WASHINGTON – La tendencia al suicidio ha crecido en América del Norte, el Caribe tiene las tasas más altas del hemisferio y en el Cono Sur también hay cifras significativas, mostró un reporte divulgado este miércoles 10 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Mientras el mundo avanza en la reducción de muertes por suicidio, América se convierte en la única región donde no deja de crecer.
Y en 2021, con más de 100 000 suicidios, hubo 17 % más de vidas perdidas por esa causa que en el año 2000.
La OPS describe esa tendencia como “una tragedia profunda”, y se apresta a lanzar una nueva iniciativa para combatir el flagelo en todo el hemisferio.
El médico brasileño Jarbas Barbosa, director de la OPS, destacó la gravedad de la situación pues “cada suicidio afecta a individuos, familias y comunidades”, y adelantó que la nueva iniciativa buscará “transformar el liderazgo, la gobernanza y las acciones para reducir estas pérdidas”.
Según datos de la OPS, los países con mayor mortalidad por suicidio (más de 10 muertes por cada 100 000 habitantes) son, en primer lugar, Guyana, con 40,8 muertes por 100 000 habitantes; Suriname, con 25,9; y Uruguay, con una tasa de 18,8.
Estados Unidos tiene una tasa de 14,5 suicidios por 100 000 habitantes, Haití de 11,2, Canadá de 10,3, y Cuba de 10,2.
El informe aporta más números del “mapa del dolor”: 71 % de los suicidios en hombres y 65 % en mujeres ocurre en mayores de 50 años.
Las personas de 45 a 59 años presentan la tasa de suicidio más alta de la región, seguidas por las de 70 años o más. Y el suicidio es la tercera causa principal de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años.
Los varones presentan tasas más elevadas (14,7 por cada 100.000 habitantes), pero el aumento ha sido más brutal en mujeres: 23 % desde 2000 frente a 14,4% en hombres. Los intentos son casi cinco veces más frecuentes en ellas.
Renato Oliveira e Souza, jefe de Salud Mental de la OPS, explica que “en hombres, el suicidio se vincula a alcohol, drogas, desempleo y zonas con alta criminalidad. En mujeres, la desigualdad educativa y el desempleo son los factores clave”.
La asfixia, las armas de fuego, el envenenamiento con drogas y alcohol, o con pesticidas y productos químicos, son los cuatro métodos más frecuentemente utilizados para el suicidio, representando el 91 % de todos los casos.
Souza advierte de que “esta crisis exige acciones más allá del sistema de salud”.
La iniciativa de la OPS se orienta hacia tres áreas críticas, la primera de las cuales es que se establezcan planes nacionales adaptados, con estrategias específicas para poblaciones en riesgo.
La segunda comprende el acceso a salud mental, con capacitación para trabajadores sanitarios y comunidades; y la tercera es de guerra contra el estigma, incluida la colaboración con medios de comunicación para una cobertura responsable.
Esas intervenciones siguen el protocolo de la Organización Mundial de la Salud (OMS): restringir acceso a métodos de suicidio, promover narrativas mediáticas responsables, fomentar habilidades socioemocionales en adolescentes, y garantizar identificación temprana de personas en riesgo.
De acuerdo con cifras de la OMS, en todo el mundo cada año se suicidan unas 727 000 personas, lo que representa una de cada 100 muertes, y por cada víctima se producen alrededor de 20 intentos.
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