Participantes en ensayo de fármaco contra tuberculosis resistente celebran su éxito

Antes del exitoso ensayo Nix-TB, que tuvo lugar en Sudáfrica entre 2015 y 2017, los pacientes con tuberculosis extremadamente resistente a los medicamentos (XDR-TB) debían someterse a un complicado tratamiento para la forma más mortal de la enfermedad.

Tsholofelo Msimango en su casa en Brakpan, cerca de la ciudad sudafricana de Johannesburgo. Imagen: Jonathan Torgovnik / TB Alliance

BRATISLAVA – Cuando Tsholofelo Msimango se unió hace una década a un pequeño ensayo de un nuevo régimen de medicamentos para tratar la tuberculosis (TB), no tenía idea de si los fármacos que estaba a punto de recibir la ayudarían.

Pero después de haber pasado ya seis meses en el hospital tras desarrollar tuberculosis extremadamente resistente a los medicamentos (XDR-TB), la forma más letal de la enfermedad, que en ese momento apenas era curable, ya que se creía que tres cuartas partes de las personas con XDR-TB morían incluso antes de recibir un diagnóstico y solo un tercio de quienes recibían tratamiento sobrevivían, ella decidió que tenía poco que perder.

“Tenía mis dudas, por supuesto, sobre si tendría algún éxito”, cuenta a IPS. “Pero, para ser honesta, en ese momento todo lo que podía pensar era que tal vez me ayudaría, que podría salir del hospital y volver a casa. Estaba lista para correr ese riesgo. Me alegra haberlo hecho. Ese ensayo me salvó la vida, estoy segura de eso”, dice.

Msimango, que tenía 21 años en ese momento y vivía en Brakpan, en Sudáfrica, fue una de las 109 participantes del ensayo Nix-TB, que probó un nuevo régimen de medicamentos en tres centros del país entre 2015 y 2017.

Hasta entonces, el tratamiento típico para las formas más graves de TB resistente a los medicamentos implicaba que los pacientes tomaran diariamente una potente combinación de píldoras, a veces decenas de ellas, además de inyecciones, durante períodos de hasta dos años.

Los efectos secundarios de esos regímenes podían ser horribles: se habían reportado sordera, insuficiencia renal y psicosis, y las tasas de abandono del tratamiento eran altas, lo que no solo empeoraba la condición del paciente, sino que también contribuía a la propagación de las cepas más graves de la enfermedad en las comunidades.

El ensayo Nix-TB probó un régimen completamente oral de seis meses, que combinaba los fármacos pretomanid, bedaquilina y linezolid (BPaL).

Sus resultados, una tasa de éxito del tratamiento de 90 %, fueron considerados revolucionarios por los expertos, y el ensayo se convirtió en un momento decisivo en la lucha contra la enfermedad infecciosa más mortal del mundo.

Msimango cuenta que, antes de unirse al ensayo, había estado tomando “muchas pastillas y recibiendo inyecciones”. Estas últimas, dice, habían dejado de funcionar contra la enfermedad.

Pero poco después de comenzar el ensayo, notó un cambio. Antes del tratamiento, había tenido dificultades para mantener su peso debido a la enfermedad y a la medicación.

“Fue cuando empecé a subir de peso que comencé a pensar que el tratamiento estaba funcionando. Teníamos controles, incluso de peso, todas las semanas, y cuando vi que estaba aumentando, supe entonces que me estaba recuperando”, dice.

Al final del ensayo, afirma que se sentía como una persona diferente.

Las pruebas mostraron que estaba libre de TB.

“Por supuesto, estaba emocionada porque finalmente podía dejar de tomar medicamentos y porque estaba sana, libre de TB y podía volver a vivir una vida normal. Pero también me emocionaba poder dejar el hospital después de un año y regresar a casa.

Ya había estado internada siete meses antes del ensayo y otros seis meses durante el mismo, y fue difícil estar tanto tiempo lejos de casa. El hospital estaba muy lejos de donde vivía, así que era muy complicado para mi madre venir a visitarme y traerme cosas”, recuerda.

Pero, aunque ahora está sana y libre de TB, la enfermedad sigue ocupando un lugar importante en la vida de Msimango.

Decidió que quería ayudar a otras personas afectadas por la tuberculosis. Hoy es una activista y educadora comunitaria en temas de TB, y colabora en la captación de personas para estudios médicos.

“Le recomendaría a cualquiera que, si tiene la oportunidad de participar en un estudio como el que yo participé, lo haga”, afirma.

Tsholofelo Msimango y su hijo en su casa en Brakpan, cerca de Johannesburgo, en Sudáfrica. Imagen: TB Alliance / Jonathan Torgovnik

Ahora, madre de un niño pequeño, dice que le habla a su hijo sobre lo que vivió y sobre la tuberculosis para que entienda la enfermedad y los riesgos que representa.

“Le cuento a mi hijo lo que me pasó, por qué estuve en el hospital y por qué ahora trabajo en la comunidad de TB. Les hablo a él y a sus amigos sobre la tuberculosis, lo que se puede hacer para evitar su propagación y cómo pueden ayudar, por ejemplo, cubriéndose la boca al toser”, cuenta.

“De hecho, cuento mi historia muy a menudo porque espero que pueda ayudar a otras personas”, agrega.

Otra participante del ensayo, Bongiswa Mdaka, dice lo mismo.

“Les hablo todo el tiempo a las personas sobre la tuberculosis y mi experiencia con ella; soy muy abierta al respecto. Si veo a alguien que lleva más de dos semanas tosiendo, le hablo sobre la enfermedad y sobre la importancia de hacerse pruebas y tratarse lo antes posible”, dice a IPS.

Desde su casa en Vereeniging, Gauteng, Mdaka, que tenía 27 años cuando comenzó el ensayo, dijo que, al igual que Msimango, este cambió su vida.

“El ensayo fue un salvavidas para mí. No solo cambió mi vida, sino que la salvó. Me dio una segunda oportunidad. Hace diez años, antes del ensayo, la situación para las personas con XDR-TB no era buena. Me diagnosticaron MDR-TB y cuando mi condición siguió empeorando, me hospitalizaron. Estuve tres días en el hospital y me dijeron que no era MDR-TB, sino XDR-TB, la peor forma posible. Fue como escuchar una sentencia de muerte.

“Así que, cuando las personas del ensayo se acercaron a mí, fue como una bendición. No tenía grandes expectativas, solo esperaba mejorar. Hoy estoy sana y libre de TB. Soy fuerte. Tengo una familia y una vida normal. La vida es buena”, dice.

Zeldah Nkosi, la madre de Tsholofelo Msimango. Esta dice que su madre fue un “pilar de apoyo” durante el tiempo en que tuvo tuberculosis. Imagen: TB Alliance

Al hablar con los expertos que participaron en el ensayo, queda claro que, al inicio, nadie sabía lo importante que sería para el futuro del tratamiento de la tuberculosis.

La doctora Pauline Howell fue quien manejó a los pacientes durante el ensayo Nix-TB en el Hospital de Enfermedades Tropicales Sizwe, en Johannesburgo, donde Msimango fue paciente.

“Antes del ensayo Nix sabíamos que el tratamiento era demasiado largo, demasiado tóxico, que funcionaba en menos de la mitad de las personas afectadas por la TB, y que, entre los diagnosticados con XDR-TB (según la definición previa a 2021), solo el 20 % seguía vivo después de cinco años», explica a IPS.

Y detalla: «Yo recién comenzaba en los ensayos clínicos en 2015, pero era evidente para todos los que sabíamos algo sobre la XDR-TB que reemplazar el tratamiento extendido, que incluía al menos seis meses de inyecciones y todos los demás medicamentos (el enfoque del fregadero de cocina), por solo tres fármacos nos ponía bastante ansiosos”.

Pero, como muchos de los participantes, vio relativamente rápido qué tan bien funcionaba el tratamiento.

“Cuando los participantes del ensayo empezaron a contarles a los nuevos pacientes sobre este estudio y los traían al centro de investigación antes de que nosotros mismos pudiéramos hablar con ellos, eso decía mucho. Cuando algunos pacientes que habían estado internados más de dos años empezaron a responder al tratamiento y a negativizar sus cultivos, fue maravilloso celebrarlo con ellos”, relata Howell, ahora jefa del Centro de Investigación Clínica del Hospital Sizwe.

“Cuando los pacientes se mudaban desde Eastern Cape hasta Gauteng solo para acceder al ensayo, supimos que este era el tratamiento que también querríamos para nosotros y nuestros seres queridos”, explica.

“Definitivamente hubo algunos [participantes] que tal vez no habrían sobrevivido sin este tratamiento, pero para la mayoría, pudieron volver a sus vidas más rápido, potencialmente causar menos infecciones y sufrir menos soledad y otras consecuencias de tener TB resistente a los medicamentos”, añade.

Sin embargo, aunque el ensayo tuvo un efecto inmediato en sus participantes, sus resultados, que mostraron el enorme potencial del régimen, allanaron el camino para que el BPaL revolucionara el tratamiento de la tuberculosis.

“No tenía idea de que este ensayo sería el primer paso hacia el cambio del tratamiento de la tuberculosis resistente a los medicamentos en todo el mundo”, dice Howell.

“Es bueno recordar que, aunque la TB es mortal, es curable, y que los efectos secundarios del régimen BPaL/M son comunes pero previsibles y manejables. Hace una década, los pacientes cancelaban sus contratos de alquiler, renunciaban a sus trabajos, les decían a sus parejas que siguieran adelante y sus familias contrataban seguros funerarios», precisa.

Hoy, amplia, «los pacientes se sientan frente a mí y dicen: ‘¡Ya llevo dos semanas aquí! Necesito volver a casa y retomar mi vida’. Me impresiona cuánto ha cambiado todo, en parte gracias al ensayo Nix”.

En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobó el BPaL, con o sin otro medicamento, la moxifloxacina (M), y actualmente el BPaL(M) es la opción de tratamiento preferida para la TB resistente a los medicamentos.

Según datos de la TB Alliance, la organización sin fines de lucro que desarrolló el pretomanid, el BPaL y los regímenes basados en BPaL tratan alrededor del 75 % del número total de casos de TB resistente tratados cada año. Se prevé que pronto ese número alcance el 90 %.

Mientras tanto, el grupo afirma que los regímenes ya han salvado más de 11 000 vidas y 100 millones de dólares para los sistemas de salud de todo el mundo, y que para 2034 se espera que salven 192 000 vidas adicionales y casi 1300 millones de dólares.

En algunos países clasificados como de alta carga de TB, ya han cambiado significativamente el panorama.

“En Sudáfrica, que adoptó las directrices del BPaL/M en septiembre de 2023, estamos viendo por primera vez un porcentaje de pacientes que abandonan el tratamiento de un solo dígito en la historia de nuestro programa de TB”, dice Howell.

Pero el potencial del régimen podría estar en riesgo de no cumplirse plenamente, ya que los países más ricos están recortando sus presupuestos de ayuda exterior, lo que afecta la financiación que tradicionalmente ha apoyado los programas contra enfermedades y otros servicios de salud en países pobres.

“El desafío eterno con la TB es lo estrechamente ligada que está a la falta de acceso, la pobreza, el consumo de sustancias, la falta de vivienda y la falta general de financiación para superar estos desafíos… Lamentablemente, mientras haya pobreza, falta de acceso, voluntad política y de fondos, la TB seguirá conviviendo con nosotros”, afirma Howell.

“Algunas personas ahora no pueden conseguir sus medicamentos por estos recortes”, lamenta Msimango. “Están costando vidas”, remarca.

T: GM / ED: EG

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