de justicia transicional tras la guerra de Biafra siguen siendo muy potentes en el sureste. Si no se abordan estas cuestiones, es solo cuestión de tiempo que resurja otro grupo más peligroso con una forma diferente», analizó Angalapu.
El manual de Boko Haram
La opinión de Angalapu es compartida por muchos observadores que advierten que una sentencia judicial por sí sola no puede poner fin al movimiento separatista de Biafra, y señalan a Boko Haram como ejemplo.
Después de que su fundador, Mohammed Yusuf, fuera asesinado bajo custodia policial en 2009, el grupo se volvió más extremista bajo el liderazgo de Abubakar Shekau, adoptó una ideología más dura, militarizó sus operaciones y, finalmente, se dividió en facciones aún más letales.
Kunle Adebajo, antiguo editor de HumAngle, una de las principales plataformas de información sobre conflictos de África, teme que el Ipob pueda seguir una trayectoria similar.
Señala que el grupo ha crecido más allá de un movimiento centrado en un solo hombre, construyendo una estructura que ahora se extiende más allá de las fronteras de Nigeria. Le preocupa que, incluso después de la detención de Kanu, se hayan formado nuevas facciones, reforzadas por la financiación de la diáspora utilizada para comprar armas.
«El IPOB tiene miles de miembros leales en todo el mundo, y creo que la única forma de incapacitar realmente al grupo es que Nigeria coopere y trabaje con los gobiernos de los países donde son más fuertes», dijo Adebajo.
Para el especialista en conflictos africanos, «hay que centrarse en atacar sus finanzas y garantizar que aquellos identificados como impulsores de la violencia armada en Nigeria se enfrenten a la justicia en esos países».
«De lo contrario, seguiremos viendo casos en los que el máximo líder es detenido, condenado y encarcelado, solo para que otros se levanten e intenten tomar el mando, obsesionados con la injusticia percibida de sus ídolos, a quienes creen que el Gobierno ha tratado injustamente», vaticinó Adebajo.
En el sureste, algunos residentes que se oponen al movimiento separatista de Biafra esperan que la condena de Kanu al menos reduzca la moral de los combatientes secesionistas, cuyas acciones han provocado intensas operaciones militares en toda la región.
La zona está ahora fuertemente militarizada y las fuerzas de seguridad han sido criticadas por realizar redadas en aldeas, elaborar perfiles y, supuestamente, torturar o matar a civiles igbo, incluidos aquellos que no están afiliados a la causa biafreña. Las fuerzas armadas nigerianas niegan estas acusaciones.
Desde finales de 2022, Ifeoma Chinedu, de Awomamma, en el sureste de Nigeria, ha estado recaudando fondos para reconstruir su negocio después de que unos soldados, en venganza por la muerte de un compañero a manos de separatistas armados a pocos metros de su casa, incendiaran su tienda.
«Irrumpieron en mi recinto con un camión cisterna blindado. Me acusaron de esconder a los hombres que mataron al soldado. Amenazaron con quemar mi casa.
Les supliqué entre lágrimas, diciéndoles que no apoyaba a Biafra. Sin que yo lo supiera, ya habían incendiado mi tienda. Perdí millones de nairas en refrescos», recordó.
Pero algunos siguen creyendo que el sueño de Biafra debe hacerse realidad.
Ikenga Ebuka, un comerciante de 30 años, es uno de ellos. A pesar de la escalada de violencia, cree que Biafra es la única forma de que los igbos alcancen su pleno potencial en África.
«Biafra es la única esperanza para nuestro futuro», afirmó Ebuka, que dice buscar justicia para los fallecidos durante la guerra civil y para los muchos jóvenes asesinados por las fuerzas de seguridad en el sureste. «Amo a Nnamdi Kanu y estoy dispuesto a luchar por Biafra si llega el momento», anticipó.
T: MF / ED: EG


