Cómo el estigma socava el uso de anticonceptivos entre las mujeres de Sierra Leona

Marie Kamara habla del impacto del estigma en las mujeres, especialmente en las personas con discapacidad, cuando intentan acceder a anticonceptivos en Sierra Leona. Imagen: Madina Kula Sheriff / IPS

FREETOWN – Eunice Dumbuya, una joven activista de Freetown,la capital de  Sierra Leona, aún recuerda que la tildaron de promiscua cuando se puso un implante anticonceptivo hace unos años. Era consciente de los riesgos de un embarazo no deseado en su conservador país, por lo que tomó una decisión.

«Tuve que ir con mi tía al hospital para conseguir anticonceptivos porque mi madre era muy estricta», explicó. «Mi tía fue quien me apoyó. El uso de anticonceptivos aumentó mi confianza en mí misma», compartió Dumbuya.

En Sierra Leona, un país de África occidental de 8,5 millones de habitantes, muchas personas consideran un tabú las relaciones sexuales fuera del matrimonio, mientras que tener hijos dentro del matrimonio se considera una bendición. Como resultado, el uso de anticonceptivos puede atraer juicios severos.

«Algunas personas, en cuanto ven el implante bajo la piel, dan por hecho que eres promiscua», detalló Dumbuya sobre este tipo de anticonceptivo, que es una varilla plástica flexible que se inserta bajo la piel del brazo, libera hormonas que impiden el embarazo por un tiempo prolongado y es reversible.

Añadió que «si eres adolescente, es peor. La gente piensa que estás haciendo algo inapropiado para tu edad solo porque utilizas anticonceptivos».

Barreras culturales y religiosas

La planificación familiar sigue siendo una cuestión clave que determina la vida de las mujeres y los hombres en Sierra Leona. Según la Encuesta Demográfica y de Salud de Sierra Leona de 2019, la tasa de prevalencia de los anticonceptivos es de 24 % para todas las mujeres, de 21 % para las mujeres casadas y de 53 % para las mujeres solteras sexualmente activas.

A pesar del aumento de su uso, muchas mujeres siguen enfrentándose a importantes barreras. Fayia Foray, responsable de mercadeo integrado de Marie Stopes Sierra Leona, una organización no gubernamental que presta servicios de planificación familiar y salud sexual y reproductiva en el país,  señaló el estigma cultural, la discriminación y las creencias religiosas como los principales retos.

«Es importante que las mujeres casadas utilicen anticonceptivos para espaciar los nacimientos, recuperar su salud y mantener a sus familias mediante el trabajo», aseguró. «Las jóvenes los utilizan para retrasar la maternidad, centrarse en la educación o la formación y planificar su futuro. A nivel nacional, empodera a las jóvenes para que sean productivas y contribuyan al desarrollo del país», añadió.

Sin embargo, la oposición de los líderes religiosos dificulta la promoción de la planificación familiar.

«Todavía hay comunidades en las que los líderes religiosos predican en contra del uso de la planificación familiar, lo que limita gravemente su aceptación y uso», puntualizó Foray.

Esta resistencia a menudo se transmite a las familias, especialmente a aquellas con creencias religiosas estrictas. Mariatu Sankoh, una estudiante universitaria, recordó lo difícil que era buscar anticonceptivos.

«No puedo enfrentarme a mis padres para decirles que quiero tomar anticonceptivos, porque sé que recibiría la paliza de mi vida, algo que nunca he experimentado antes», dijo, «así que tuve que tomar cartas en el asunto porque no quiero quedarme embarazada».

Añadió que la primera vez que fue al hospital para obtener anticonceptivos, tuvo que ir con la tía de una amiga para evitar sospechas.

Foray también mencionó que algunas personas creen erróneamente que los anticonceptivos causan infertilidad, y otras exageran los efectos secundarios.

«Todos los medicamentos tienen efectos secundarios, y la planificación familiar no es una excepción», reconoció. Pero, añadió, «a pesar de los efectos secundarios, los beneficios de utilizar la planificación familiar superan con creces los riesgos».

Controlar las decisiones de las mujeres

En Sierra Leona, el estigma en torno a los anticonceptivos suele tener su origen en la violencia de género y en los intentos de controlar el cuerpo de las mujeres. Estos problemas siguen estando muy extendidos.

Alrededor de 62 % de las mujeres de entre 15 y 49 años han sufrido violencia física o sexual. Y 61 % de las mujeres que han estado casadas han sufrido abusos por parte de sus parejas, ya sean físicos, sexuales o emocionales.

Los expertos afirman que el estigma en torno a los anticonceptivos va más allá de la planificación familiar. Está relacionado con la forma en que la sociedad trata la independencia de las mujeres.

«En nuestra sociedad africana, cuando una joven utiliza implantes u otros anticonceptivos, a menudo se la juzga con dureza», afirmó Rebecca Kamara, que recuerda haber sufrido ella misma el estigma.

«Ese fue uno de los principales retos a los que me enfrenté. Incluso las parejas pueden mostrarse poco comprensivas. Algunos prefieren que se utilicen píldoras de emergencia, que tienen efectos secundarios graves», narró.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Recordó que «cuando empecé a utilizar anticonceptivos, todavía estaba estudiando. No quería que un embarazo no deseado interrumpiera mi educación».

«Me miraban de forma muy degradante cuando empecé a usar implantes a una edad temprana», dijo Isha Sesay, una mujer joven y soltera, que recordó que se trata de un anticonceptivo visible si llevas tus brazos descubiertos. «Algunos familiares y vecinos susurraban a mis espaldas que tenía múltiples parejas, por eso los usaba», aunque eso no fuese cierto, detalló.

Al igual que Sesay, muchas mujeres jóvenes de Sierra Leona se enfrentan al estigma de sus familiares, amigos y vecinos por elegir protegerse.

Algunos hombres siguen creyendo que solo las mujeres con múltiples parejas sexuales utilizan anticonceptivos.

«Si soy el único con el que te acuestas, no puedes estresarte por usarlos. No puedo salir con una mujer que utiliza anticonceptivos. Son ellas a las que debes temer como hombre», afirmó Francis Kanu.

Michael Sahr Kendor, un hombre casado, comparte una opinión similar. «Puedo entender que una adolescente utilice anticonceptivos, pero no veo la razón por la que las mujeres adultas deban utilizarlos», aseguró.

¿Progreso?

En Sierra Leona se están realizando esfuerzos para promover la planificación familiar y ampliar el acceso a los servicios de salud reproductiva. El país forma parte de la iniciativa FP2030, una alianza mundial que trabaja para garantizar que todas las mujeres y niñas tengan acceso a métodos anticonceptivos modernos para 2030.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas ha intensificado sus esfuerzos y está suministrando anticonceptivos que se utilizan en el sector público, pero, a pesar de ello, afirma que el estigma en torno al uso de anticonceptivos sigue siendo un reto.

Adama, una mujer con discapacidad visual y que pidió usar ese nombre para identificarla y no su nombre real, contó cómo los trabajadores sanitarios siguen discriminando a las personas con discapacidad que intentan utilizar anticonceptivos.

«En una ocasión, cuando fui a una farmacia a comprar una píldora de emergencia, el farmacéutico, mientras me entregaba la receta, me dijo que le dijera a la persona que me había enviado que comiera bien antes de tomarla», dijo. El comentario la hizo sentir muy mal, porque el farmacéutico dio por sentado que ella no podía ser la usuaria.

Marie Kamara, otra mujer con discapacidad, dijo que simplemente no puede permitirse los anticonceptivos.

«Nunca he utilizado métodos de planificación familiar. Sé que no tengo una situación económica sólida, por lo que los anticonceptivos obviamente no son una opción para mí. Apenas puedo permitirme cubrir mis necesidades básicas, como la alimentación, por lo que pensar en anticonceptivos y en cómo mantenerlos no es ni siquiera realista», afirmó.

Valentía frente al estigma

Dumbaya, en Freetown, lamenta que el estigma en torno a los anticonceptivos esté empeorando. Aun así, cree que las mujeres deben ser valientes y tomar sus propias decisiones.

«La presión social ha llevado a muchas chicas a quitarse el implante o a cambiar a métodos menos visibles. Aunque el estigma me afectó, no me lo quité porque sabía que no podía dejar que las opiniones de los demás determinaran mis decisiones. A veces, simplemente no puedes escapar de la estigmatización», afirmó.

T: MF / ED: EG

 

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe

Lo más leído