Reparto de poder entre los “boomers” y la generación Z

Sesión titulada “Movimientos juveniles y futuros democráticos en el sur de Asia” en la Semana Internacional de la Sociedad Civil, celebrada en la Universidad Thammasat de Bangkok. Imagen: Zofeen Ebrahim / IPS

BANGKOK – El mensaje es claro: la juventud actual no es indecisa. Los jóvenes no solo son el futuro, sino también el presente, partícipes plenos en su construcción, y el «poder compartido» es el nuevo lema. A los activistas veteranos se les recuerda no solo que escuchen, sino que comprendan y dejen de lado sus egos.

Estas fueron algunas de las muchas conclusiones relevantes de la Semana Internacional de la Sociedad Civil, de cinco días, celebrada en la Universidad Thammasat de Bangkok.

Sin embargo, tras la retórica optimista, subyacía un ambiente diferente. Muchos jóvenes participantes parecían desanimados, sintiéndose defraudados por sus mayores: empoderados de palabra, pero excluidos en la práctica.

En una sesión titulada «Movimientos juveniles y futuros democráticos en el sur de Asia», jóvenes de Bangladesh, Sri Lanka, India, Pakistán y Nepal compartieron sus frustraciones y temores sobre el futuro.

En Pakistán, según el activista estudiantil Ammad Talpur, el nepotismo está profundamente arraigado, la desigualdad es terrible y brutal, y los poderosos infringen la ley con impunidad. “Anhelamos un cambio, pero el miedo nos silencia, ya que quienes ostentan el poder no toleran la disidencia”.

Una frustración similar se extiende más allá de Pakistán.

El activista estudiantil Ammad Talpur durante la sesión sobre Movimientos Juveniles y Futuros Democráticos en el Sur de Asia, en el marco de la Semana Internacional de la Sociedad Civil, celebrada en la Universidad Thammasat de Bangkok. Imagen: Zofeen Ebrahim / IPS

“Si bien a veces su ejercicio puede tener un costo, los jóvenes en India son libres de expresarse y la libertad de expresión existe”, declaró Adrian D’ruz, otro de los panelistas, a IPS tras la sesión.

Y añadió que periodistas, académicos, estudiantes y humoristas que cuestionaron a quienes están en el poder, según se informa, sufrieron acciones legales, acoso en línea o presiones institucionales.

Para reprimir la disidencia, se aplican erróneamente las disposiciones legales, lo que provoca que la gente «opte por la autocensura en lugar de arriesgarse a las consecuencias», afirmó D’Cruz, miembro de una red de oenegés de India llamada Wada Na Todo Abhiyan, que promueve la rendición de cuentas del gobierno y la inclusión de las comunidades marginadas.

Si bien Pakistán e India ilustran las presiones que enfrenta la juventud bajo un poder arraigado, en Nepal la respuesta ha adoptado una forma más visible y a nivel de calle, impulsada por una ola de disturbios que comenzó en Sri Lanka y Bangladesh.

En Katmandú, “el creciente desempleo, la corrupción, el nepotismo y las promesas incumplidas” alimentaron el malestar, declaró Tikashwari Rai, una joven madre nepalí de dos hijas, preocupada por el futuro de sus hijos.

Tikashwari Rai, una madre nepalí de dos hijas, durante la sesión sobre Movimientos Juveniles y Futuros Democráticos en el Sur de Asia, en el marco de la Semana Internacional de la Sociedad Civil, celebrada en la Universidad Thammasat de Bangkok. Imagen: Zofeen Ebrahim / IPS

“No queremos trabajar como empleadas domésticas en Medio Oriente; queremos oportunidades aquí, en nuestro propio país. Pero como no las hay, muchos jóvenes se ven obligados a marcharse”, explicó.

Sin embargo, admitió que las protestas tuvieron un alto costo: vidas perdidas e infraestructuras destruidas. “Nuestros jóvenes necesitan orientación y una organización más sólida para liderar los movimientos sociales con eficacia”, añadió.

Más allá de los detonantes inmediatos de las protestas callejeras, algunos activistas sostienen que problemas sistémicos más profundos alimentan el desencanto juvenil.

Melani Gunathilaka, una joven activista climática y política de Sri Lanka, que también formó parte del panel, creía que las raíces del desencanto eran más profundas. “Si bien estas protestas suelen calificarse de antigubernamentales, en esencia exigen un cambio sistémico y una verdadera rendición de cuentas por parte de quienes ostentan el poder”, dijo.

“Los detonantes inmediatos parecen abarcar la corrupción, los gobiernos autoritarios, la represión, la falta de acceso a las necesidades básicas y más”, afirmó.

Melani Gunathilaka, activista climática y política de Sri Lanka, durante la sesión sobre Movimientos Juveniles y Futuros Democráticos en el Sur de Asia, en el marco de la Semana Internacional de la Sociedad Civil, celebrada en la Universidad Thammasat de Bangkok. Imagen: Zofeen Ebrahim / IPS

Sin embargo, un análisis más detallado de la situación en países como Nepal, Bangladés, Sri Lanka y Kenia reveló dificultades económicas, una elevada deuda y una creciente desigualdad. Y esta tendencia también se observa a nivel mundial, señaló.

A pesar de estas frustraciones, la conferencia también exploró cómo los activistas jóvenes y mayores pueden colaborar, no solo para protestar, sino para transformar los movimientos de manera constructiva.

“En toda la sociedad civil, se reconoce cada vez más la necesidad de incluir activamente a la juventud en el desarrollo y la construcción nacional. Si bien el progreso varía según el grupo, la dirección del cambio es innegablemente positiva”, afirmó D’Cruz.

Talpur profundizó en la idea de D’Cruz: “No se trata de imponerse, sino de colaborar”. También consideró “injusto que la generación del baby boom (los llamados boomers) genere problemas y deje que los millennials y la generación Z los solucionen”.

Curiosamente, este sentimiento resonó incluso entre la generación mayor. Debbie Stothard, fundadora de la Red Alternativa de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) sobre Birmania, afirmó que era injusto dejar el desastre creado por su generación a los jóvenes y esperar que lo “arreglaran”.

Durante su intervención en la sesión plenaria de clausura, titulada “Futuros que estamos construyendo: Juventud, clima y justicia intergeneracional”, señaló que llevaba 40 años hablando de “equidad intergeneracional”, pero que muchos activistas de su generación aún no predicaban con el ejemplo en su vida y liderazgo.

Sin embargo, añadió, todavía no es demasiado tarde: “Aún podemos crear un espacio”, entre la generación boomers (los nacidos hasta 1964) y la llamada generación Z, de los nacidos entre 1997 y 2012.

Ese espacio, explicó, comienza con un cambio de mentalidad. “No es nuestra labor empoderar a la juventud, sino reconocer que ya tienen poder”, afirmó, recordando que la verdadera equidad no reside en ceder el poder, sino en reconocer que ya existe.

Este cambio de perspectiva ya está transformando el funcionamiento de los movimientos. Los jóvenes ya no necesitan admirar a las figuras de autoridad tradicionales en busca de inspiración, afirmó D’cruz. Muchos de su generación ya lideran el cambio.

Mihajlo Matkovic, miembro del Equipo de Acción Juvenil de Civicus, de Serbia, también presente en la clausura, demostró cómo el cambio real requiere innovación y perseverancia. “Como nuestra generación no tuvo un gran ejemplo de democracia directa”, dijo, «tuvimos que reinventarla”.

Citando el ejemplo de Bangladés y las recientes protestas lideradas por jóvenes, Ananda Kumar Biwas, activista por los derechos digitales de ese país, afirmó que la influencia política corrupta ha erosionado la confianza de los jóvenes en el liderazgo tradicional.

En respuesta, señaló, muchos han depositado sus esperanzas en “agentes de cambio de base, emprendedores sociales, defensores del clima e innovadores digitales: personas que encarnan la honestidad, la resiliencia y la transformación centrada en las personas a las que aspiran los jóvenes”.

Sin embargo, incluso esa esperanza, dijo, se ha visto frustrada.

Muchos afirman, no obstante, que el éxito depende de que la sociedad civil deje de lado su ego y permita que los jóvenes se involucren, señaló.

El ejemplo de Matkovic demostró el potencial de la innovación liderada por jóvenes; pero para que dicho cambio tenga éxito, la sociedad civil debe realmente crear espacio y resistir las viejas jerarquías que dice desafiar, porque estos patrones también han alimentado un clima de desconfianza.

“Es difícil confiar en la sociedad civil”, dijo Rai, «no son sinceros con las causas de la gente común”.

Gunathilaka se hizo eco de este sentir, señalando que la sociedad civil a menudo ha sido cooptada por los mismos sistemas que la juventud busca cambiar.

“Ignorar la influencia del capital privado y las estructuras financieras internacionales que priorizan las necesidades del comercio global, relegando a un segundo plano las de las comunidades, no ha hecho más que profundizar la desconfianza entre los jóvenes”, añadió.

Biwas, quien actualmente cursa una maestría en Derechos Humanos y Democratización en la Universidad Mahidol de Tailandia, afirmó: “Lo que necesitamos es una mentoría honesta y basada en valores por parte de la sociedad civil, libre de cualquier agenda política”.

T: MLM / ED: EG

 

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe

Lo más leído

[wpp heading='Popular Posts' limit=6 range='last24hours' post_type='post' stats_views=0 ]