BRUSELAS – Un nuevo informe del Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles (Ipes-Food) revela que los combustibles fósiles están inundando los sistemas alimentarios, convirtiendo la alimentación en la nueva frontera de crecimiento de las grandes petroleras.
Errol Schweizer, experto de Ipes-Food, dijo que “los combustibles fósiles son, inquietantemente, la savia de la industria alimentaria. Desde los fertilizantes químicos hasta la comida basura ultraprocesada, pasando por los envases de plástico, cada paso se basa en combustibles fósiles”.
El informe “De la gasolina al tenedor: ¿qué hace falta para eliminar los combustibles fósiles de nuestros sistemas alimentarios?” concluye que 40 % de todos los productos petroquímicos del mundo se consumen actualmente en los sistemas alimentarios, principalmente a través de fertilizantes sintéticos y envases de plástico.
Dado que los productos petroquímicos son el principal motor del crecimiento de la demanda de petróleo, los sistemas alimentarios están alimentando la expansión de los combustibles fósiles, incluso cuando otros sectores empiezan a descarbonizarse.
El informe detalla cómo los combustibles fósiles están integrados en todas las fases de la cadena alimentaria, desde los fertilizantes, los pesticidas y los plásticos hasta los alimentos ultraprocesados, los envases de plástico y el almacenamiento en frío.
Considera que los alimentos ultraprocesados “son la máxima expresión de los sistemas alimentarios basados en combustibles fósiles”, desde que nacen de cultivos básicos producidos con agroquímicos de origen fósil.
Luego se cosechan con maquinaria que también emplea fósiles, se moldean mediante un procesamiento industrial de alto consumo energético, se envuelven en capas de plástico y se envían a todo el mundo.
El documento destaca que los combustibles fósiles se apoyan en “generosas subvenciones”, que también llegan a la agricultura de uso intensivo de productos químicos, mientras que la alimentación sigue estando al margen de los compromisos climáticos nacionales y de las negociaciones internacionales.
También afirma que la dependencia de los combustibles fósiles está impulsando la inseguridad alimentaria, por el contexto de creciente inestabilidad geopolítica y aumento de los precios del petróleo, pues los precios de los alimentos podrían seguir esa tendencia alcista.
Entre otras conclusiones, la investigación señala que 99 % de los fertilizantes nitrogenados sintéticos y los pesticidas proceden de combustibles fósiles, y un tercio de los productos petroquímicos se destina a la producción de fertilizantes sintéticos, el mayor consumidor de combustibles fósiles en la agricultura.
Los envases de alimentos y bebidas representan al menos 10 % del consumo mundial de plástico, y otro 3,5 % se utiliza en la agricultura.
Destaca que “las «soluciones» impulsadas por la industria, como los fertilizantes de amoníaco «azules» (compuesto de nitrógeno e hidrógeno) y la agricultura digital (uso intenso de tecnología de vanguardia) son costosas, consumen mucha energía y suponen un riesgo para el medio ambiente”.
Los autores del informe advierten que es imposible abordar el cambio climático sin eliminar los combustibles fósiles de los sistemas alimentarios, y piden el desarrollo de “soluciones que ya existen soluciones reales”.
En ese sentido instan a los gobiernos a aprovechar la oportunidad de la COP30 (la 30 Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) en Brasil para eliminar gradualmente las subvenciones a los combustibles fósiles y los productos agroquímicos.
Asimismo, aprovechar esa coyuntura para impulsar el cambio en la alimentación y la agricultura hacia la agroecología, cadenas de suministro más cortas y sistemas alimentarios locales resilientes.
Molly Anderson, también experta de Ipes-Food, afirmó que “de la granja al tenedor, necesitamos acciones audaces para rediseñar la alimentación y la agricultura, y cortar los lazos con el petróleo, el gas y el carbón”.
“Esto comienza con la eliminación gradual de los productos químicos nocivos en la agricultura, y la inversión en la agricultura agroecológica y las cadenas locales de suministro de alimentos, en lugar de duplicar las soluciones tecnológicas dirigidas por las empresas que retrasan el cambio real”, agregó Anderson.
Otras medidas propuestas son reducir el consumo de plástico, ampliando los sistemas de reutilización y exigiendo responsabilidades a las empresas, así como el consumo de alimentos ultraprocesados ampliando el acceso a alimentos saludables.
Asimismo, eliminar el desperdicio de alimentos, impulsar la cocina limpia y eléctrica, y democratizar la gobernanza de los sistemas alimentarios.
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