Inclusión financiera y empoderamiento, una meta lejana para las mujeres en Kenia

Obstáculos legales y sociales mantienen lejana la inclusión financiera y el empoderamiento de las mujeres en Kenia
La exclusión financiera de las mujeres en Kenia no solo obedece a la falta de un documento de identidad o a tener un marido machista, sino que tiene que ver con la actitud de las instituciones financieras hacia las mujeres. Imagen: Issa Sikiti da Silva

NAIROBI – Un niño de dos años llora sin cesar mientras su madre atiende a los clientes que compran verduras frente a su puesto en las afueras de Nairobi, la capital de Kenia. Esther, de 25 años, quien no da su apellido por temor a que su esposo sepa que ha hablado con desconocidos sobre asuntos familiares, vende vegetales en una esquina para complementar el magro salario de su esposo en la construcción.

Han pasado cuatro años desde que abrió el puesto donde ofrece espinacas, cebollas, tomates, ajos y pimientos verdes, y dice que empieza a parecerle una eternidad.

«Puede que sea una chica de pueblo, pero tengo grandes sueños y ambiciones, que lamentablemente se ven obstaculizados por mi egoísta esposo», cuenta a IPS a través de un traductor esta mujer rural y sin educación.

“Estoy cansada de vender en la calle; hace mucho frío aquí, y a veces hay viento y hace calor. Necesito alquilar una pequeña tienda y convertirla en una tienda de conveniencia donde pueda vender de todo, desde cigarrillos y refrescos hasta leche. Pero hay algunos obstáculos importantes que superar”, explica.

Esther no tiene documento de identidad (DNI), lo que representa el primero de esos  obstáculos para que su sueño se haga realidad.

Según un informe de FinAccess de febrero de 2022, publicado por FSD Kenia, son 87 % las personas en esta nación de África oriental sin documento de identidad que en 2021 tenían entre 18 y 25 años, en comparación con 69 % en 2019.

La mayor incidencia de falta de documentos nacionales de identidad se da en las zonas rurales de Kenia, principalmente entre las mujeres, y esta cifra se ha más que duplicado desde 2019, según el informe.

Parece que incluso si Esther tuviera identificación, su esposo no le permitiría obtener un préstamo debido a la mentalidad misógina y patriarcal de Kenia, que pone a los hombres al mando de todas las decisiones financieras del hogar.

«Mi esposo dice que es el jefe de la familia y, por lo tanto, debe administrar todo el dinero que entra y decidir cómo se gasta. Lo único que sabe es contar mi dinero cada noche; no veo su nómina, e ignoro por completo cuánto gana, solo para decirme que gana muy poco y que mi negocio es vital para mantener sus ingresos y ayudar a pagar las cuentas», dice Esther con emoción, mirando de izquierda a derecha en busca de señales del regreso de su esposo del trabajo.

Muchos observadores creen que la exclusión financiera de las mujeres en Kenia no se debe solo a tener un documento de identidad o un marido machista, sino también a la hostilidad de las instituciones financieras hacia mujeres pobres como Esther y su vecina Fridah.

«¿Quién nos va a prestar dinero? Llamé a todas las puertas, pero al parecer nadie me ayudó porque no cumplo los requisitos para un préstamo. Estoy atrapada aquí el resto de mi vida con este negocio de vender pescado frito en esta esquina. Los hombres avanzan rápidamente, mientras que las mujeres se quedan estáticas. Es complicado para nosotras en este país», dice Fridah, una viuda con cuatro hijos.

Un hombre identificado solo como Rasta dice: “El problema con las mujeres de hoy es que cuando empiezan a ganar más dinero que tú, se vuelven groseras, irrespetuosas y arrogantes. Entonces, un día, al despertar, te dice que quiere el divorcio. Eso es totalmente antiafricano”.

Otro hombre sentado cerca interviene, culpando a los blancos de lavarles el cerebro a las mujeres africanas sobre la igualdad de género. “No existe tal cosa en nuestra cultura ni en nuestras tradiciones. La inclusión financiera para las mujeres, o como sea que la llamen, es una completa tontería. En mi casa no. Yo estoy a cargo de todo, y así se queda”, dice con énfasis.

El Centro para la Inclusión Financiera (CFI, en inglés), con su sede central en Estados Unidos, afirma que, sin una transformación de las normas de género, es improbable que la inclusión financiera de las mujeres conduzca a un empoderamiento económico significativo.

«Es hora de abandonar los enfoques de los servicios financieros que no consideran el género o que lo consideran como tal, y adoptar un enfoque transformador que cree explícitamente sistemas financieros con igualdad de género mediante la integración de vías de participación en igualdad de condiciones», señala.

«El acceso a la financiación es una vía hacia el empoderamiento económico. Sin embargo, las mujeres se ven desfavorecidas de muchas maneras, lo que dificulta su acceso a financiación de valor añadido», añade.

Por ejemplo, «en promedio, las mujeres tienen un nivel educativo más bajo que los hombres, ganan menos y poseen menos activos, lo que las hace menos propensas a ser consideradas o seleccionadas en el diseño de soluciones financieras«, afirman en un análisis Wanza Mbole Namboya y Amrik Heyer, especialistas en inclusión financiera de FSD Kenia, un fideicomiso independiente dedicado a impulsar un sistema financiero equilibrado.

Un portavoz de la Corporación Financiera Internacional (IFC, en inglés) afirmó a IPS desde su sede en Wahington que «la igualdad de género y la inclusión económica son esenciales para el crecimiento económico y el desarrollo».

«Ningún país, comunidad o economía puede alcanzar su potencial ni afrontar los desafíos del siglo XXI sin la participación plena e igualitaria de mujeres y hombres, niñas y niños”, añadió.

Avanzar en la inclusión económica significa crear una economía que beneficie a todos, remarcó.

Ello, destacó, porque «una economía inclusiva garantiza que todos los sectores de la sociedad, especialmente los grupos pobres o socialmente desfavorecidos, independientemente de su identidad de género, orientación sexual, lugar de nacimiento, origen familiar, identidad racial, edad, capacidad u otras circunstancias sobre las que no tienen control, tengan acceso pleno, justo y equitativo a las oportunidades del mercado como empleados, líderes, consumidores, empresarios y miembros de la comunidad”.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

El Índice de Brecha Global de Género 2022, publicado en julio, que sitúa a África subsahariana en sexto lugar (67,9 %) entre las regiones que han cerrado su brecha de género, indica que la región tardará 98 años en cerrarla por completo.

Kenia ocupa un distante puesto 57 en el informe, lo que sitúa a Ruanda (sexto a nivel mundial) y Namibia (octavo) en los primeros puestos de África en cuanto a la reducción de la brecha de género. Sudáfrica se sitúa en el puesto 20.

Además, el informe deplora el aumento de la brecha de género en la fuerza laboral, describiéndolo como una «crisis emergente».

Como si las normas culturales, los problemas de identidad y la hostilidad de los prestamistas hacia las mujeres no fueran suficientes para suprimir la independencia financiera y la participación económica de las mujeres en África, parece haber un grupo de hombres que quieren asegurarse de que los favores sexuales se conviertan en una condición sine qua non para el avance de las mujeres en el ámbito laboral.

Claire, quien pidió no divulgar su apellido, lo aprendió a las malas.“Trabajé 10 años para esta empresa, pero nunca ascendí, ni mucho menos conseguí un aumento de sueldo. Pero mis compañeros hombres, con quienes compartíamos el mismo nivel educativo y que se incorporaron después de mí, siguieron progresando en todos los aspectos», cuenta.

“Mi jefe me repitió una y otra vez que, si no me acostaba con él, me quedaría en el mismo puesto para siempre. Me quedé atónita, pero nunca cedí a sus exigencias porque soy diferente a otras mujeres que se venden a hombres ricos e indecentes a cambio de un aumento de sueldo o un puesto superior”, relata.

Terminó renunciando y consiguió otro trabajo. Al preguntarle si se le pasó por la cabeza interponer una denuncia por acoso sexual contra su exjefe, responde: “¿Qué juez me va a creer? ¿Dónde están las pruebas? En algún momento pensé en grabar nuestra conversación, pero me dije a mí misma que no servía de nada”.

Además, recuerda, estas personas son ricas y poderosas, y tienen conexiones políticas. «Sus abogados te destrozarán en un instante; ¿quién me va a defender? Simplemente tomé la decisión correcta de irme en paz, pero con las manos vacías, olvidarlo todo y seguir adelante con mi vida, considera Claire.

El Informe Global sobre la Brecha de Género 2022 afirma: “Las brechas de género en la fuerza laboral se ven impulsadas y afectadas por muchos factores, como las barreras estructurales de larga data, la transformación socioeconómica y tecnológica, así como las crisis económicas.

Las expectativas sociales a nivel mundial, las políticas de los empleadores, el entorno legal y la disponibilidad de cuidados siguen desempeñando un papel importante en la elección de trayectorias educativas y profesionales”.

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