NAIROBI – Los agricultores ahora pueden conocer y beneficiarse de su contribución al cambio climático gracias a una fórmula que se puede utilizar para calcular la cantidad de carbono almacenado en los árboles frutales, como muestra una iniciativa desarrollada en Kenia.
En un proyecto denominado «Árboles frutales para la mitigación y adaptación al cambio climático en África Oriental», la Universidad de Agricultura y Tecnología Jomo Kenyatta (Jkuat), en colaboración con el Instituto Internacional de Agroforestería (Icraf, en inglés), desarrolló una fórmula matemática que permite a los agricultores calcular y determinar la cantidad de carbono que almacenan sus árboles frutales.
La fórmula implica el uso de ecuaciones alométricas, mediante las cuales el agricultor introduce el diámetro del árbol para obtener su biomasa, que luego se utiliza para determinar la cantidad de carbono que contiene.
El objetivo de este proyecto es animar a los agricultores a plantar más árboles frutales para promover la mitigación del cambio climático.
La fórmula se centra principalmente en los árboles de aguacate y mango, que son los tipos de árboles frutales más comunes cultivados por los agricultores que practican la agrosilvicultura en Kenia.
Tradicionalmente, había que talar los árboles para determinar la cantidad de carbono que contenían. Ahora, los agricultores pueden evaluar la cantidad de carbono almacenada en un árbol simplemente tomando medidas y haciendo un pequeño cálculo, en lugar de talarlo.
Con este conocimiento, los agricultores pueden mantenerse informados sobre su contribución al cambio climático mientras mantienen su medio de vida, lo que también les ayudará a negociar adecuadamente los créditos de carbono en el mercado de comercio de carbono, en rápido crecimiento.
Tierras agrícolas necesarias para el control del cambio climático
Según Shem Kuyah, el investigador responsable de la fórmula, la captura de carbono se realiza principalmente en los bosques, pero el aumento de la población humana ha dado lugar a actividades humanas que causan continuamente la destrucción y la disminución de los bosques.
Como resultado, se hizo urgente la necesidad de encontrar otras alternativas para la absorción de carbono, y las tierras agrícolas se consideraron una alternativa de conservación a través de la agrosilvicultura.
Kuyah es profesor en la Jkuat, en el departamento de agrosilvicultura.
«Uno de los principales objetivos del proyecto es formar y concienciar a los agricultores sobre la importancia de plantar árboles para el control del clima», afirmó Kuyah a IPS.
Anteriormente, la contribución al secuestro de carbono y a la mitigación del cambio climático se asociaba principalmente a los bosques.
«Sin embargo, con el aumento de la población humana, las reservas forestales comenzaron a disminuir, a pesar de la necesidad de más árboles para combatir el cambio climático. Por lo tanto, se consideró que las tierras agrícolas podían proporcionar espacio para plantar más árboles mediante la agrosilvicultura», explicó Kuyah.
Los agricultores dependen de sus tierras y cultivos para obtener ingresos, por lo que el proyecto tenía que promover la agrosilvicultura teniendo en cuenta los árboles más beneficiosos desde el punto de vista económico.
«Descubrimos que los agricultores preferían plantar árboles frutales y que los mangos y los aguacates eran las especies arbóreas más comunes», afirmó.
Beneficiarse del comercio de carbono igual a plantar más árboles frutales
Dada la importancia de los árboles frutales para el sustento de los agricultores, este proyecto no solo les dio una razón para cultivar árboles frutales para controlar el cambio climático, sino que también les proporcionó un incentivo financiero adicional: aprovechar el comercio de créditos de carbono.
Los créditos de carbono son certificados negociables en los que un crédito de carbono representa una tonelada métrica de CO₂ (u otro gas de efecto invernadero equivalente) reducida o eliminada de la atmósfera.
Permiten a las empresas y gobiernos altamente contaminantes compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero financiando proyectos que reducen o eliminan la contaminación, como iniciativas de reforestación o de energía renovable.
Más allá de su impacto climático, estos proyectos suelen aportar beneficios adicionales, como el empoderamiento de las comunidades, la protección de la biodiversidad o la mejora de la salud pública.
«Tenemos dos fórmulas que se utilizan para determinar la cantidad de carbono en los árboles. La fórmula general, que se puede aplicar a cualquier tipo de árbol, y la fórmula específica para cada especie, desarrollada para satisfacer las necesidades de los agricultores, determinan la cantidad de carbono en los árboles frutales», dijo Kuyah.
Esta última, precisó, «es más precisa en la cuantificación del carbono, ya que solo permite un error marginal (alrededor de 5 %) en comparación con la fórmula general (hasta un 40 % de error)».
Dado que los agricultores pueden determinar la cantidad de carbono sin talar sus árboles, la fórmula les anima a plantar más árboles frutales, lo que beneficia su sustento a través del comercio de créditos de carbono y contribuye a la mitigación del cambio climático.
Acuerdos de la COP30
El hecho de que las plantas sean la principal fuente de sustento de los agricultores convierte este proyecto en un activo importante para la mitigación del cambio climático, especialmente ahora, en un momento en el que las naciones parecen discrepar sobre las medidas de control del clima.
Han pasado diez años desde el Acuerdo de París de 2015, cuyo objetivo era limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados, con 2 grados como máximo absoluto, lograr emisiones netas de carbono cero a mediados de siglo y proporcionar apoyo económico a los países vulnerables al cambio climático.
Sin embargo, la financiación de esta iniciativa sigue siendo un reto.
Muchos países no han cumplido sus objetivos y, según la Organización Meteorológica Mundial, las emisiones de carbono alcanzarán un máximo histórico en 2024.
Los líderes mundiales aún no han llegado a un acuerdo amistoso sobre el camino a seguir en cuanto a las medidas y han puesto un énfasis considerable en encontrar formas de financiar la mitigación.
En la 30 Conferencia de las Partes (COP3) sobre cambio climático, celebrada en la ciudad brasileña de Belém en noviembre, se anunció la plena puesta en marcha del Mecanismo de Créditos del Acuerdo de París (PACM, en inglés), que regula los mercados de carbono.
Además, la Coalición para el Crecimiento de los Mercados de Carbono, lanzada en septiembre por los copresidentes de Singapur, el Reino Unido y Kenia, recibió el respaldo de 11 países y el apoyo de otros más durante las deliberaciones en Belém.
Los objetivos declarados de la coalición son armonizar, integrar y estandarizar dichos mercados para movilizar una mayor financiación para una acción climática más rápida y proporcionar un conjunto coherente de principios y salvaguardias requeridos por las empresas.
¿Cómo se beneficiarán los agricultores de árboles frutales?
El proyecto de Jkuat no solo aborda las medidas contra el cambio climático, sino que también fomenta la participación pública y la educación mediante la formación de los agricultores.
Desde que Kenia se unió al comercio de créditos de carbono en 2023, varios agricultores y propietarios de tierras se han quejado de haber sido estafados o de no haber recibido una compensación adecuada por su contribución a la reducción de carbono.
En un documental reciente, Carbon Contract, realizado por un medio de comunicación local de Kenia, los habitantes del noreste del país se quejaban de que solo recibían 20 % de la venta total de carbono de sus tierras, como parte de un acuerdo que preveía que un proyecto de compensación de carbono utilizara sus tierras durante un máximo de 30 años.
Los participantes se quejaban de la falta de transparencia del proyecto.
Sin embargo, el proyecto de «Árboles frutales para la mitigación y adaptación al cambio climático en África Oriental» tiene entre sus objetivos formar a las organizaciones cooperativas de ahorro y crédito de los agricultores y a los agentes de extensión sobre cómo utilizar la fórmula para calcular la cantidad de carbono de sus árboles.
Esa formación les da una ventaja a la hora de negociar los créditos de carbono.
La formación también incluye la comprensión de qué es el comercio de carbono y cómo funciona.
«Nuestra fórmula puede ayudar a los agricultores a negociar los créditos de carbono desde un punto de vista consciente», explicó Kuyah.
Destacó que «con una simple cinta métrica y una calculadora, los agricultores pueden determinar el valor de carbono de sus árboles, de modo que cuando se les acerquen programas relacionados con el comercio de créditos de carbono, sabrán exactamente cuánto deben recibir».
«También intentamos que nuestra fórmula fuera lo más fácil de entender posible para los agricultores, pidiéndoles solo que midieran el diámetro del árbol y lo utilizaran para calcular la cantidad de carbono con una calculadora», detalló.
«Estamos desarrollando una aplicación/interfaz que generará automáticamente la cantidad de carbono después de que el agricultor introduzca la especie y el diámetro del árbol. Actualmente, les hemos proporcionado una plataforma Excel que realiza los cálculos», amplió Kuyah.
El programa de formación para agricultores llevado a cabo por la Jkuat y el Icraf puede ser, por lo tanto, una de las muchas soluciones al cambio climático que se buscaron en Belém, durante la cumbre climática, la COP30, desarrollada entre el 10 y el 22 de noviembre.
T: MF / ED: EG


