NACIONES UNIDAS – La Asamblea General (AG), con 193 miembros, el máximo órgano normativo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha sido durante mucho tiempo el depósito de decenas de resoluciones prolijas y obsoletas acumuladas a lo largo de varias décadas, y que permanecen en el olvido.
Como parte de la reestructuración propuesta de la ONU, que se enfrentan a una grave crisis de liquidez, ahora se está tratando de racionalizar y revitalizar la Asamblea General, que se ha visto sumida en un atasco burocrático.
La presidenta de la Asamblea General, la alemana Annalena Baerbock, ha pedido a cada comité principal que revise sus métodos de trabajo y proponga medidas concretas para mejorar la eficiencia, entre ellas:
• Fusionar puntos similares del orden del día para evitar repeticiones.
• Reducir la frecuencia, la duración y el número de resoluciones.
• Utilizar ciclos bienales o trienales cuando sea apropiado;
• Limitar las explicaciones de voto a cinco minutos; y
• Simplificar los procedimientos de adopción: un martillo, una decisión, todos los textos.
Estas recomendaciones, en su mayoría detalladas en una resolución reciente, ayudarían a remodelar la Asamblea General para responder a los retos globales con agilidad y coherencia. Pero, a menos que se apliquen estas reformas, seguirán siendo solo palabras sobre el papel, otra resolución más.
«No basta con seguir como hasta ahora. Necesitamos menos resoluciones repetitivas, debates más breves y una programación más inteligente. No más «resoluciones por el simple hecho de hacerlas», afirmó la presidenta de la Asamblea General.
Y advirtió: «No podemos predicar el domingo que necesitamos menos resoluciones y luego presentar una para su consideración el lunes. Y esto, lamentablemente, es lo que está ocurriendo».
Palitha Kohona, exjefe de la Sección de Tratados de las Naciones Unidas y antiguo representante permanente de Sri Lanka ante las Naciones Unidas, dijo a IPS que la ONU soporta la pesada carga de las resoluciones acumuladas a lo largo de 80 años.
«Muchas ya no son pertinentes, otras son superfluas y algunas repetitivas. Dada su peligrosa situación financiera actual, sería conveniente que cada departamento y oficina revisara rigurosamente las resoluciones de su competencia e identificara aquellas que podrían derogarse», afirmó.
Esto, dijo, podría hacerse mediante una resolución general. Algunas podrían requerir delicadas negociaciones con los Estados miembros, que podrían reclamar la propiedad de las resoluciones que habían propuesto. Si se maneja con sensibilidad, esto podría reportar considerables beneficios financieros y de personal.
Señaló que las nuevas resoluciones deben examinarse cuidadosamente para evitar redundancias.
El personal de las Naciones Unidas podría ayudar de manera proactiva en este proceso. Incluso cuando las resoluciones se apliquen dentro de las asignaciones de recursos existentes, habrá algunos costos, incluido el tiempo.
Cuando una resolución propuesta no pueda aplicarse debido a limitaciones de recursos, debe vetarse desde el principio, Kohona, quien hasta hace poco era embajador de Sri Lanka en China.
Los responsables de la ejecución de las medidas deberían ubicarse o trasladarse a una oficina en la que fuera más probable que se aplicara la resolución y donde fuera más eficaz.
Por ejemplo, propuso que la responsabilidad de aplicar las resoluciones relacionadas con el Programa delas Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) se asignara a Nairobi. También consideró que las operaciones de mantenimiento de la paz deberían trasladarse a Nairobi, ya que la mayoría de ellas se llevan a cabo actualmente en África.
Baerbock afirmó: «Hemos visto cómo las comisiones principales han presentado resoluciones para conferencias de tres días, sin presupuesto adjunto, plenamente conscientes de la situación fiscal que estamos debatiendo en este mismo momento».
«Hemos visto más de 160 eventos paralelos durante la Semana de Alto Nivel, a pesar de la petición de reducir su número o de la petición de algunos de que no se celebren eventos paralelos en absoluto», añadió.
Destacó que «ya hemos visto tres o cuatro reuniones de alto nivel presentadas para su consideración para la 81 Semana de Alto Nivel (el año que viene), y cuatro para cada una de las 82 y 83, a pesar de la decisión de esta Asamblea —es decir, de todos nosotros— de limitarlas a un máximo de tres».
«Aunque todos queremos proteger las cosas que nos importan, cada uno de nosotros debe hacer concesiones en esta época de reformas», sentenció la presidenta de la 80 Asamblea General.
Purnima Mane, ex subsecretaria general del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), dijo a IPS que el importante esfuerzo que se está realizando para revisar los métodos de trabajo de cada uno de los comités de la Asamblea General de las Naciones Unidas y mejorar su eficiencia es sin duda loable.
Es una oportunidad de oro para cuestionar algunas de las llamadas «verdades absolutas» sobre el funcionamiento de la Asamblea General y centrarse en lo que importa de una manera racionalizada.
Sin embargo, a su juicio de Mane las soluciones propuestas actualmente son algo periféricas, aunque indican un deseo de cambio.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los comités es la variedad de cuestiones que se abordan sin un orden de prioridades claro, incluida la falta de atención a cuestiones clave que se han descuidado. Y la ausencia de un sentido de urgencia, señaló
«Las sugerencias ofrecidas se refieren a la mejora de la eficiencia del trabajo, pero evitan las cuestiones más difíciles, tal vez debido a la falta de tiempo y, en ocasiones, a la falta de voluntad por parte de algunos miembros de asumir el riesgo de proponer soluciones que podrían requerir el desmantelamiento de métodos de trabajo muy arraigados», añadió.
Otra barrera, consideró Mane, podría ser la preocupación por las posibles dificultades que se pueden encontrar para llegar a un acuerdo sobre estos métodos y, más aún, la posibilidad de una participación limitada de los Estados miembros en su aplicación.
«Quizás empezar poco a poco e identificar objetivos posiblemente alcanzables para el funcionamiento y la gestión de los comités podría ser un buen comienzo, pero sin el compromiso de los Estados miembros con las cuestiones prioritarias y con la aplicación de las resoluciones propuestas, es poco probable que todos estos cambios y esfuerzos reporten beneficios, incluido el ahorro de recursos», afirmó.
Reducir los puntos del orden del día y evitar resoluciones repetitivas y debates interminables es un buen comienzo, pero se necesita la voluntad de los Estados miembros para aplicar estas resoluciones, una vez aprobadas, añadió.
Y aunque se da por sentada la voluntad de aplicar las resoluciones, en realidad es precisamente ahí donde a veces radica el problema. El verdadero reto es cómo fomentar y garantizar la aplicación, dijo Mane, quien también ha sido directora ejecutiva de la organización Pathfinder International.
Andreas Bummel, cofundador y director ejecutivo de Democracy Without Borders, dijo irónicamente aa IPS que la cuestión de la revitalización de la Asamblea General se ha convertido en un tema ritual.
«Abordar el número de resoluciones anuales y evitar repeticiones inútiles año tras año es una obviedad. Esto debería haberse aplicado hace mucho tiempo. Pero se necesitan cambios más profundos», dijo.
Por ejemplo, detalló, es necesario que haya continuidad y memoria institucional en la oficina del presidente de la Asamblea General. El mandato debería ser de dos años y recibir la financiación adecuada.
Además, mediante la creación de una Asamblea Parlamentaria, el instrumento de la Iniciativa Ciudadana y las Asambleas Ciudadanas, la Asamblea General puede convertirse en un centro de innovación e inclusión para todo el sistema de las Naciones Unidas. Esto debería estar en la agenda.
Mientras tanto, la revitalización también se está extendiendo a la Oficina de la Presidencia de la Asamblea General.
La 80 AG, dijo Baerbock, se benefició de un traspaso temprano y fluido de la 79, lo que nos permitió empezar con buen pie. Sin embargo, el volumen de trabajo sigue siendo inmenso.
En septiembre, «nuestra Semana de Alto Nivel contó con más de siete reuniones importantes en solo unos días», recordó.
«El resto de la sesión contará con casi veinte procesos intergubernamentales y múltiples reuniones de alto nivel obligatorias; y el número total de resoluciones apenas ha cambiado, muchas de ellas casi idénticas a las de sesiones anteriores», añadió.
Pero esto no es sostenible, afirmó, y además contradice la petición de las misiones más pequeñas, que no pueden asistir a tres reuniones al mismo tiempo.
Las transiciones son importantes. La preparación es gualmente importante. «Debemos asegurarnos de que cada presidencia esté preparada para el éxito», djo Baerbock, la presidenta de la 80 Asamblea General.
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