Países del Sur pagan más de lo que reciben por préstamos climáticos

Mujeres en Senegal trabajan en la preparación de plántulas para reforestación como parte de programas de acción climática y protección de la biodiversidad. Los países en desarrollo requieren financiamiento para programas de mitigación y adaptación al cambio climático, pero la mayor parte de esos recursos ingresa en forma de préstamos que aumentan su deuda externa y con ella su vulnerabilidad, mientras se benefician los acreedores en las naciones ricas. Imagen: Benedicte Kurzen / FAO

LONDRES – Los países en desarrollo están pagando a las naciones ricas siete dólares por cada cinco que reciben como préstamos para la financiación climática, reveló este lunes 6 una investigación de la coalición contra la pobreza Oxfam y el Centro de Justicia Climática de la organización humanitaria Care.

Nafkote Dabi, responsable de política climática de Oxfam, afirmó que “los países ricos están tratando la crisis climática como una oportunidad de negocio, no como una obligación moral”.

“Están prestando dinero a las mismas personas a las que han perjudicado históricamente, atrapando a las naciones vulnerables en un ciclo de deuda. Se trata de una forma de lucrar con la crisis”, aseveró.

El estudio indica que 65 % de la financiación climática al Sur Global se entrega en forma de préstamos, por ella los países en desarrollo pagan más de lo que reciben y, mientras tanto, las naciones ricas capitalizan la crisis.

Afirma que “esta forma de lucrar con la crisis por parte de los países ricos está agravando la carga de la deuda y obstaculizando la acción climática” en el planeta.

“Para agravar aún más este fracaso, los profundos recortes en la ayuda exterior amenazan con reducir aún más la financiación climática, traicionando a las comunidades más pobres del mundo, que son las que más sufren los efectos de los crecientes desastres climáticos”, asentó el estudio.

El “Informe sombra sobre financiamiento climático 2025”, producido por la investigación, señala que los países ricos afirman haber movilizado 116 000 millones de dólares en financiación climática en 2022, pero el valor real es de solo entre 28 000 y 35 000 millones, menos de un tercio de la cantidad prometida.

Casi dos tercios de la financiación climática se concedieron en forma de préstamos, a menudo a tipos de interés estándar sin concesiones. Como resultado, la financiación climática aumenta cada año la deuda de los países en desarrollo, que actualmente asciende a 3,3 billones (millones de millones) de dólares.

Países como Francia, Japón e Italia se encuentran entre los principales responsables.

Los países menos desarrollados solo recibieron 19,5 % y los pequeños Estados insulares en desarrollo 2,9 % del total de la financiación pública para el clima entre 2021 y 2022. Y la mitad fue en forma de préstamos que deben devolver.

Destaca la conclusión de que los países desarrollados se están beneficiando de estos préstamos, ya que los reembolsos superan los desembolsos.

En 2022, los países en desarrollo recibieron 62 000 millones de dólares en préstamos climáticos. El estudio estimó que esos préstamos darán lugar a reembolsos de hasta 88 000 millones de dólares, un “beneficio” de 42 % para los acreedores.

Solo tres por ciento de la financiación se destinó específicamente a mejorar la igualdad de género, a pesar de que la crisis climática afecta de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas.

El reporte destaca que esta situación “se produce en un momento en que los países ricos están llevando a cabo los recortes más drásticos en la ayuda exterior desde la década de 1960”.

Recoge que los datos de la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, establecida por naciones industrializadas) muestran una caída de nueve por ciento en 2024, y las previsiones para 2025 apuntan a un recorte adicional de entre nueve y 17 %.

Expone que, a medida que se intensifican los efectos de los desastres climáticos provocados por los combustibles fósiles, las comunidades de los países de bajos ingresos se quedan con menos recursos para adaptarse al rápido cambio climático.

Esos desastres, señala como ejemplos, en 2024 desplazaron a millones de personas en el Cuerno de África, afectaron a otros 13 millones en Filipinas e inundaron a 600 000 personas en Brasil.

La financiación para la adaptación también está infrafinanciada, ya que solo recibe 33 % de la financiación climática. Esto debido a que los inversionistas prefieren proyectos de mitigación con retornos financieros más inmediatos.

John Norbo, asesor sobre clima de Care Dinamarca, sostuvo que “los países ricos están fallando en la financiación climática y no tienen ningún plan para cumplir sus compromisos de aumentar el apoyo. De hecho, muchos están recortando la ayuda, dejando que los más pobres paguen el precio, a veces con sus vidas”.

“La COP30 debe hacer justicia, no otra ronda de promesas vacías”, dijo Norbo, en referencia a la 30 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, prevista para noviembre en Belém, una ciudad amazónica del norte de Brasil.

De cara a la COP30, Oxfam y Care plantean a los países ricos que cumplan sus compromisos de financiación climática, proporcionen los 600 000 millones de dólares previstos para 2020-2025, y describan claramente cómo piensan aumentar la financiación hasta los 300 000 millones de dólares anuales acordados.

Les piden que “dejen de lucrar con la crisis” y aumenten drásticamente la proporción de subvenciones y financiación en condiciones muy favorables, para evitar que las comunidades más vulnerables al clima del mundo se endeuden aún más.

Proponen que se multiplique la financiación para la adaptación, comprometiéndose como mínimo a triplicarla para 2030, utilizando como referencia el objetivo de la COP26 de duplicar la financiación de adaptación para 2025.

Señalan la necesidad de que el Fondo Mundial para Responder a las Pérdidas y Daños debe estar adecuadamente capitalizado: insisten en que “las víctimas del cambio climático no deben seguir siendo ignoradas”.

Finalmente, piden movilizar nuevas fuentes de financiación: mediante impuestos a los súper ricos, lo que solo en los países de la Ocde puede recaudar 1,2 billones de dólares anuales, y a los beneficios excesivos de las empresas de combustibles fósiles a nivel mundial, lo que podría recaudar otros 400,000 millones al año.

A-E/HM

 

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