ATLANTA, Estados Unidos – La dramática historia del nacimiento de Israel en 1948 tras el Holocausto nazi cautivó la admiración y el asombro del mundo. Sus fundadores afirmaron que Israel sería una luz para las naciones, pero ahora la identidad del Estado judío ha pasado de ser víctima de genocidio a perpetrador de él en menos de dos generaciones.
El gobierno del Likud de Israel está acusado de genocidio en Gaza por un comité especial de la ONU, la Corte Internacional de Justicia ha admitido que la acusación es plausible y, recientemente, 28 naciones han actuado de forma concertada para declarar que Israel ha violado el derecho internacional humanitario.
¿Qué ha pasado? En lugar de afrontar la verdad de 75 años de injusticias hacia los palestinos que condujeron a la terrible matanza y toma de rehenes por parte de Hamás en 2023, la mayoría de los israelíes apoyan la matanza diaria en Gaza, que ya dura casi dos años.
Tras más de 100 000 víctimas bajo el bombardeo constante de la población civil sin que nadie responda, ha comenzado la hambruna.

Por el contrario a estos hechos actuales, el padre fundador de Israel, David ben Gurión, en el Día de la Independencia de Israel declaró en su discurso que:
«El Estado de Israel… fomentará el desarrollo del país en beneficio de todos sus habitantes; se basará en la libertad, la justicia y la paz, tal y como lo previeron los profetas de Israel; garantizará la completa igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, independientemente de su religión, raza o sexo; garantizará la libertad de religión, conciencia, idioma, educación y cultura; salvaguardará los lugares sagrados de todas las religiones; y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas».
Cualquier observador puede ver ahora que Israel, como sociedad y como gobierno, ha actuado exactamente de la manera contraria. Israel perdió su alma al convertirse en racista, luego en racialista, adoptando la visión doctrinaria de Menachem Begin de que los judíos son, por naturaleza y por derecho divino, superiores a otras razas.
Esto ha llevado a la represión de los palestinos y, si se da la oportunidad, a su exterminio, como ahora se ve claramente en Gaza.
Si el Estado existe para el beneficio de todos sus habitantes, ¿por qué el presidente Jimmy Carter, que logró negociar la paz entre Israel y Egipto, escribió un libro titulado Paz, no apartheid? Si Israel existe para todos sus ciudadanos, ¿por qué los árabes israelíes son ciudadanos de segunda clase? ¿Por qué los palestinos que huyeron de sus hogares en 1948 y 1967 siguen viviendo en campamentos, con casi seis millones de personas aún clasificadas como refugiados?
¿Por qué, bajo su ocupación militar de Palestina durante décadas, se ha asesinado, encarcelado y herido a árabes, se han bombardeado barrios, se han destruido casas, se han arrasado calles, se ha encarcelado a familias y barrios tras muros de hormigón y se ha negado a toda una población el derecho a viajar? ¿Por qué, si Israel protege los lugares sagrados de todas las religiones, su fuerza aérea ha bombardeado casi mil mezquitas en Gaza y ahora también las pocas iglesias y un hospital cristiano que hay allí?
La respuesta sionista a estas preguntas puede ser que los palestinos, sometidos a décadas de dominio militar, no son en realidad ciudadanos de Israel. Se trata de una distinción sin importancia, ya que la autoridad ocupante tiene la responsabilidad legal sobre la población bajo ocupación, incluidos Cisjordania y Gaza.
Es cierto que hay zonas declaradas como administradas únicamente por los palestinos, pero nadie pretende que el territorio palestino sea verdaderamente libre e independiente. El territorio ocupado y su población siguen bajo la tutela del Estado israelí.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
La idea de que el gobierno israelí, durante la mayor parte de su historia, y especialmente ahora, es fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas es ridícula. Aunque la ONU creó Israel, sus distintos gobiernos han negado durante mucho tiempo cualquier derecho de la ONU a restringir sus objetivos expansionistas y sus poderes bélicos.
Esto ha quedado claro recientemente con dos acciones: los ataques conjuntos de Israel y Estados Unidos en junio de 2025 contra Irán, un Estado miembro de la ONU, y los bombardeos y desmantelamientos sistemáticos durante años de agencias, oficinas, escuelas y centros de distribución de alimentos de la ONU en Gaza.
Raphael Lemkin, superviviente judío del Holocausto, acuñó el término «genocidio» y se propuso como objetivo vital que se incorporara al derecho internacional.
La Convención sobre el Genocidio fue ratificada por las Naciones Unidas en 1948, pero Israel la está incumpliendo deliberadamente en Gaza.
El genocidio es un delito grave, pero sus términos en el derecho internacional son claros: no se puede matar ni crear las condiciones para la destrucción de un grupo de personas por el simple hecho de pertenecer a ese grupo; no se puede expulsar o trasladar por la fuerza a ese grupo.
Y no se puede promover públicamente hacerlo, lo cual es una disposición clave que ya han violado Benjamin Netanyahu, Donald Trump, Yoav Galant (exministro de Defensa israelí, con cargos de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional) y otros.
En enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), a la que se unió un juez ad hoc israelí, Aharon Barak, votó a favor de instar al castigo de quienes abogaran por la expulsión o el traslado de la población de Gaza.
¿Qué responsabilidad tienen los ciudadanos de Israel por las acciones de su gobierno? Responsabilidad total en términos corporativos, pero no como individuos, a menos que voten específicamente a favor o defiendan acciones genocidas. Las figuras de la oposición israelí, que son muy pocas, son valientes y merecen elogios.
¿Qué hay de los ciudadanos de Estados Unidos, donde tanto demócratas como republicanos han ayudado y apoyado durante mucho tiempo la violencia de Israel hacia aquellos que están bajo su protección?
Los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo deben unir sus fuerzas para evitar que la hambruna se cobre más vidas infantiles en Gaza. Los ciudadanos estadounidenses debemos alzar nuestra voz ahora o seremos clasificados para siempre junto a aquellos que permitieron y apoyaron el genocidio actual.
James E. Jennings, doctor en Filosofía, es presidente de Conscience International (Conciencia Internacional) , una organización de ayuda en las guerras en Líbano, Siria, Iraq, Palestina, Sudán, Gaza y otros territorios desde 1991. Profesor de historia y otras materias en diversas universidades estadounidenses, también es director del programa US Academics for Peace (Académicos Estadounidenses por la Paz).
T: MF / ED: EG