NUEVA YORK – Las elecciones a la alcaldía de Nueva York captaron la atención del mundo con un entusiasmo que normalmente se reserva para las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Todo culminó la noche del martes 4 con la victoria de Zohran Mamdani, lo que supuso una señal de esperanza tras un periodo de ansiedad e incertidumbre para Estados Unidos.
Zohran Mamdani representará y gobernará la ciudad de Nueva York, una de las ciudades más ricas y multiculturales del mundo.
Desde el miércoles 5por la mañana, las redes sociales de muchos neoyorquinos se han llenado de publicaciones de amigos y familiares que no viven en la ciudad o ni siquiera en Estados Unidos, celebrando la victoria de Mamdani como si hubiera ganado las elecciones a la alcaldía de su ciudad.
Gracias en gran parte a su exitosa difusión en las redes sociales, la marca de Mamdani y los principios de autenticidad que la sustentan han calado en personas más allá de las fronteras de Nueva York.
La campaña y la victoria de Mamdani fueron como un cuento de hadas que se desarrollaba en tiempo real. Comenzó como un asambleísta estatal poco conocido incluso dentro de su propio estado y, en un año, se convirtió en un nombre conocido en todo el mundo.
Gracias a los esfuerzos de base y a nuevas tácticas rechazadas por el establishment, su campaña ganó fuerza con una coalición cada vez mayor definida por su diversidad demográfica. Era el candidato menos favorito que desafiaba a la administración del actual presidente Donald Trump con sus principios y convicciones.
E incluso se enfrentaba a la resistencia de la vieja guardia de su propio partido, el Demócrata, en que ganó las primarias contra todo pronóstico.
En cierto modo, su victoria reafirma el mito del sueño americano, según el cual cualquiera tiene la libertad y la oportunidad de buscar una vida mejor.
Lo ha conseguido al tiempo que ha mostrado su convicción en sus creencias, basadas en la unidad y la empatía. Ha logrado varios hitos históricos para la ciudad: es el primer alcalde musulmán, el primer alcalde del sur de Asia y el alcalde más joven en más de un siglo.
Si bien sus políticas para una vida asequible son parte integral de su atractivo, los antecedentes de Mamdani como hombre musulmán de origen indio-ugandés han resonado en los inmigrantes que hicieron sacrificios para alejarse de su hogar en busca de una vida mejor.
El ideal del sueño americano postula que Estados Unidos es la tierra donde la prosperidad aún es algo que se debe ganar, no solo heredar. Una tierra que promueve la prosperidad económica y la protección de las libertades civiles.
De lo contrario, esos sacrificios deben parecer en vano; también deben luchar para pagar las necesidades básicas, dado el alto costo de la vida en la ciudad de Nueva York.
Quizás ahí es donde la gente se identificó con Mamdani y su mensaje de esperanza; la gente podía ver que él reconocía genuinamente sus luchas y que las habría presenciado él mismo.
Incluso ante la retórica virulenta que se centraba en su experiencia, o en la relativa falta de ella, en relación con su fe, Mamdani no se echó atrás ni minimizó su identidad. Mientras que los inmigrantes pueden aprender a asimilarse, el ya alcalde electo demostró por qué es más importante que nunca abrazar la autenticidad y todas las facetas de la identidad de uno.
Ahora que ganó la acaldía por más de la mitad de los votos, Mamdani tendrá ante sí la tarea de cumplir sus promesas de hacer que la ciudad sea más asequible. Pero también tendrá que demostrar que sus convicciones no eran solo para la campaña. Esta capital mundial, sede de las Naciones Unidas, no podría haber pedido un alcalde más internacionalista.
Es un político nacional con una perspectiva internacional. Esto se puede ver incluso dentro de su propia familia. Está casado con una inmigrante sirio-estadounidense. Sus padres son figuras culturales y académicas por derecho propio.
Su padre, el académico ugandés de origen indio Mahmood Mamdani, ha impartido clases de ciencias políticas y poscolonialismo en universidades de Uganda, Sudáfrica, Senegal e incluso en Estados Unidos, en la prestigiosa Universidad de Columbia.
Su madre, Mira Nair, es una cineasta india que ha dirigido películas populares como Monsoon Wedding y Mississippi Masala, pero también ha trabajado en proyectos como Still, the Children Are Here, un documental sobre las comunidades indígenas garo del noreste de la India.
Él mismo llegó a Nueva York de niño desde la capital de Uganda, donde nació.
Si bien la historia de sus padres revela el nivel de privilegio del que proviene Mamdani, también puede arrojar luz sobre su conciencia de las cuestiones de justicia social. Esto también puede revelar cómo definió su campaña con la promesa de cambio y autenticidad como encarnación del ADN demográfico y cultural de Nueva York.
Los últimos tiempos se han caracterizado por la división y la incertidumbre, lo que hace que los problemas preexistentes sean mucho más difíciles de abordar. Incluso una institución como la ONU, que pretende incluir a todas las comunidades para establecer una agenda común para el desarrollo y la prosperidad, se ha visto obligada a hacer concesiones difíciles.
Está luchando dentro de las limitaciones de una financiación limitada y una voluntad política sin seguimiento, debido en parte a los intereses contradictorios entre los Estados miembros y otras partes interesadas.
La ONU se define por una imparcialidad basada en principios. Sirve de plataforma para una amplia gama de cuestiones de interés mundial y aboga por un diálogo pacífico e inclusivo. Sin embargo, también se ve limitada a la hora de adoptar posiciones más firmes basadas en principios debido a los intereses individuales de los Estados miembros.
En ese sentido, la ONU y Nueva York tienen algo en común. Ambas están configuradas por los Estados miembros/comunidades que las componen y funcionan según lo que esos grupos consideran conveniente, aunque a veces parezca que un pequeño porcentaje tiene la mayor influencia y determina el destino de la mayoría.
Quizás la ONU podría beneficiarse y aprender de un alcalde como Mamdani, que ha demostrado que una perspectiva global de los asuntos internos puede ser beneficiosa. Él puede recordarnos que canalizar la esperanza y esperar —no solo perseguir— la dignidad de la vida puede marcar la diferencia.
T: MF / ED: EG


