El déficit de financiación para la adaptación deja al Sur en desarrollo expuesto

El ojo del huracán Melissa a su paso por Jamaica, el ciclón tropical más fuerte jamás registrado en el Caribe. Imagen: X
Cecilia Russell

NAIROBI / JOHANNESBURGO – El huracán Melissa tocó tierra el martes 28 en Jamaica, el más fuerte que ha azotado la isla desde 1851, y se prevé que deje decenas de miles de personas desplazadas y daños devastadores en las infraestructuras.

El vendaval tropical, ligeramente debilitado pero no por ello menos devastadora, tocó tierra este miércoles 29 en Cuba, al tiempo que el recién publicado Informe sobre la brecha de adaptación 2025, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), muestra que la financiación necesaria para que los países del Sur en desarrollo se adapten a la crisis climática está muy por debajo de sus necesidades.

El informe estima que las necesidades de financiación para la adaptación de los países en desarrollo oscilarán entre 310 000 y 365 000 millones de dólares al año para 2035.

Sin embargo, la financiación pública internacional para la adaptación de los países desarrollados a los países en desarrollo se redujo de 28 000 millones de dólares estadounidenses en 2022 a 26 000 millones en 2023. Aún no se dispone de datos para 2024 y 2025.

«Esto deja un déficit de financiación para la adaptación de entre 284 000 y 339 000 millones de dólares al año, entre 12 y 14 veces más que los flujos actuales», afirma el informe publicado en vísperas de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático, que acogerá la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña.

Sin embargo, la financiación para la adaptación desempeña un papel crucial en los países y comunidades que se enfrentan a los efectos de la crisis climática.

«Los efectos del clima se están acelerando. Sin embargo, la financiación para la adaptación no sigue el ritmo, lo que deja a los más vulnerables del mundo expuestos al aumento del nivel del mar, a tormentas mortales y a un calor abrasador», afirmó el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en su mensaje sobre el informe.

Añadió que «la adaptación no es un coste, es un salvavidas. Cerrar la brecha de adaptación es la forma de proteger vidas, hacer justicia climática y construir un mundo más seguro y sostenible. No perdamos ni un momento más».

Sin embargo, las inversiones en la acción climática superan con creces los costes de la inacción, señala el informe.

Por ejemplo, cada dólar gastado en la protección de las costas evita daños por valor de 14 dólares

Las soluciones urbanas basadas en la naturaleza reducen la temperatura ambiente en más de 1 °C de media, lo que supone una mejora significativa durante el calor del verano; y el desarrollo de capacidades relacionadas con la salud puede reducir aún más los síntomas del estrés térmico.

«Todas las personas de este planeta viven con los efectos del cambio climático: incendios forestales, olas de calor, desertificación, inundaciones, aumento de los costes y mucho más», afirmó Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma, con su sede en Nairobi.

«A medida que las medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero siguen rezagadas, estos efectos no harán más que empeorar, perjudicando a más personas y causando importantes daños económicos», añadió.

El informe concluye lo siguiente:

-Las necesidades de financiación para la adaptación de los países en desarrollo para 2035 son al menos 12 veces superiores a los flujos actuales de financiación pública internacional para la adaptación.

-Si continúan las tendencias actuales, no se alcanzará el objetivo del Pacto Climático de Glasgow de duplicar los 40 000 millones de dólares de 2019, durante la COP26, celebrad en la ciudad escocesa en 2021.

-El Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, en inglés) para la financiación climática, adoptado en la COP29, celebrada en Bakú el año pasado, es insuficiente para satisfacer las necesidades de financiación para la adaptación de los países del Sur en desarrollo en 2035.

-Hay indicios de que la planificación y la aplicación de la adaptación están mejorando, pero son limitados.

La presidencia brasileña de la COP30 ha pedido un «esfuerzo global» —mutirão global, en portugués— para aplicar medidas climáticas ambiciosas en respuesta a la aceleración de los efectos del cambio climático.

Esto incluye salvar la brecha financiera y exigir que tanto la financiación pública como la privada aumenten sus contribuciones.

Cuando se le preguntó a Andersen cómo le irá a Jamaica en términos de adaptación, respondió: «La realidad es que, en el segmento de países en desarrollo con bajos ingresos, nadie está preparado, a menos que se encuentre en terrenos muy elevados y no tenga tendencia a sufrir incendios, deslizamientos de tierra, inundaciones, etc».

Añadió que «la realidad es también que los pequeños Estados insulares en desarrollo expuestos a vientos fuertes, los que están frente al océano, o aquellos que tienen mucha población humana en zonas expuestas son, obviamente, los que corren mayor riesgo».

Por ello, dijo, «cuando miramos a países como Jamaica u otros pequeños Estados insulares en desarrollo, es evidente que se verán muy, muy afectados, como estamos viendo; algunos están perdiendo territorio debido al aumento del nivel del mar, otros están siendo golpeados una y otra vez por estas tormentas».

Andersen hizo un llamamiento a un amplio debate sobre la adaptación en la COP30.

El informe reflexiona sobre las oportunidades que ofrece la Hoja de ruta de Bakú a Belém para alcanzar 1,3 billones (millones de millones) de dólares, adoptada en la COP29.

Pero resalta que las pruebas evidentes de la aceleración de los efectos del clima, junto con las prioridades geopolíticas y las crecientes restricciones fiscales, hacen que sea más difícil movilizar los recursos necesarios para la mitigación del clima, la adaptación y las pérdidas y daños.

El informe sobre adaptación también señala que el NCQG para la financiación climática, acordado en la COP29, que instaba a los países industriales, los mayores contaminantes,  a aportar al menos 300 000 millones de dólares al año para la acción climática en los países en desarrollo hasta 2035, sería insuficiente para cubrir el déficit de financiación.

Las tasas de inflación previstas hasta 2035 elevan la financiación estimada que necesitan los países en desarrollo para la adaptación de 310 000 a 365 000 millones de dólares al año en precios de 2023 a entre 440 000 y 520 000 millones de dólares al año.

El objetivo de 300 000 millones de dólares se refiere tanto a la mitigación como a la adaptación, lo que significa que la adaptación recibiría una parte menor.

El informe también advierte que, si bien la hoja de ruta de Bakú a Belém para recaudar 1,3 billones de dólares para 2035 podría marcar una gran diferencia, hay que tener cuidado de no aumentar la vulnerabilidad de los países en desarrollo.

Las subvenciones y los instrumentos concesionales y que no generan deuda son esenciales para evitar el aumento del endeudamiento, lo que dificultaría la inversión en adaptación de los países vulnerables.

Se insta al sector privado a contribuir más para cerrar la brecha. Los flujos privados, estimados en 5000 millones de dólares al año, podrían alcanzar los 50 000 millones, pero esto requeriría «medidas políticas específicas y soluciones de financiación combinada, con financiación pública concesional utilizada para reducir el riesgo y ampliar la inversión privada».

T: MF / ED: EG

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