GINEBRA – Sudán sigue envuelto en la guerra entre ejércitos rivales que dura ya más de dos años, pero a las zonas relativamente seguras han regresado en los últimos meses más de un millón de las personas desplazadas internamente por el conflicto y al menos 320 000 de quienes huyeron a país vecinos.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dio cuenta de que, a pesar del impacto de la guerra, las personas han regresado principalmente a los estados de Jartum (donde está la capital, del mismo nombre) y Al Jazirah y Sennar, al centro y sureste.
La guerra que estalló en abril de 2023 en ese país de 1 860 000 kilómetros cuadrados y casi 50 millones de habitantes ha causado la muerte de al menos 150 000 personas, y desplazado a 12 millones, de ellas cuatro millones a países vecinos e incluidas unas 800 000 que anteriormente Sudán había acogido como refugiadas de la región.
El movimiento de retorno a las zonas que van quedando relativamente seguras lo hacen sudaneses que huyeron a Egipto y Sudán del Sur.
“Más allá de ser una muestra del deseo de las personas de regresar a su patria, estos retornos son un llamamiento desesperado para que termine la guerra y las personas puedan reconstruir sus vidas”, declaró Mamadou Dian Balde, director regional de Acnur para la crisis en Sudán, tras regresar de la frontera entre ese país y Egipto.
Los contendientes en la guerra son el ejército nacional o Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), en una lucha que ha incorporado conflictos étnicos o regionales, así como apoyos internacionales de Estados que de algún modo apoyan a alguno de los beligerantes.
Los jefes de los ejércitos que contienden son dos generales, Abdel Fattah al Burhan (FAS), actual presidente, y Mohamed Hamdan Dagalo (FAR), quienes fueron aliados para derrocar al gobierno civil de transición en octubre de 2021.
Ambas partes han sido señaladas de violaciones graves y masivas de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, por ejemplo con ataques a civiles inermes en campamentos de desplazados, violencia étnica y sexual, y ataques con muerte de trabajadores a convoyes que llevan ayuda humanitaria.
A las zonas que van quedando como relativamente seguras, como la capital a orillas del Nilo y áreas circundantes, recuperadas por las FAS, están arribando familias desplazadas, principalmente de Sudán del Sur y Egipto, según el reporte de Acnur.
Acnur y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) advierten de que las operaciones humanitarias en apoyo a esos movimientos están gravemente infrafinanciadas, tanto dentro de Sudán como en los países vecinos que acogen a personas refugiadas.
Por ello han pedido más apoyo financiero, al tiempo que destacan que los esfuerzos de recuperación deben comenzar en las zonas que están volviéndose accesibles y relativamente más seguras.
Si bien los combates han disminuido en las zonas a las que están regresando las personas, las condiciones generales siguen siendo peligrosas.
La infraestructura pública -tendidos eléctricos, carreteras y sistemas de drenaje- ha sido destruida, las escuelas y hospitales han sido arrasados o convertidos en refugios para familias desplazadas, y la pérdida o destrucción de documentos civiles y la imposibilidad de reemplazarlos impide el acceso a los servicios existentes.
Además, los artefactos explosivos sin detonar, la violencia sexual y las violaciones de los derechos de la infancia son peligros generalizados.
Desde Puerto Sudán, junto al mar Rojo, el director regional de la OIM, Othman Belbeisi, dijo que “sí, la situación humanitaria es grave, pero con el apoyo adecuado, las personas retornadas pueden reactivar las economías locales, restaurar la vida comunitaria y fomentar la esperanza. Pero no pueden hacerlo solas”.
Según el reporte, al 21 de julio de 2025 las agencias de ayuda, incluidas las de la ONU, solo han recibido 23 % de los 4200 millones de dólares requeridos para brindar asistencia vital a casi 21 millones de personas vulnerables dentro de Sudán, restablecer servicios básicos y ampliar los servicios de protección.
Solo se ha recibido 16 % de los 1.800 millones de dólares necesarios para apoyar a los millones de personas que han huido de Sudán y han buscado seguridad en la República Centroafricana, Chad, Egipto, Etiopía, Libia, Sudán del Sur y Uganda, así como a las comunidades locales que los acogen.
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