CAMPINAS, Brasil – El Sur global tuvo poca voz, y mucho menos influencia, en la configuración de la globalización económica «neoliberal» y la política «neoconservadora» que condujo a los conflictos económicos geopolíticos contemporáneos. La cooperación pacifista y no alineada para el desarrollo sostenible ofrece la mejor vía para avanzar.
Paz, libertad, neutralidad
La consecución de la no alineación en estos tiempos debe partir de las realidades actuales, más que de principios abstractos y ahistóricos. El año 2025 es también el del 70 aniversario del inicio de la no alineación, planteada por primera vez en la cumbre Asia-África celebrada en 1955 en la ciudad indonesia de Bandung, que fue el primer paso para la constitución del Movimiento de Países No Alineados (MNoal).
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) fue creada en 1967 por los gobiernos anticomunistas de la región. En 1973, sus líderes acordaron que la zona debía ser una Zona de Paz, Libertad y Neutralidad (Zopfan, en inglés).
Tras la primera Guerra Fría, se consideró que el mundo era unipolar según el discurso estadounidense. Mientras tanto, la mayor parte del Sur global permaneció no alineado en lo que el Resto considera un mundo multipolar.

A pesar de las críticas, Occidente parece haber perdido interés en preservar la paz. Como era de esperar, Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) ignoran cada vez más a las Naciones Unidas. Las intervenciones militares extranjeras desde la primera Guerra Fría ya superan en número a las de aquella era más larga.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la producción militar generó crecimiento y empleo en Alemania, Japón y Estados Unidos. Pero, sin duda, hoy en día el desarrollo se logra mejor de forma pacífica y cooperativa.
La no alineación pacifista debería reducir el gasto militar innecesario. Aunque las grandes potencias compiten por la hegemonía armando las relaciones internacionales, seguirán intentando «comprar» el apoyo de los no alineados.
Siendo realistas, la mayoría de los pequeños países en desarrollo no pueden liderar la paz internacional. Sin embargo, pueden y deben ser una fuerza moral más fuerte que impulse la justicia, la paz, la libertad, la neutralidad, el desarrollo y la cooperación internacional.
El retorno del Sur global
El Grupo de los 77 (G77), un colectivo de los países en desarrollo, y la antigua Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, hoy llamada ONU Comercio y Desarrollo (Unctad) se crearon en 1964. Con sede en Ginebra, la Unctad forma parte de la Secretaría de las Naciones Unidas, pero se ha ido marginando progresivamente.
El G77 tiene una presencia formal en todo el sistema multilateral de las Naciones Unidas. Actualmente cuenta con más de 130 miembros, incluida China, pero su impacto fuera de Nueva York en las últimas décadas ha sido limitado.
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Los retos de la sostenibilidad y el calentamiento global son generalmente peores en los trópicos, donde se encuentra la mayoría de la población de los países en desarrollo. Mientras tanto, el hambre en todo el mundo ha empeorado desde 2014, y la pobreza económica, según datos del Banco Mundial, ha aumentado desde la pandemia de covid-19.
Un multilateralismo inclusivo y equitativo puede abordar mejor los retos mundiales, especialmente la paz y el desarrollo sostenible, tan cruciales para el progreso en estos tiempos oscuros.
El Sur global necesita una voz más fuerte
Mientras trabajaba para Goldman Sachs, Jim O’Neill se refirió a Brasil, Rusia, India y China como los países Bric.
Con la incorporación de Sudáfrica, que aparentemente representaba a África, pronto comenzaron a reunirse con regularidad. Como miembros del Grupo de los 20 (G20) de las veinte economías más grandes del mundo, los Brics inicialmente presionaron en cuestiones financieras.
Desde entonces, han incorporado a otras grandes economías del Sur, pero también han provocado la ira del presidente de Estados Unidos desde enero, Donald Trump. Si bien algunas naciones buscaron unirse al Brics ampliado (el llamado Brics+), otras han dudado después de haber sido invitadas.
El Brics no tiene un historial de defensa firme y coherente de los intereses de las economías en desarrollo más pequeñas. La mayoría de las pequeñas naciones con debilidad financiera dudan de que el Brics+ les beneficie.
El aumento de los tipos de interés en Estados Unidos ha provocado una entrada masiva de capitales, especialmente de los países más pobres, privándoles de financiación en un momento de mayor necesidad.
Mientras tanto, los niveles de ayuda han disminuido enormemente, especialmente con Trump 2.0. La ayuda oficial al desarrollo (AOD) destinada al Sur global se sitúa ahora por debajo de 0,3 % del producto interno bruto (PIB) mundial, menos de la mitad del compromiso de 0,7 % adquirido en 1969.
La reducción de los tipos impositivos ha reducido aún más los ya limitados recursos presupuestarios de Occidente, a medida que se agrava el estancamiento. Los aranceles de Trump, los recortes del gasto estadounidense y el aumento del gasto militar occidental agravan la contracción económica mundial.
La no alineación en nuestros tiempos
El Sur global debe promover urgentemente una nueva no alineación en favor de la paz multilateral, el desarrollo y la cooperación internacional para abordar mejor los retos del antes llamado Tercer Mundo.
Incluso la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath, está de acuerdo en que los países en desarrollo deberían optar por la no alineación para beneficiarse de no tomar partido en la nueva Guerra Fría.
Otros artículos de Jomo Kwame Sundaram para IPS.
Con la excepción del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el liderazgo de estadistas con prestigio internacional más allá de su estatura nacional pasó solo y en gran medida con el sudafricano Nelson Mandela.
Han surgido algunos nuevos líderes dinámicos, pero no han asumido las responsabilidades del liderazgo del Sur global. Este tipo de liderazgo escasea a pesar de la urgente necesidad.
Es mucho más fácil revivir, reformar y revitalizar el Movimiento de Países No Alineados que empezar desde cero. Aunque ha tenido menos influencia en las últimas décadas, puede revitalizarse.
Además, las políticas exteriores suelen estar menos sujetas a otras consideraciones típicas de la política nacional interna. Por lo tanto, no varían tanto con los gobiernos de turno.
Además, la mayoría de los gobiernos de los países en desarrollo deben aparentar que protegen los intereses nacionales para asegurarse el apoyo político y la legitimidad necesarios para su supervivencia.
Por lo tanto, los gobiernos conservadores, incluso reaccionarios, pueden adoptar posiciones antihegemónicas sorprendentes en los foros multilaterales, especialmente con el creciente resentimiento generalizado hacia la intimidación para la extorsión.
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