LONDRES – Una persona del 0,1 por ciento más rico del mundo emite más de 800 kilos de dióxido de carbono (CO2) al día, mientras que alguien del 50 % más pobre emite una media de solo dos kilos diarios, muestra el más reciente informe, sobre el desastre climático, de la coalición internacional contra la pobreza Oxfam.
“La crisis climática es una crisis de desigualdad. Las personas más ricas del mundo están financiando y beneficiándose de la destrucción del clima, dejando que la mayoría de la población mundial soporte las fatales consecuencias de su poder sin control”, afirmó Amitabh Behar, director ejecutivo de Oxfam International.
El estudio, colmado de datos y cifras y titulado “El saqueo climático: cómo unos pocos poderosos están llevando al mundo al desastre”, se realizó de cara a la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se inicia el 10 de noviembre en Belém, una ciudad de la Amazonia brasileña.
Revela que los estilos de vida de los superricos están agotando el presupuesto de carbono restante del mundo, es decir, la cantidad de CO2 que se puede emitir sin provocar un desastre climático.
Una persona del 0,1 % más rico (a lo sumo unos ocho millones en una población mundial que rebasa los 8200 millones) produce más contaminación por carbono en un día que alguien del 50 % más pobre en todo un año.
Desde 1990, el 0,1 % más rico ha aumentado su cuota de emisiones totales en 32 %, mientras que la mitad más pobre de la humanidad ha visto reducir su cuota en tres por ciento.
Si todo el mundo emitiera carbono como el 0,1 % más rico, el presupuesto de carbono —la cantidad de CO2 que se puede emitir sin provocar un desastre climático— se agotaría en menos de tres semanas.
Para mantenerse dentro de los límites del umbral de 1,5 grados centígrados (°C), el 0,1 % más rico tendría que reducir sus emisiones per cápita en 99 % para 2030.
Con el Acuerdo de París de 2015, la casi totalidad de las naciones pactaron trabajar para que el calentamiento del planeta no superase el umbral de 1,5 °C sobre la temperatura media de la era preindustrial (1850-1900) para el año 2050, ni más de dos grados para finales de este siglo.
Las emisiones del uno por ciento más rico son suficientes para causar 1,3 millones de muertes relacionadas con el calor a finales de siglo, así como 44 billones (millones de millones) de dólares de daños económicos a los países de ingresos bajos y medios-bajos para 2050.
Los efectos de estos daños climáticos afectarán de manera desproporcionada a quienes menos han contribuido a la crisis climática, en particular a las personas que viven en el Sur global, con mayor impacto en las mujeres, las niñas y los grupos indígenas, indica Oxfam.
La investigación también detalla cómo los multimillonarios están utilizando su influencia política y económica para mantener a la humanidad dependiente de los combustibles fósiles, con el fin de maximizar sus beneficios privados.
Señala que los súper ricos no solo consumen carbono en exceso, sino que también invierten activamente en las empresas más contaminantes y se benefician de ellas.
El multimillonario promedio produce 1,9 millones de toneladas de CO2 equivalente al año a través de sus inversiones, revela la investigación. Esos multimillonarios tendrían que dar casi 10 000 vueltas al mundo en sus jets privados para emitir semejante cantidad.
Casi 60 % de las inversiones de los multimillonarios se clasifican como sectores de alto impacto climático, como el petróleo o la minería, lo que significa que sus inversiones emiten dos veces y media más que una inversión media en el índice de capitalización bursátil S&P Global 1200.
Las emisiones de las carteras de inversión de solo 308 multimillonarios suman más que las emisiones combinadas de 118 países.
El poder y la riqueza de las personas y empresas multimillonarias también les han permitido ejercer una influencia injusta en la elaboración de políticas y diluir las negociaciones sobre el clima, sostiene el reporte de Oxfam.
En la COP29 (en Bakú, 2024), se concedieron acreditaciones a 1773 lobistas del carbón, el petróleo y el gas, más que a los 10 países más vulnerables al clima juntos.
Varios países ricos y con altas emisiones, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, han diluido las leyes climáticas tras recibir grandes donaciones de los lobistas contrarios al clima.
Behar comentó que “los súper ricos y las empresas que dirigen tienen un historial mortífero de financiar a grupos de presión, difundir desinformación sobre el clima y demandar a las ONG y los gobiernos que intentan interponerse en su camino”.
“Debemos romper el dominio de los superricos sobre la política climática gravando su riqueza extrema, prohibiendo sus actividades de presión y, en su lugar, situando a los más afectados por la crisis climática en primera línea de la toma de decisiones sobre el clima”, agregó el responsable de Oxfam.
La coalición presenta una serie de demandas en el contexto de la COP30, comenzando por reducir drásticamente las emisiones de los súper ricos y hacer que los contaminadores más ricos paguen -mediante impuestos sobre la riqueza extrema- tributos sobre los beneficios excesivos de las empresas de combustibles fósiles.
Estima que un impuesto de 60 % sobre los ingresos totales del uno por ciento más rico a nivel mundial podría reducir las emisiones de carbono equivalentes al total de las del Reino Unido y generar alrededor de 6,4 billones de dólares.
Apunta a frenar la influencia económica y política de los más ricos, prohibiendo a las empresas de combustibles fósiles participar en negociaciones climáticas como la COP, con normas de sostenibilidad a las empresas y las instituciones financieras.
Propone reforzar la participación de la sociedad civil y los grupos indígenas en las negociaciones sobre el clima, y abordar los efectos desiguales del cambio climático.
Además, adoptar un enfoque de reparto equitativo del presupuesto climático restante, comprometiéndose con las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC en inglés) que reflejen la responsabilidad histórica y la capacidad de actuar, y garantizando que los países ricos proporcionen una financiación climática ambiciosa.
Finalmente expresa como propuesta “construir un sistema económico equitativo que anteponga a las personas y al planeta, rechazando la economía neoliberal dominante y avanzando hacia una economía basada en la sostenibilidad y la igualdad”.
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