La deuda pública mundial supera los 100 billones de dólares

Una habitante de Niamey, Níger, debe acudir a un viejo pozo para aprovisionarse de agua para los quehaceres domésticos. El peso de la deuda pública en los países en desarrollo limita severamente su disponibilidad de recursos para proveer de servicios esenciales a 3400 millones de personas en todo el mundo, destaca un nuevo informe de ONU Comercio y Desarrollo. Imagen: Harmattan Toujours / Unctad

GINEBRA – La deuda pública mundial ascendió a 102 billones (millones de millones) de dólares en 2024, y su pesada carga puede limitar gravemente la capacidad de los países del Sur para invertir en servicios esenciales para el desarrollo sostenible, advierte un nuevo informe de ONU Comercio y Desarrollo (Unctad).

Los países del Sur en desarrollo representaron casi un tercio de esa deuda (31 billones de dólares) y pagaron ese año una cifra récord de 921 000 millones de dólares solo en intereses, lo que tensó los presupuestos y puso en riesgo servicios públicos vitales.

Además, desde 2010 la deuda pública en los países en desarrollo ha crecido dos veces más rápido que en las naciones más ricas, indica el informe presentado este jueves 26 en esta ciudad suiza.

El informe se presentará en la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4) que se realizará en la ciudad española de Sevilla,  del 30 de junio al 3 de julio.

La deuda pública se refiere a la deuda interna y externa del gobierno general, compuesto por los gobiernos central, estadales y locales, y los fondos de seguridad social controlados por esas unidades.

La agencia de comercio y desarrollo de las Naciones Unidas destaca que la deuda puede ser una herramienta poderosa para financiar infraestructura y mejorar la calidad de vida, pero cuando se vuelve demasiado elevada o costosa frena las economías y socava el desarrollo.

Considera que los países -especialmente los del mundo en desarrollo- necesitan urgentemente formas más sostenibles y asequibles de financiar su futuro.

El informe destaca marcados contrastes entre las regiones en desarrollo: Asia y Oceanía concentran 24 % de la deuda pública mundial, seguidas por América Latina y el Caribe (5 %) y África (2 %).

A nivel mundial, la carga de esa deuda varía significativamente entre países, dependiendo de las condiciones de financiamiento y los tipos de acreedores a los que pueden acceder.

Las desigualdades sistémicas en los sistemas financieros internacionales están haciendo que las cosas sean aún más difíciles.

Desde 2020, las regiones en desarrollo han estado tomando préstamos a tasas de interés entre dos y cuatro veces más altas que las de Estados Unidos, por ejemplo.

En 2023, los países en desarrollo pagaron 487 000 millones de dólares a prestamistas extranjeros. La mitad de esas economías destinaron al menos 6,5 % de sus ingresos de exportación al reembolso de la deuda pública externa.

También, en ese año, los países en desarrollo pagaron a sus acreedores 25 000 millones de dólares más de lo que recibieron en nuevos desembolsos de deuda, lo que dio lugar a una salida neta general de recursos durante años consecutivos.

Esa tendencia negativa está empeorando, advierte el informe, ya que las altas tasas de interés, el bajo crecimiento mundial y la creciente incertidumbre continúan presionando las finanzas públicas y dificultando la gestión sostenible de la deuda.

En 2024, los 921 000 millones de dólares en intereses netos que pagaron naciones en desarrollo sobre la deuda pública fue una cifra 10 % más alta que la del año anterior.

Un récord de 61 economías en desarrollo gastaron al menos 10 % de sus ingresos gubernamentales en pago de intereses, dejando menos dinero para áreas críticas como la salud, la educación y la acción climática.

Hoy en día, 3400 millones de personas (42 % de la población mundial) viven en países que gastan más en intereses que en salud o educación.

De cara a la conferencia de Sevilla, Unctad plantea un conjunto de acciones clave necesarias, la primera de las cuales es hacer que la gobernanza económica internacional sea más inclusiva, otorgando a los países en desarrollo una voz real en cómo se gestionan los sistemas financieros globales.

Luego, propone mejorar el acceso a la liquidez en tiempos de crisis, incluido un mayor uso de los Derechos Especiales de Giro, el derecho de emisión creado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que funciona como activo de reserva internacional y de ese modo proporciona liquidez a los países miembros.

Agrega la suspensión temporal de los recargos del FMI, un mejor acceso a fondos de financiación de emergencia, y una cooperación financiera Sur-Sur más fuerte.

Plantea además reparar el sistema internacional de deuda, mediante la creación de “un mecanismo justo y eficaz que vaya más allá de los límites del actual Marco Común para el Tratamiento de la Deuda del G20”.

El Grupo de los 20 (G20), de grandes economías industrializadas y emergentes, ideó ese marco para tratar de facilitar una reestructuración coordinada de la deuda de países de bajos ingresos, involucrando a todos los acreedores, oficiales y privados.

Finalmente, pide que se proporcione financiación y apoyo técnico más asequibles, incluido el cumplimiento de los compromisos en materia de ayuda y financiación climática, la reforma de los bancos multilaterales de desarrollo y la ayuda a los países para gestionar la deuda de forma más eficaz.

A-E/HM

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe