Opinión

Es hora de rediseñar la financiación del desarrollo global

Este es un artículo de opinión de Sarah Strack, directora de Forus, y Christelle Kalhoule, presidenta de Forus.

Un cultivador de flores en Colombia. Imagen: Both Nomads / Forus

SEVILLA, España – ¿Puede la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FpD4) marcar un punto de inflexión? Hay mucho en juego. El sistema financiero internacional, tan importante para cada una de nuestras vidas, parece fuera de alcance y reacio al cambio, porque se sostiene en desequilibrios de poder profundamente injustos que lo mantienen vigente. Merecemos algo mejor.

En su forma actual, el Compromiso de Sevilla, el documento que plasmará los resultados de la FpD4, adoptado el 17 de junio, previo a la conferencia que se desarrollará en la ciudad española de Sevilla entre el lunes 30 de junio y el 3 de julio, parece una versión apenas mejorada del statu quo, con compromisos débiles.

Para que no descarrile, quienes toman decisiones deben actuar con claridad y valentía, y estas son las razones.

Con tasas de interés abusivas, el sistema financiero internacional empuja a cientos de millones a la miseria, mientras muchas naciones siguen atrapadas en una crisis de deuda cada vez más profunda. Mientras millones de personas viven sin acceso adecuado a alimentos, salud o educación, servicios y derechos básicos, sus gobiernos deben destinar miles de millones al pago de la deuda.

Es alarmante que 3300 millones de personas, casi la mitad de la humanidad, en su mayoría en países del Sur global, vivan en naciones donde los pagos de intereses de deuda superan los presupuestos destinados a educación, salud y acción climática urgente. Este desequilibrio perjudica especialmente a las mujeres, quienes cargan con el peso de una arquitectura financiera mundial insensible al género.

Sarah Strack

Este sistema no reconoce ni redistribuye las tareas de cuidado y reproducción social, lo que deja a muchas mujeres, especialmente en el Sur Global, sin acceso adecuado a servicios esenciales ni a empleos dignos.

“El modelo actual de cooperación internacional no funciona, y su financiamiento tampoco, mientras enfrentamos una serie de crisis interconectadas”, afirma Mafalda Infante, responsable de Incidencia y Comunicación de la Plataforma Portuguesa de ONGD, al presentar el Manifiesto de la Sociedad Civil por la Justicia Global, que reclama cambios y la restauración de la equidad en la FpD4 y más allá.

“La perspectiva de género es absolutamente central en nuestra visión de la justicia global y la reforma financiera, porque, dejemos algo claro: el sistema actual no es neutral. Produce y refuerza desigualdades, incluidas las de género. La crisis de deuda y la emergencia climática afectan de forma desproporcionada a mujeres y niñas, especialmente en el Sur global.

Lo hemos visto una y otra vez: cuando se recortan servicios públicos, cuando la salud no tiene fondos o cuando colapsan los sistemas alimentarios, son las mujeres quienes llevan la carga más pesada.

Pero, al mismo tiempo, la economía feminista también ofrece soluciones.

Cuestiona la idea de que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) sea el objetivo último. Prioriza el cuidado, la sostenibilidad y el bienestar comunitario. Exige una financiación centrada en las personas, basada en derechos y con rendición de cuentas.

El rol de la sociedad civil ha sido llevar estas ideas al espacio de la FpD4, conectar la reforma macroeconómica con las realidades cotidianas e insistir en que la justicia; económica, climática, racial, de género; es indivisible”, añade Infante.

Christelle Kalhoule

La FpD4 representa una oportunidad para reimaginar una arquitectura financiera justa, inclusiva y basada en los derechos. No se trata de una cumbre técnica solo para expertos. Es el único foro global en el que gobiernos, instituciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil, representantes comunitarios y el sector privado se sientan juntos para moldear el futuro de las finanzas globales, y ocurre a diez años de la última edición en Addis Abeba.

Pero hay realidades que los tomadores de decisiones no pueden seguir eludiendo. Mientras algunos países poderosos acceden a préstamos con tasas de interés mínimas, otros enfrentan tasas casi cuatro veces más altas. Entonces, debemos preguntarnos: ¿es este realmente un camino hacia un desarrollo verdaderamente sostenible o la continuación de injusticias financieras profundas, parecidas a un “colonialismo financiero”?

“Muchos países como los nuestros, en el Sur, estamos profundamente preocupados: no puede haber desarrollo si no se debate la cuestión de la deuda. El vínculo entre deuda e impuestos es vital.

El dinero recaudado mediante recursos nacionales se destina exclusivamente al servicio de la deuda. Y la deuda encadena las políticas sociales.

Sin esos recursos, estos países no pueden brindar servicios públicos como salud y educación. No hay forma de mejorar los indicadores sociales sin abordar el estrés por deuda”, afirma Moses Isooba, director ejecutivo del Foro Nacional de ONG de Uganda (Unngof, en inglés).

“La conferencia de Sevilla debe decidir si sigue sosteniendo un sistema que perpetúa injusticias o si, de una vez por todas, escucha la voz de la decencia y se compromete con un mundo sin desigualdades extremas. Miles de organizaciones alrededor del mundo exigen que el dinero público no financie armas, sino escuelas, hospitales, ambientes sanos y una cultura de paz. Está en juego el presente y el futuro; están en juego las reglas con las que organizamos el mundo y la propia supervivencia de la democracia”, dice Carlos Botella, de La Coordinadora, la plataforma española de ONGD.

Forus participa en la FpD4 como red global de sociedad civil con un mensaje claro: el modelo actual debe cambiar.

Llamamos a una transformación radical de las finanzas globales, que deje atrás un sistema que permite el “abuso fiscal” y otorga poder desproporcionado a unos pocos.

Un paso crucial es crear una Convención de la ONU sobre Deuda Soberana para reestructurar de forma justa y transparente, y cancelar deudas ilegítimas, ya que muchos países destinan más recursos al pago de la deuda que a los servicios esenciales.

En el actual contexto de reducción de la ayuda al desarrollo, el rol de los bancos públicos de desarrollo es cada vez más importante para respaldar la Agenda 2030 y el Acuerdo de París sobre cambio climático. Forus pide que estos bancos trabajen en alianza con la sociedad civil y representantes comunitarios, mediante una coalición formal global y participación local, para asegurar que la financiación al desarrollo sea liderada localmente y refleje las necesidades reales de las personas, con base en el consentimiento y la confianza mutua.

La ayuda oficial para el desarrollo (AOD) debe protegerse e incrementarse, revirtiendo los recortes que perjudican tanto a la sociedad civil como a los servicios básicos y urgentes. La ONU advirtió que la financiación de la ayuda para decenas de crisis en el mundo cayó un tercio, en gran parte por el recorte de fondos de Estados Unidos y los anunciados por otros países.

Por último, los gobiernos deberían apoyar una nueva Convención Marco de la ONU sobre Cooperación Fiscal Internacional, adoptando políticas fiscales sensibles al género y sostenibles con el medio ambiente, y desincentivando a contaminadores e industrias extractivas.

“La financiación para el desarrollo no debe perpetuar ciclos de deuda, austeridad y dependencia. Debe basarse en la gobernanza democrática, una fiscalidad justa, justicia climática y respeto a los derechos humanos», señala Henrique Frota, director ejecutivo de la Asociación Brasileña de ONG (Abong) y expresidente del C20 Brasil.

Y añade: «También es clave promover una toma de decisiones inclusiva, reforzando el rol de las Naciones Unidas en la gobernanza económica global, frente al dominio de clubes informales y excluyentes como la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos)”.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

La FpD4 debe garantizar un espacio genuino para la participación de la sociedad civil, donde todas las voces puedan influir en las decisiones financieras, fortalecer la rendición de cuentas y promover una mayor inclusión.

“Esto implica crear espacios y mecanismos adecuados para una participación significativa. Solo con este enfoque inclusivo podremos repensar y rediseñar de forma profunda la arquitectura de la ayuda”, sostiene Elisa López Alvarado, coordinadora del proyecto Forus para el Sistema de la UE para un Entorno Propicio para la Sociedad Civil; EU SEE, un consorcio de organizaciones de la sociedad civil que actúa en 86 países y monitorea el entorno propicio según seis principios diversos.

“Esta alianza es esencial para construir democracias sanas, fortalecer el Estado de derecho y establecer instituciones nacionales sólidas que garanticen derechos. Asegura que el desarrollo avance por un camino verdaderamente inclusivo hacia la justicia social y sociedades más equitativas. Y, lo que es importante, cuando hay instituciones democráticas fuertes, se crea un entorno en el que iniciativas diversas, de bancos de desarrollo, del sector privado y de otros actores, también pueden prosperar y contribuir de forma efectiva a los objetivos de desarrollo y la justicia social”, añade.

La sociedad civil debe participar como socia en igualdad de condiciones, con plena consideración del entorno propicio en el que opera y de sus circunstancias específicas, en línea con las necesidades reales de las comunidades.

“Las voces de las comunidades más afectadas deben ser incluidas; de lo contrario, los grandes proyectos de desarrollo no son sostenibles. Las comunidades locales y la sociedad civil son el punto de contacto clave para que la implementación sea más inclusiva”, afirma Pallavi Rekhi, responsable de programas de la Red de Acción Voluntaria de la India (Vani,  en inglés), quien subraya que la FpD4 debe dejar atrás las aspiraciones vagas y avanzar hacia reformas sistémicas y vinculantes que reequilibren el poder y promuevan la justicia.

“No hay que hacer balance de lo que ya se hizo. En cambio, hay que observar lo que aún no se hizo en esta conferencia, y así veremos los enormes desafíos que tenemos por delante para el futuro del planeta”, concluye Marcelline Mensah-Pierucci, presidenta de FONGTO, la plataforma nacional de organizaciones de la sociedad civil de Togo.

“El ciclo continuo de injusticia y desigualdad social debe terminar. El momento de actuar es ahora”, agrega Zia ur Rehman, presidente de la Alianza para el Desarrollo de Pakistán.

Para muchas personas, el camino hacia Sevilla fue largo y difícil, y aun así, la mayoría del mundo quedó atrás en este viaje. El trabajo arduo continúa después de la FpD4: se necesita liderazgo audaz, acción real y un cambio transformador para construir una arquitectura financiera global más efectiva y sensible.

T: GM / ED: EG

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