BELÉM – Las negociaciones de la COP30 han superado ya la mitad de su recorrido. Hasta ahora, las deliberaciones sobre acuerdos históricos avanzan, retroceden o se estancan, dependiendo de a quién se le pregunte. Las cuestiones más urgentes sobre la mesa son las finanzas, la adaptación, la eliminación gradual de los combustibles fósiles y la justicia climática.
Las promesas ambiciosas y de amplio alcance en estas cuestiones no se están traduciendo fácilmente en acciones en la COP iniciada en la calurosa y hospitalaria Belém el lunes 10 y que debe concluir el viernes 21, aunque muchos dan por hecho que se prolongará un día más, como ya es habitual en este tipo de cumbres.
El primer día de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre el cambio climático, que hospeda la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña, el Fondo de Respuesta a las Pérdidas y Daños -creado en la COP27 y puesto en marcha en la COP28- lanzó la convocatoria de solicitudes de financiación para su fase inicial.
A partir del 15 de diciembre de 2025, los países del Sur en desarrollo tendrán seis meses para solicitar financiación para proyectos y programas de entre 5 y 20 millones de dólares.
El fondo total asciende a 250 millones de dólares, lo que es muy poco en comparación con lo que se necesita. En materia de pérdidas y daños, los países en desarrollo necesitaban 395 000 millones de dólares solo en 2025.
La cuestión de la financiación no es un punto conflictivo en sí mismo en la COP30, pero se ha identificado como el hilo conductor que conecta todas las demás áreas temáticas, tal y como se resume en la «Hoja de ruta de Bakú a Belém».
Cuando la COP29, celebrada en Bakú hace un año, no logró alcanzar un acuerdo ambicioso sobre la financiación climática, esta hoja de ruta se añadió en el último momento para ampliar los 300 000 millones de dólares anuales de financiación acordados en la capital azerbaiyana.
Pero esta hoja de ruta no es un objetivo único que se deba alcanzar.
Se trata de unir fuerzas para «aumentar la financiación climática a corto y largo plazo con el fin de garantizar que la financiación climática anual pase de 300 000 millones de dólares a, como mínimo, 1,3 billones (millones de millones) de dólares al año para 2035.
La hoja de ruta consiste en aumentar la financiación de todos los fondos climáticos, ya sea para prevenir, reducir o adaptarse al cambio climático.
Los debates sobre la financiación climática se han centrado en la movilización de nuevas fuentes de financiación, incluidos mecanismos innovadores como el propuesto Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF).
Brasil, el país anfitrión de esta cumbre climática, ha definido los océanos y los bosques como las dos áreas prioritarias para el debate en la COP30.
El TFFF es una iniciativa liderada por Brasil que tiene como objetivo movilizar cerca de 125 000 millones de dólares para la conservación de los bosques tropicales. Se trata de una solución radicalmente nueva para combatir la deforestación.
Sin embargo, Brasil se ha mostrado «sorprendido» de que Reino Unido no se haya sumado a Alemania, Noruega y otras naciones para contribuir a los fondos del TFFF, a pesar de que el país británico ha ayudado a diseñar la iniciativa de conservación de los bosques tropicales.
Brasil ha insistido en destacar a la Amazonia, la mayor selva del planeta, como anfitriona y condicionante de los temas de la cumbre, y de hecho define a la COP30 como la cita de Brasil-Amazonia en todas sus comunicaciones oficiales.
La COP30 está decidida a tender un puente entre las promesas y los resultados, las palabras y las acciones, y hay múltiples puntos conflictivos en el desarrollo de este puente.
En otras palabras, es una «COP de implementación», como insiste en definirla el presidente de la COP30, André Corrêa do Lago. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, le ha añadido otro ingrediente: «Esta es la COP de la verdad», dijo durante su inauguración.
A diferencia de las cuestiones de la eliminación gradual de los combustibles fósiles y las finanzas que definieron las últimas COP, la COP30 parece ser, entonces, el momento de la verdad.
No hay que olvidar que, en su conjunto, los fósiles representan 75 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y 86 % de todas las emisiones de dióxido de carbono, el mayor emisor.
Al fin y al cabo, con los acuerdos para abandonar los combustibles fósiles, el Fondo de Pérdidas y Daños y las peticiones de financiación para la adaptación al clima, los detalles técnicos de cómo estas promesas se convierten en acciones son el punto conflictivo.
En cuanto a los combustibles fósiles, aquellos cuyas economías no dependen del petróleo, el gas o el carbón quieren una transición inmediata. Los que dependen de los combustibles fósiles piden tiempo para encontrar una vía que facilite la transición, mientras buscan alternativas para amortiguar sus economías.
Esta es una de las cuestiones más controvertidas en materia de mitigación del cambio climático.
Pero aún no todo está perdido; parece haber un movimiento notable en esta dirección, solo en 2024 se invirtieron más de 2,2 billones de dólares en energías renovables, lo que supera el producto interno brruto (PIB) de más de 180 países.
En medio de una geopolítica frágil y fragmentada, la COP30 pone a prueba el multilateralismo.
Los líderes de China, Estados Unidos, Rusia y la India están ausentes. Algunos dicen que esto es simbólico y podría descarrilar las negociaciones sobre el clima, pero muchos observadores afirman que interpretar esto como una señal de que el apoyo político a las iniciativas climáticas internacionales está disminuyendo es engañoso.
Algunos observadores del continente africano, rico en recursos naturales, afirman que el mundo en desarrollo simplemente tiene que empezar a gestionar el negocio del clima de otra manera, especialmente en lo que respecta al comercio de sus recursos naturales con el Norte global.
Para ser claros, lo que define esta COP no es necesariamente la financiación, la adaptación, los combustibles fósiles o incluso la justicia climática; para muchos, se trata de una COP de implementación. Las negociaciones en curso se enfrentan al reto de traducir las ambiciosas promesas en acciones.
Brasil ya ha puesto en marcha el Círculo de Ministros de Finanzas de la COP30, una iniciativa clave bajo la presidencia de la COP30 para apoyar el desarrollo de la hoja de ruta de Bakú a Belém. Este círculo será una plataforma para consultas periódicas a lo largo de 2025.
Otra novedad en la historia de las COP es que la Cumbre de Propietarios de Activos se incluye en la agenda oficial de la COP.
Los propietarios de activos, que representan aproximadamente 10 billones de dólares, se reunieron en Belém durante la primera semana de la COP para trabajar con científicos climáticos, bancos multilaterales de desarrollo y gobiernos con el fin de satisfacer las necesidades financieras del clima.
Un punto importante de debate es cómo pasar de los préstamos a otras formas de financiación, centrándose en aumentar la financiación para la adaptación y garantizar la transparencia. Los préstamos para la financiación climática siguen siendo una cuestión sin resolver.
Para los países en desarrollo, los países desarrollados cuya revolución industrial es responsable de alterar el sistema climático tienen la obligación moral de financiar la lucha contra el cambio climático en términos y condiciones que tengan en cuenta que los países en desarrollo son las víctimas.
Los países industriales, por su parte, ven los préstamos para la financiación de la lucha contra el cambio climático como una oportunidad de negocio: por cada cinco dólares recibidos en préstamos para la financiación de la lucha contra el cambio climático, devuelven siete dólares.
El activismo ha sido un tema determinante en la COP30, al igual que el aumento de la participación y la visibilidad de los pueblos indígenas.
Es un paso en la dirección correcta que 15 gobiernos nacionales, entre ellos Brasil, Colombia, la República Democrática del Congo, Ghana, Tanzania, el Reino Unido y Alemania, y un gobierno subnacional hayan anunciado formalmente su apoyo al Compromiso Intergubernamental sobre la Tenencia de la Tierra.
Se trata de un acuerdo mundial histórico para garantizar y reforzar los derechos de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas y las comunidades locales en 160 millones de hectáreas en países con bosques tropicales.
En cuanto al resultado de la COP30, cada día hasta el viernes 21 será más crítico, a medida que la cumbre climática de las Naciones Unidas se acerque a su fin.
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