COP30 pone a poblaciones vulnerables del mundo en centro de política climática

Juliana Kerexu Mirim Mariano, coordinadora de la Comisión Guaraní Yvyrupa que aboga por los derechos de los pueblos guaraníes en el sur y sureste de Brasil. Imagen: Joyce Chimbi / IPS

BELÉM –  En la COP30 una joven ha llegado desde muy lejos para contar la historia de su familia, atravesada por la crisis climática. Cuando su padre tenía 16 años, su familia se convirtió en una de las primeras desplazadas por un clima errático que solo ha hecho empeorar desde entonces en su pueblo ancestral en Sundarbans, la región de manglares más grande del mundo.

Casi 60 años después, ella siente que tiene la misión de recuperar las tierras de sus antepasados.

Sundarbans es el bosque de manglares situado en el delta de los ríos Ganges, Brahmaputra y Meghna, en la bahía de Bengala, a caballo entre la frontera de la India y Bangladés.

Este complejo ecosistema es un hábitat vital para el tigre de Bengala y otros animales salvajes, al tiempo que proporciona servicios ecosistémicos fundamentales, como la protección contra las tormentas y el sustento de millones de personas.

Es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y se enfrenta a amenazas como el cambio climático, el aumento del nivel del mar y las actividades humanas.

La joven afirmó que las actividades agrícolas en los Sundarbans se han visto gravemente perturbadas y degradadas por los cambios medioambientales, principalmente el aumento de la salinidad del suelo y el agua, los ciclones más frecuentes e intensos y el aumento del nivel del mar.

Estos factores han provocado una disminución de la productividad de los cultivos, cambios en los patrones agrícolas tradicionales y un cambio en los medios de vida hacia la acuicultura y la migración.

Pero los Sundarbans no están solos. Desde todo el Sur global, los delegados hablan de sus tragedias compartidas, causadas por patrones climáticos que no se ajustan a sus sistemas agrícolas. Lo hacen en la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre el cambio climático, que acoge la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña.

Juliana Kerexu Mirim Mariano, coordinadora de la Comisión Guaraní Yvyrupa, dijo a IPS que su organización defiende «los derechos de los pueblos guaraníes del sur y sureste de Brasil, en particular la recuperación de sus tierras ancestrales en la Mata Atlántica».

La Declaración de Belém sobre el hambre, la pobreza y la acción climática, centrada en las personas, presentada durante la COP30, sitúa a las poblaciones más vulnerables del mundo en el centro de la política climática global. Imagen: Joyce Chimbi / IPS

«Su misión es organizar una lucha política por la demarcación de tierras, que es vital para preservar las tradiciones culturales y el modo de vida», dijo Mirim Mariano.

Detalló que su comisión «trabaja para garantizar los derechos sobre la tierra, y sus esfuerzos están en consonancia con la preservación del bioma de la Mata Atlántica, ya que los guaraníes han vivido en la región durante siglos y su cultura está profundamente conectada con su biodiversidad».

«Dentro de nuestros territorios, realizamos plantaciones anuales para poder seguir produciendo nuestros alimentos sagrados y preservando nuestras ceremonias tradicionales, que están vinculadas a nosotros y a la espiritualidad. Nuestra espiritualidad está directamente relacionada con nuestros alimentos, con nuestras plantaciones, con nuestra tierra», explicó.

El guaraní es un grupo de pueblos originarios que se distribuyen en buena parte de Paraguay, el noreste de Argentina y el  suroeste de Brasil.

«Ahora todo esto se ve amenazado. Hemos sido testigos de este cambio brusco y de las emergencias causadas por los cambios climáticos. Por ejemplo, en nuestra aldea, no hemos podido cosechar alimentos durante más de tres años», contó Mirim Mariano.

«Solo hemos conseguido conservar nuestras semillas sagradas porque llueve demasiado o muy poco; en la época de las plantaciones anuales, solo hemos logrado mantener la parte espiritual de las ceremonias tradicionales», afirmó.

Njagga Touray, representante del Partido de Gambia, en África occidental, dijo a IPS que «la situación alimentaria del país, al igual que la de muchos otros, no es muy prometedora».

«El cambio climático provoca la degradación de la tierra debido a unas precipitaciones cada vez más irregulares, lo que reduce nuestra producción; necesitamos alimentar a una población en crecimiento y planificar para la próxima generación», explicó en la Zona Verde de la COP, que concentra a las organizaciones de la sociedad civil y los activistas climáticos.

La agenda de la COP30 cobra vida en esta situación tan grave.

La Declaración de Belém sobre el hambre, la pobreza y la acción climática centrada en las personas, anunciada y respaldada por 44 países, puso en marcha una nueva Alianza para la Protección Social Resiliente al Clima y la Financiación de la Agricultura a Pequeña Escala.

La declaración se suscribió durante la Cumbre de Líderes sobre cambio climático, que reunió en Belém a cerca de 60 jefes de Estado y de gobierno y otros altos representantes de las 197 partes de la COP, los días 6 y 7, en la antesala del comienzo de la conferencia climática anual, el lunes 10 y que prolongará hasta el viernes 21.

Los representantes de comunidades pobres afirman que este avance ha infundido un renovado optimismo, demostrando que mejorar la adaptación y liberar la tecnología dentro de los sistemas agrícolas mundiales ayuda a la comunidad global a redefinir la resiliencia, transformando la vulnerabilidad en fortaleza y la ambición en acción.

Reconocen el papel fundamental de la lucha contra el hambre y la pobreza para la justicia climática, que da pasos con la nueva alianza y la Financiación de la Agricultura a Pequeña Escala, otro instrumento que está en la Agenda de Acción de la COP30.

La alianza apoya el Plan para Acelerar las Soluciones (PAS) estableciendo objetivos claros para fomentar la acción y supervisar los avances.

Eso incluye, por ejemplo, ayudas a países como Benín, Etiopía, Kenia, Zambia y la República Dominicana, para crear planes de protección social, apoyar a las pequeñas explotaciones agrícolas y mejorar el acceso al agua.

El PAS reúne a los países con socios internacionales y redes subnacionales para armonizar las ambiciones nacionales con las medidas locales, integrar las prioridades locales en las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) e institucionalizar la gobernanza multinivel como base para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

Se espera que, para 2028, el plan haya establecido un grupo de coordinación conjunta de donantes de financiación climática para armonizar las carteras en apoyo de los esfuerzos para combatir el hambre y la pobreza.

Se destaca que el lanzamiento del plan se basa en la adopción de la Declaración de Belém sobre el hambre, el 7 de noviembre durante la Cumbre de Líderes

Además, también se han lanzado dos innovadoras herramientas digitales para apoyar la agricultura climáticamente inteligente a gran escala.

Brasil y los Emiratos Árabes Unidos, en colaboración con la Fundación Gates, Google y las principales instituciones agrícolas mundiales, anunciaron el primer modelo de lenguaje grande (LLM) de inteligencia artificial de código abierto del mundo para la agricultura, un avance hacia un sistema alimentario mundial más resiliente y equitativo.

En segundo lugar, AIM for Scale, una herramienta de predicción basada en inteligencia artificial centrada en los agricultores, podría empoderar a más de 100 millones de agricultores para 2028, proporcionando información en tiempo real que refuerza la toma de decisiones climáticamente inteligentes, la preparación ante los riesgos y la innovación inclusiva en los sistemas agrícolas de todo el mundo.

El previsto encuentro de alto nivel sobre Innovación Agrícola servirá como plataforma mediática y política para que los gobiernos y los líderes filantrópicos anuncien un paquete de apoyo de miles de millones de dólares para financiar innovaciones agrícolas que ayuden a los agricultores de las regiones de bajos ingresos a adaptarse a los efectos del cambio climático y a desarrollar su resiliencia.

Se han anunciado casi 2800 millones de dólares para la adaptación y la resiliencia de los agricultores con el fin de fortalecer los sistemas alimentarios mundiales.

Los donantes internacionales también han anunciado más de 2800 millones de dólares para la adaptación y la resiliencia de los agricultores con el fin de fortalecer los sistemas alimentarios mundiales.

En apoyo al llamamiento de la Presidencia brasileña de la COP30 para que esta sea la COP de la implementación, los compromisos tienen como objetivo aumentar el apoyo a los pequeños agricultores de las regiones más pobres, que son los más afectados por el empeoramiento de los fenómenos meteorológicos extremos.

Los fondos de los donantes se invertirán en tecnologías y herramientas para ayudar a los agricultores a adaptarse, desarrollar la resiliencia y fortalecer los sistemas alimentarios locales que alimentan y dan empleo a miles de millones de personas.

«La innovación agrícola es el motor de la resiliencia climática», dijo Martin van Nieuwkoop, director de Desarrollo Agrícola de la Fundación Gates.

En tanto, quienes se encuentran en primera línea del cambio climático, donde este se cruza con los sistemas alimentarios, la ascendencia y las tradiciones, se trata de una carrera contra el tiempo, como es el caso de Mirim Mariano.

«Si no tenemos nuestra tierra y un territorio saludable, no tenemos alimentos saludables, y sin alimentos no sobrevivimos», remarcó.

A su juicio, «la alimentación debe convertirse en un elemento central del discurso climático mundial, y no se trata de cualquier alimento, sino de alimentos saludables que se ajusten a nuestra ascendencia, nuestras tradiciones locales y nuestra espiritualidad».

T: MF / ED: EG

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