BELÉM – «Ya se están produciendo daños climáticos devastadores, desde el huracán Melissa que azotó el Caribe, los supertifones que devastaron Vietnam y Filipinas, hasta el tornado que arrasó el sur de Brasil», alertó Simon Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc).
«Por eso la COP debe lograr tres cosas: debe enviar una señal clara: las naciones están totalmente comprometidas con la cooperación climática, lo que significa acordar resultados sólidos en todas las cuestiones clave», insistió el máximo responsable de la convención que desde el lunes 10 realiza en la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña, a su 30 Conferencia de las Partes (COP30).
A juicio de Stiell, «debe acelerarse la implementación en todos los sectores de todas las economías», en la víspera de abrirse la cumbre climática anual.
La cuestión de la implementación es una preocupación apremiante para muchos delegados del Sur global, donde los desastres climáticos se producen con mayor frecuencia y con una intensidad alarmante.
El camino hacia Belém está plagado de ambiciosas medidas y resultados. La Hoja de Ruta de Bakú-Belém es un plan para movilizar al menos 1,3 billones (millones de millones) de dólares anuales en financiación climática para los países en desarrollo para 2035.
Ese camino lo elaboraron conjuntamente por las presidencias de la COP29 y la COP30, Azerbaiyán y Brasil, y sirve como guía estratégica más que como documento vinculante.
La hoja de ruta esboza cinco áreas prioritarias de acción: reponer las subvenciones, reequilibrar el espacio fiscal, redirigir la financiación privada, renovar la capacidad y remodelar los sistemas para lograr flujos de capital equitativos.
Sin embargo, a pesar de que la COP30 se inauguró con un firme compromiso con una nueva era de acción global definida por «la implementación, la inclusión y la innovación», muchos, como Maria Adriana Cordeiro de Melo, representante de la organización Party Overflow de Brasil, afirman que ahora es también el momento de revisar los avances realizados en el cumplimiento de las promesas del pasado.
Ahora se debaten áreas temáticas como la adaptación, las ciudades, las infraestructuras, el agua, los residuos, los gobiernos locales, la bioeconomía, la economía circular, la ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial.
Esto apunta a que la COP30 seguirá centrándose en convertir la ambición en implementación, impulsando soluciones que impulsen un cambio sistémico, en lugares reales, lideradas por personas reales.
Los anuncios realizados en la apertura oficial encarnan la acción climática que conecta la vida cotidiana, como el progreso acelerado en materia de vivienda, agua, reducción de residuos, edificios, infraestructura y gobernanza.
La agenda principal de esta COP se centra en acelerar la acción climática para alcanzar el objetivo de 1,5 °C mediante nuevos planes climáticos nacionales, cumplir las promesas financieras y avanzar en una hoja de ruta global para la financiación climática y otros pilares clave, como la adaptación y la tecnología.
Cordeiro de Melo habló con IPS sobre el cumplimiento de las promesas incumplidas y, más aún, sobre los pueblos indígenas del mundo que se encuentran en primera línea del cambio climático.
En particular, existe una creciente inquietud por lo que el Sur global considera la «promesa incumplida del Fondo de Pérdidas y Daños», debido a la brecha entre los objetivos del fondo y su lento e insuficiente progreso, especialmente en lo que se refiere a garantizar la financiación prometida y hacerla accesible a las comunidades vulnerables.
Los críticos argumentan que las promesas no se han cumplido plenamente y que los problemas operativos del fondo, como la falta de compromisos claros y la insuficiencia de la financiación no basada en la deuda, han dejado a los países en desarrollo luchando contra los efectos cada vez más graves del cambio climático.
Durante la COP27, celebrada en 2022 en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, los países acordaron establecer nuevos acuerdos de financiación para ayudar a los países en desarrollo que son especialmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.
En la COP28, un año después en Dubái, los países alcanzaron un acuerdo histórico sobre la puesta en marcha de este fondo.
El Banco Mundial pondría en marcha el Fondo como un fondo intermediario financiero (FIF) alojado en el Banco Mundial durante un período provisional de cuatro años.

Los países en desarrollo necesitan apoyo financiero y técnico para hacer frente a las pérdidas y daños económicos y no económicos derivados del cambio climático, lo que incluye los costes de reconstrucción de infraestructuras, la recuperación de los medios de vida perdidos y la reparación de pérdidas intangibles como el patrimonio cultural y los traumas.
Estas necesidades se deben tanto a desastres repentinos, como las inundaciones, como a fenómenos de evolución lenta, como el aumento del nivel del mar, especialmente cuando las medidas de adaptación existentes son insuficientes o inaccesibles debido a la falta de recursos.
Las necesidades de financiación, los derechos y las contribuciones necesarias para pérdidas y daños pueden cuantificarse utilizando la economía climática junto con los principios de responsabilidad histórica.
Para el año 2025, se estima que las necesidades totales de financiación para pérdidas y daños ascenderán a 395 000 millones de dólares estadounidenses. Solo se han prometido 790,24 millones de dólares al Fondo y se ha pagado algo más de 50 % (397,74 millones de dólares) de esa cantidad.
En una medida que, según los delegados, envía un mensaje equivocado, en marzo de 2025, la administración estadounidense de Donald Trump anunció que Estados Unidos se retiraría del fondo de «pérdidas y daños» de la ONU, alegando su directiva para retirarse de las iniciativas climáticas internacionales.
Ese retiro estadounidense incluye al Acuerdo de París sobre cambio climático, del que se cumplen ahora 10 años, pero Washington se mantiene dentro de la Cmnucc, aunque ha enviado a Belém una delegación de muy bajo nivel.
En general, los líderes de los tres mayores contaminantes del mundo —Estados Unidos, China e India— no participarán en la COP30, con representaciones destacadas.
Sin embargo, los responsables de la COP30 parecen decididos a seguir adelante con la rápida puesta en marcha del Fondo de Respuesta a las Pérdidas y Daños (FRPD), entre sus principales acciones y resultados.
Hasta ahora, la puesta en marcha del FRPD ha emitido, en un tiempo récord, su primera convocatoria de propuestas por valor de 250 millones de dólares, pasando del diseño a la operación y abriendo un canal crucial de apoyo para los países en desarrollo que se encuentran en primera línea del cambio climático.
«Esta es una COP de implementación. Hoy tenemos grandes noticias en ese frente. El fondo para pérdidas y daños, que se creó recientemente en la COP28, ha comenzado a funcionar», afirmó Ana Toni, directora ejecutiva de la COP30.
Consideró alentador que «han publicado una convocatoria de propuestas por valor de 250 millones de dólares, lo que demuestra la rapidez con la que este fondo, creado hace menos de dos años, ya se está poniendo en marcha».


