PORTLAND, Estados Unidos – Pese a las ansiedades, preocupaciones y advertencias, los androides o robots humanoides que dependen de la inteligencia artificial generativa (IAG) y de la robótica avanzada están siendo incorporados cada vez más en la vida moderna de las poblaciones humanas. Esta integración plantea serios desafíos respecto al futuro de la humanidad en una era en la que los androides emergen con rapidez.
Algunos han manifestado inquietudes de que la IAG y los robots están reproduciendo y acentuando prejuicios sociales existentes, estereotipos, misoginia y discriminación en el desarrollo de estas nuevas tecnologías.
Pronto se espera que los androides cambien la naturaleza del trabajo, de las interacciones sociales, de la resolución de conflictos y de la gestión de recursos. Sin embargo, todavía no se han establecido directrices, regulaciones ni protocolos para su uso y para la protección de los derechos humanos, el empleo y las relaciones sociales.
Crecimiento
En respuesta a la creciente necesidad de automatización en diversos sectores de la sociedad, junto con la reducción de costos de producción y el aumento de las inversiones corporativas, el uso de androides evoluciona rápidamente. Los avances en inteligencia artificial generativa han acelerado su desarrollo.
Al inicio del siglo XXI, la población mundial de humanos era de unos 6200 millones de personas y, salvo en novelas y películas de ciencia ficción, los androides eran prácticamente inexistentes. Para 2025, la población humana había aumentado a 8200 millones, mientras que el número de androides se estimaba en unos 10 000.
Para 2050, se proyecta que la población mundial de humanos y androides alcance 9200 millones y 1000 millones, respectivamente (Tabla 1).

Con muchos países enfrentando declive demográfico y envejecimiento poblacional, junto con la oposición a la inmigración en la mayoría de los países de destino, numerosos gobiernos, industrias y organizaciones recurren cada vez más a tecnologías que incorporan inteligencia artificial generativa y robótica avanzada.
El crecimiento de los androides está impulsado por diversos factores, entre ellos las importantes inversiones financieras, la disminución de los costos de producción y la intensa competencia entre países en el mercado humanoide. Los androides se utilizan cada vez más en la educación, el entretenimiento, la salud, la manufactura y las tareas domésticas.
Reacciones
Las reacciones de las poblaciones humanas frente a los androides varían considerablemente. Muchas personas sienten ambivalencia hacia ellos, aunque lo consideran un desarrollo “inevitable”.

Aunque gran parte de la población usa tecnologías habilitadas por inteligencia artificial a diario, existe temor de que los androides provoquen desplazamiento laboral, desempleo creciente, mal uso, abusos, vigilancia intrusiva y pérdida de conexión humana.
La presencia creciente de androides intensifica la competencia por los empleos, en particular entre los recién graduados universitarios. Esta situación podría derivar en un desempleo generalizado, mayor dependencia de las tecnologías emergentes y un incremento significativo de la desigualdad económica.
Las percepciones sobre la inteligencia artificial (IA) difieren ampliamente entre países. Una encuesta en 21 naciones mostró diferencias marcadas entre países más desarrollados y menos desarrollados.
Mientras que la mayoría del público en países menos desarrollados, como Brasil, China e India, tenía opiniones positivas sobre la IA, en países más desarrollados, como Alemania, Japón y Estados Unidos, 40 % o menos del público opinaba favorablemente (Imagen 1).

Otra encuesta realizada en los países ricos del Grupo de los 7 (G7) en 2024 indicó que 80 % de los encuestados temía que los androides les quitaran empleos, mientras que 70 % creía que dominarían las interacciones sociales.
Además, 60 % de los encuestados declaró sentirse incómodo con los androides y prefería que no se parecieran a los humanos. Se cree que esta preferencia está vinculada al “efecto valle inquietante”, que alude a la sensación extraña o perturbadora que algunas personas experimentan frente a robots humanoides y personajes digitales de apariencia realista (Imagen 2).

Avances
Los progresos en robótica e IAG han dado lugar también a los Socibots, androides diseñados como robots sociales. Utilizando IA generativa y robótica avanzada, buscan desempeñar el papel de amigos y ofrecer compañía.
Encuestas internacionales de Gallup han revelado que cerca de una quinta parte de la población mundial experimentó soledad “gran parte del día anterior”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala, además, que el aislamiento social y la soledad afectan a más de mil millones de personas en el mundo.
Equipados con sensores e IAG, los Socibots están diseñados para interactuar y comunicarse con humanos usando comportamientos sociales. Se proyecta que sean compañeros, educadores y asistentes, con aplicaciones en hospitales, escuelas y hogares a medida que sus capacidades mejoren.
A diferencia de los Socibots, los warbots son robots, vehículos o dispositivos no tripulados diseñados para operaciones militares. Pueden ser autónomos o controlados a distancia y están destinados a aplicaciones bélicas.
Las fuerzas armadas y de seguridad de diversos países ya utilizan sistemas de armas autónomas, o warbots, capaces de identificar y atacar objetivos con distintos grados de supervisión humana. Estos sistemas avanzan rápidamente gracias al progreso de la inteligencia artificial generativa.
Aunque los “robots asesinos” capaces de seleccionar y atacar objetivos sin intervención humana aún no están desplegados de forma generalizada, el interés por incrementar la autonomía de los warbots para operar de manera independiente y detrás de las líneas enemigas va en aumento.
Preocupaciones
Más de 120 países y organizaciones, como Human Rights Watch y la Campaña para Detener a los Robots Asesinos, han pedido una prohibición internacional del desarrollo y uso de warbots autónomos que puedan seleccionar y atacar objetivos sin control humano.
Sin embargo, algunos gobiernos sostienen que una prohibición internacional no es necesaria. Alegan que la robótica autónoma podría salvar vidas de soldados que, de otro modo, morirían en combate. También destacan que la mayoría de los robots militares son teleoperados y no están armados, utilizándose sobre todo para reconocimiento, vigilancia, detección de francotiradores y neutralización de explosivos.
Algunas personas padecen de robofobia, un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo intenso a los androides y robots con inteligencia artificial generativa. Para ellas, la presencia creciente de robots humanoides resulta inquietante, peligrosa y una amenaza para la sociedad.
El avance de la IAG a nivel mundial demanda cantidades sustanciales de electricidad. Se estima que miles de millones de dólares se destinan a los centros de datos necesarios para alimentar la inteligencia artificial. La Agencia Internacional de Energía proyecta que, para 2030, esos centros consumirán un poco más de la energía que consume Japón en la actualidad.
Aun así, quienes se benefician económicamente minimizan estas preocupaciones y subrayan las ventajas de los androides: mayor eficiencia, mano de obra adicional, más productividad, nuevas oportunidades de negocios, más seguridad, entretenimiento, asistencia personal y compañía.
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Algunos observadores, sin embargo, advierten sobre la “exageración humanoide”. Señalan que los robots no están adquiriendo destrezas en el mundo real al mismo ritmo en que los chatbots logran fluidez lingüística, y que pasarán décadas de investigación y desarrollo antes de que los androides puedan desempeñar esas habilidades esenciales.
Otros, llamados catastrofistas, advierten de los riesgos de un crecimiento tan rápido de la IAG, en especial de su potencial de manipulación y disrupción. Temen que estos sistemas acaben superando la inteligencia humana, alcancen la singularidad y escapen al control humano, con consecuencias catastróficas.
Conclusiones
Los avances recientes en inteligencia artificial generativa y robótica han impulsado la introducción de androides en la sociedad moderna. Su surgimiento plantea desafíos significativos para las poblaciones humanas, sobre todo respecto al futuro de la humanidad en un mundo dominado por la robótica humanoide.
Mientras algunos consideran inevitable su desarrollo, preocupa que en un futuro cercano los androides puedan resultar excesivamente intrusivos, disruptivos y sustituyan numerosos empleos humanos, en especial los iniciales en sectores como derecho, finanzas y consultoría.
Además, existe inquietud por el aislamiento social, la dependencia y la pérdida de conexión humana a medida que los androides asumen funciones de compañía y asistencia. Otros, en particular quienes tienen inversiones, insisten en los beneficios y ventajas de los androides.
Sin regulaciones y salvaguardas adecuadas, enfocadas en la seguridad, la equidad y los derechos humanos básicos, no está claro cómo los androides podrán integrarse a las poblaciones humanas sin poner en riesgo el bienestar y el futuro de la humanidad. También resulta incierto cómo reaccionarán las personas, en especial los niños, ante robots humanoides con inteligencia artificial avanzada que ofrecen asistencia y compañía.
Joseph Chamie es demógrafo y consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.
T: GM / ED: EG