Del matriarcado a ser víctimas: Cómo las indígenas de Canadá viven su historia

Una celebración de los pueblos indígenas en Canadá. Imagen: Cortesía de Chrystal Tabobandung

TORONTO, Canadá – Si el colonialismo europeo no hubiera alcanzado a Canadá, el matriarcado seguiría siendo fuerte en la cultura indígena. El matriarcado era la columna vertebral de la estructura social y de la línea de dominio en la «Isla de la Tortuga», como los indígenas del país denominan a la Norteamérica  prevía a la llegada de los occidentales, en un concepto referido a su identidad y resistencia.

En la práctica, las mujeres indígenas en Canadá han sido víctimas de violencia y discriminación. En teoría, debían gozar, junto con los niños, de plena protección, tal como establece el artículo 22 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI).

“El conocimiento tradicional estaría completo. Nuestras lenguas, ceremonias, sistemas de gobernanza, la salud del planeta, las comunidades, cosmologías, prácticas de la tierra, preservación del agua y métodos de cosecha estarían vivos y bien”, dice Kim Wheatley, guardiana del Conocimiento Ancestral Anishinaabe, cuyo nombre espiritual es “cabeza / lideresa de la Flor de Fuego”.

El anishinaabe es un grupo de pueblos indígenas vinculados entre sí y asentados en la región de los grandes lagos de Canadá y el colindante Estados Unidos.

El rol e influencia femenina en la cultura indígena tradicional eran poderosos y fundamentales. Wheatley señala cómo el deber principal de las mujeres, “como el de todos los miembros de la comunidad, era vivir en armonía con la creación, una vida de propósito y pasión comprometida basada en los dones con los que llegaban del mundo espiritual”.

“Las mujeres eran cazadoras, recolectoras, curanderas, sanadoras, educadoras, líderes, artistas, pescadoras, ceremoniales, cantantes, bailarinas, artistas y guardianas de la gobernanza: realmente el pegamento social sobre cómo proveer para el bien común. Ellas eran quienes tomaban las grandes decisiones a largo plazo para las comunidades de las que eran responsables”, añadió.

La historia de las mujeres indígenas en Canadá es considerablemente incompatible con lo que Disney intentó distorsionar en su popular pelicula de animación “Pocahontas”.

Chrystal Tabobandung, fundadora de Raise (formación en conciencia y competencia cultural indígena), con raíces ojibwe, observa el “odio de las mujeres blancas hacia nosotras, como si fuéramos menos. Nos echaron de nuestros hogares. Hoy sufrimos y somos sexualizadas por hombres y por las redes sociales. Históricamente, las mujeres blancas nos envidiaban por los roles que teníamos en nuestras comunidades y nuestras formas tradicionales”.

Ahí es donde el impacto del colonialismo entró desde los primeros contactos y fue cambiando con el tiempo. “Las mujeres en Europa no debían ser vistas ni escuchadas. Estaban en segundo plano, y resentían mucho que aquí las mujeres indígenas tuvieran voz, un asiento en la mesa para tomar decisiones sobre seguridad, crianza, política e incluso dónde acampar”, aseguró.

Kim Wheatley, guardiana del Conocimiento Ancestral Anishinaabe

Desigualdad socioeconómica

El efecto del modelo social y económico occidental impuesto ha destrozado demasiadas comunidades indígenas, y el cambio hacia un estilo de vida masculino-dominante occidental alteró toda la estructura.

Wheatley considera que, en los últimos 150 años, “la base de las especies quedó en riesgo. La destrucción de tierras y aguas mediante la extracción interminable de recursos, el racismo, la misoginia, la vulgaridad de la toma de decisiones políticas sobre los cuerpos de las mujeres, la violencia creciente contra mujeres y niñas, y la lista sigue. Vemos una disparidad dramática en las realidades socioeconómicas».

«Nuestro pueblo tiene vastos y complejos sistemas políticos, estructuras de gobernanza, modelos de liderazgo equilibrados, extraordinarias prácticas comerciales, creatividad infinita y relaciones íntimas con tierras y aguas. Profundas enseñanzas morales que contribuyen al bien común basadas en visiones de largo plazo”, añadió.

Si bien las mujeres pueden y de hecho se postulan a cargos de liderazgo, el sistema colonial no apoya la gobernanza ni las prácticas tradicionales. La Ley India sigue vigente en Canadá y es uno de los documentos legales reconocidos como más racistas en el mundo. Esta ley supervisa cómo y qué puede hacer una comunidad de Primera Nación dentro de los límites de la reserva y qué pasa al salir de ella.

Las diferencias entre mujeres indígenas varían según sus distintas naciones. En Canadá, hay más de 630 comunidades reconocidas como Primeras Naciones.

“Nuestras mujeres hacen las cosas de manera diferente según las enseñanzas de nación a nación que están ligadas a la tradición y la cultura, más que a roles”, explicó Tabobandung. “Existen tantos sistemas opresivos divergentes que las desconectan», agregó.

Detalló que «no necesariamente trabajan juntas, pero frente a grandes problemas sociales, como las mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas o la trata sexual, sí se unen».

«Participan en marchas y manifestaciones. Se enfrentan a las injusticias y se reconectan con su tradición y su cultura. Cuantas más voces surgen, más personas se sienten valientes, fuertes y capaces de compartir sus experiencias personales”, detalló.

¿Cómo afecta la falta de acceso al agua potable a las mujeres indígenas? Según Wheatley, “la crisis del agua en las comunidades de Primeras Naciones es un ataque continuo y poco reconocido contra un derecho humano básico».

«Las mujeres que viven fuera de las reservas tienen mayores oportunidades de empleo, vivienda y otras posibilidades socioeconómicas que simplemente no existen en muchas reservas por una amplia variedad de razones. Las instalaciones educativas son mucho más accesibles, al igual que los servicios sociales que son esenciales para el sostenimiento de las familias”, explicó.

Wheatley continuó: “La cercanía en los traslados hacia/desde el trabajo, reuniones sociales, espacios de apoyo, actividades culturales, opciones educativas e interacciones sociales más amplias es mucho más accesible en áreas urbanas”.

“Esto contribuye a un mayor bienestar. En pueblos pequeños, el racismo puede limitar oportunidades, pero en ciudades con poblaciones más grandes, las probabilidades aumentan a favor de la mujer”, planteó.

Chrystal Tabobandung, fundadora de la organización Raise, de conciencia cultural indígena

Reconciliación y preservación de la cultura

A juicio de Wheatley,  el Informe de Verdad y Reconciliación fue un regalo para los canadienses, ya que desafió su comodidad en la amnesia histórica y en la ignorancia sobre el genocidio cultural cometido por los más altos niveles de liderazgo en este país.

“Cada vez que una voz de nuestro pueblo dice cómo debemos mirar la restitución y la restauración de nuestra soberanía, es el camino correcto», adujo.

Consideró que «no necesitamos que nos digan cómo sanar… Necesitamos decirle al país cómo apoyar nuestra sanación. Eso es lo que el informe hace maravillosamente».

Y añadió: «Es tan completo como el país puede digerir en este momento y, sin embargo… pocas de las ‘llamadas a la acción’ se han abordado de manera significativa hasta ahora”.

Puede leer aquí a versión en inglés de este artículo.

Pero la realidad es que han pasado 10 años desde ese informe y, sin embargo, poco ha cambiado, agrega Wheatley.

“Este país ha operado continuamente bajo la falacia de la Doctrina del Descubrimiento y el robo de tierras que nunca les pertenecieron”, detalló.

La perspectiva eurocéntrica occidental se ha impuesto incluso en la terminología y en cómo se define a una persona indígena.

Tabobandung afirmó: “Solo en las últimas generaciones hemos empoderado a nuestros hijos para que tengan voz y hagan preguntas. Yo crecí en un pueblo pequeño donde el colonialismo nos impactaba, pero aún así logramos transmitir nuestras enseñanzas e historias. Las personas que fueron alejadas de su cultura o desconectadas de algún modo no conocerían estas enseñanzas”.

En la Columbia Británica, los pueblos indígenas son muy conscientes de su cultura.

“Ellos realmente proyectan la importancia de sus mujeres indígenas”, dijo Wheatley. “Si hubiera algún movimiento de derechos indígenas o aborígenes que deba cambiar en el sistema judicial, sucederá primero en la Columbia Británica y marcará un precedente para todas las demás naciones de Canadá, añadió”.

¿Hay una salida?

Wheatley cree que la solución entre el gobierno y los pueblos indígenas no ha sido priorizada.

“Por eso, en muchas comunidades indígenas las condiciones del Tercer Mundo (Sur global) existen como norma. Para reconciliar los crímenes del pasado en Canadá, sus perpetradores deben asumir la responsabilidad, pero eso sigue siendo una amenaza para la intrusión colonial y la imposición sobre tierras que nos pertenecen legítimamente”, dijo.

Cada quien interpreta la Reconciliación de manera diferente.

Tabobandung escuchó voces distintas; algunas personas son más extremas que otras. En la práctica, el hecho consumado es que los pueblos indígenas, los occidentales y otros inmigrantes comparten hoy sus vidas en la Isla de la Tortuga, el aniguo continente ancestral norteamericano de los pueblos originarios.

Tabobandung se siente en el medio.

“Tienes este modelo occidental de negocios, social y político, y tu propio modelo. ¿Cómo equilibrar eso? Muchos pueblos de las Primeras Naciones tuvieron esa dificultad, especialmente quienes provienen de comunidades rurales y remotas del norte», explicó

Y agregó: «Tienes que saber quién eres y tener raíces profundas. Es muy difícil hacer esa transición, especialmente en el sistema eurocéntrico occidental, donde quieren deshacerse de nosotros; quieren integrarnos a la sociedad occidentalizada para que no existamos más. Algunos logran encontrar paz y equilibrio”.

“Soy anishinaabe. Soy ojibwe. Me niego a reconocerme como indígena, primera nación o aborigen”, dijo Tabobandung.

E insistió: “Nuestro pueblo es más antiguo que las terminologías que el gobierno federal nos impuso. Camino suave y gentilmente sobre la tierra. La cultura me salvó, saber que soy Primeros Pueblos de esta tierra, en este territorio, y saber que un sistema intenta aniquilar a mi pueblo, pero que sigo aquí, resistiendo y sobreviviendo”.

Eso es lo que la motiva.

“Por eso camino con la cabeza en alto. Por eso me educo todo lo que puedo sobre cualquier tema. Pinto arte indígena y hago pinturas indígenas para transmitir ese conocimiento”, concluyó.

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