Opinión

La inacción prosigue pese al informe del G20 sobre el agravamiento de la desigualdad

Este es un artículo de opinión de Jomo Kwame Sundaram, antiguo secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico, y de K Kuhaneetha Bai, investigadora sobre políticas públicas en el Instituto de Investigación Khazanah de Malasia.

La cumbre del G20, celebrada en la ciudad sudafricana de Johannesburgo el 22 y el 23 de noviembre y en la que el gran ausente fue Donald Trump, cuando Estados Unidos debe asumir la presidencia del grupo en 2026. Imagen: G20

KUALA LUMPUR – Aunque la desigualdad entre países sigue representando una proporción mucho mayor de la desigualdad de ingresos en todo el mundo que las desigualdades a nivel nacional, los debates sobre la desigualdad siguen centrándose en estas últimas.

Iniciativa sudafricana

El Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre Desigualdad Global del Grupo de los 20 (G20), presidido por el premio Nobel Joseph Stiglitz, fue encargado por la presidencia sudafricana en 2025 del grupo, conformado por grandes economías industriales y emergentes.

Sudáfrica y Brasil, el precedente presidente del G20, han tenido durante mucho tiempo las mayores desigualdades a nivel nacional del mundo. Sin embargo, sus gobiernos actuales han liderado iniciativas progresistas para el Sur global.

Aunque le tocaba asuir la presidencia del G20 el año que viene, el presidente de Estads Unidos, Donald Trump, se negó a participar en la cumbre de este año, celebrada el 22 y 23 de noviembre en Johannesburgo. Para su ausencia argumentó, entre otras cosas, la supuesta opresión de Sudáfrica hacia su minoría blanca.

La desigualdad crece más rápido

El informe del G20 utiliza diversas medidas para mostrar la creciente brecha entre ricos y pobres.

La desigualdad a nivel nacional está muy extendida: 83 % de los países, con 90 % de la población mundial, tienen altos coeficientes de Gini de desigualdad de ingresos, superiores a 40 %.

Si bien la desigualdad de ingresos en todo el mundo es muy alta, con un coeficiente de Gini de 61 %, ha disminuido ligeramente desde 2000, debido principalmente al crecimiento económico de China.

Jomo Kwame Sundaram
Jomo Kwame Sundaram

Ese coeficiente es un índice que mide la desigualdad de ingresos en una sociedad, variando de 0, cuando la igualdad es perfecta, a 1, cuando la desigualdad es la extrema.

Mientras tanto, la concentración de la riqueza ha continuado. La desigualdad de riqueza es aún mayor que la desigualdad de ingresos, ya que 10 % más rico posee 74 % de los activos mundiales.

La riqueza media del 1 % más rico creció en 1,3 millones de dólares desde 2000, lo que representa 41 % de la nueva riqueza en 2024. La riqueza privada ha aumentado considerablemente desde 2000, mientras que los activos públicos han disminuido.

Además de los ingresos y la riqueza, el informe examina otras desigualdades, como la salud, la educación, el empleo, la vivienda, la vulnerabilidad medioambiental e incluso la voz política.

Estas desigualdades, que implican clase, género, etnia y geografía, a menudo se «cruzan» y alimentan. La promesa de la igualdad de oportunidades rara vez es significativa, ya que la mayoría disfruta de opciones limitadas de movilidad social.

Por lo tanto, el informe constituye el análisis más completo y accesible de las diversas dimensiones de la desigualdad económica disponible.

Efectos perjudiciales

El informe del G20 condena la «desigualdad extrema» por sus consecuencias económicas, políticas y sociales adversas.

Los ingresos insuficientes suelen significar hambre, mala alimentación y atención sanitaria deficiente. Las economías tienen un rendimiento inferior al esperado, incapaces de alcanzar su potencial real.

La desigualdad, incluidos los desequilibrios de poder, influye en la asignación de recursos. Estas disparidades aumentan los ingresos de los ricos, a menudo a expensas de los trabajadores.

K Kuhaneetha Bai

Los recursos naturales suelen enriquecer a sus propietarios, al tiempo que socavan la sostenibilidad medioambiental y el bienestar social.

El informe sostiene que la desigualdad económica conlleva inevitablemente disparidades políticas, ya que los ricos tienen más capacidad para comprar influencia.

Las nuevas normas y políticas favorecen a los ricos y poderosos, lo que aumenta las desigualdades y socava el rendimiento económico nacional y mundial.

La elevada desigualdad, debida a normas que favorecen a los ricos, también socava la confianza pública en las instituciones. La disminución de la influencia de la clase media amenaza la estabilidad económica y política, especialmente en Occidente.

Factores impulsores de la desigualdad

El informe sostiene que las políticas públicas pueden abordar las desigualdades influyendo en la distribución inicial de los ingresos del mercado y en la forma en que los impuestos y las transferencias los redistribuyen.

La distribución de los ingresos del mercado viene determinada por la distribución de los activos (mediada por las finanzas, las competencias y las redes sociales) y entre el trabajo, el capital y las rentas. Se da prioridad a los rendimientos de los accionistas frente a otras reclamaciones.

El aumento de la desigualdad en las últimas décadas se atribuye al debilitamiento de las políticas igualadoras, o «fuerzas equilibradoras», y al fortalecimiento de «las fuerzas desequilibradoras», incluida la herencia de la riqueza.

Las nuevas políticas económicas de las últimas décadas han favorecido a los ricos al debilitar el trabajo mediante la desregulación del mercado y la restricción de los sindicatos.

Los sistemas fiscales se han vuelto menos progresivos con el cambio de los impuestos directos a los indirectos, lo que ha reducido los impuestos que pagan las grandes empresas y los ricos. La austeridad fiscal ha agravado la situación, especialmente para los más vulnerables.

La desregulación financiera también ha generado más inestabilidad, provocando crisis, cuya «resolución» suele favorecer a los más influyentes.

La privatización de los servicios públicos también ha favorecido a los que tienen buenos contactos, a expensas del público, los consumidores y los trabajadores.

Gobernanza internacional

Las instituciones económicas y jurídicas internacionales también han contribuido a la desigualdad.

El aumento del comercio internacional y la movilidad del capital han reducido los salarios, aumentado las disparidades de ingresos y la inseguridad laboral, y debilitado el poder de negociación de los trabajadores.

La liberalización de los flujos financieros ha favorecido a los acreedores ricos frente a los deudores, agravando la volatilidad financiera y las crisis de deuda soberana.

Las desigualdades internacionales tienen efectos transfronterizos adversos, especialmente para el medio ambiente y la salud pública. El consumo excesivo y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los ricos empeoran significativamente el calentamiento del planeta.

Las desigualdades internacionales en materia de salud se han agravado por el fortalecimiento de los derechos de propiedad intelectual transnacionales y el aumento de los beneficios a expensas de los países más pobres.

Los acuerdos fiscales internacionales han permitido a los ricos, incluidas las empresas transnacionales, pagar menos que los menos afortunados. Mientras tanto, la organización humanitaria internacional Oxfam informó de que el 1 % más rico del Norte global drenaba el Sur a un ritmo de 30 millones de dólares por hora.

¿Inacción a pesar del consenso?

El informe afirma que existe un nuevo consenso analítico en cuanto a que la desigualdad es perjudicial para el progreso económico y que reducirla es mejor para la economía.

La desigualdad se atribuye a decisiones políticas que reflejan elecciones morales y compensaciones económicas. Se argumenta que combatir la desigualdad es deseable y factible.

Investigaciones recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han criticado las crecientes desigualdades nacionales.

Sin embargo, no hay pruebas de que el G20, el FMI y la OCDE estén realizando esfuerzos serios para reducir las desigualdades, especialmente entre países, en particular entre el Norte y el Sur.

T: MF / ED: EG

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