El número de desplazados por las guerras crece sin cesar

Una mujer sostiene a su hijo desnutrido en un campamento para personas desplazadas en la región de Gedaref, este de Sudán. Ese país africano, escenario de una guerra entre ejércitos rivales, se ha convertido en la mayor crisis de desplazados por la fuerza en el mundo, con más de 14 millones de afectados. Imagen: Giles Clarke / Ocha

GINEBRA – El número de personas desplazadas por la guerra, la violencia y la persecución en todo el mundo es “insosteniblemente alto”, pues había 122,1 millones a finales de abril, planteó en un reporte este jueves 12 la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Para la misma fecha del año pasado la cifra era de 120 millones, lo que supone 10 años seguidos de aumentos anuales en el número de refugiados y otras personas forzadas a huir de sus hogares debido a los conflictos armados.

“Vivimos en una época de intensa volatilidad en las relaciones internacionales, en la que las guerras modernas crean un panorama frágil y desgarrador, marcado por un agudo sufrimiento humano”, expuso el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.

Entre las personas desplazadas por la fuerza se incluyen a las que son desplazadas dentro de su propio país debido a conflictos, y cuyo número, a finales de 2024, había alcanzado los 73,5 millones de personas, tras registrar un fuerte aumento, de 6,3 millones.

Las personas refugiadas que se vieron forzadas a huir de sus países sumaban 42,7 millones en ese entonces.

Sudán, donde chocan ejércitos rivales, tiene entre sus 50 millones de habitantes a 14,3 millones de personas refugiadas y desplazadas internas, con lo que se ha convertido en el país con el mayor número de personas desplazadas por la fuerza en el mundo.

Supera en esa triste marca a Siria, con una década de guerra civil hasta la caída de su expresidente Bashar al Asad el pasado diciembre, con 13,5 millones de personas desplazadas. Le siguen Afganistán con 10,3 millones, y Ucrania con 8,8 millones.

El informe revela que, contrariamente a la percepción generalizada en las regiones más ricas del planeta, 67 % de las personas refugiadas se queda en los países vecinos, y son países de renta baja y media los que acogen a 73 % de los refugiados del mundo.

De hecho, 60 % de las personas forzadas a huir nunca cruzan las fronteras de su propio país.

Si bien el número de personas desplazadas por la fuerza casi se ha duplicado en la última década, el reporte indica que la financiación de Acnur se encuentra ahora aproximadamente al mismo nivel que en 2015, ante los brutales recortes que están afectando la ayuda humanitaria.

Acnur considera que esta situación es insostenible y expone a una mayor vulnerabilidad a las personas refugiadas y a otras personas que huyen del peligro.

Sin embargo, “incluso en medio de devastadores recortes, hemos visto algunos rayos de esperanza en los últimos seis meses”, dijo Grandi.

“Casi dos millones de sirios han podido regresar a sus hogares después de más de una década de desarraigo. El país sigue siendo frágil y las personas necesitan nuestra ayuda para reconstruir sus vidas”, agregó.

En total, 9,8 millones de personas desplazadas por la fuerza regresaron a sus hogares en 2024, incluidos 1,6 millones de refugiados (el número más alto en más de dos décadas) y 8,2 millones de personas desplazadas internas (el segundo número más alto jamás registrado).

Sin embargo, muchos de estos retornos se produjeron en un clima político o de seguridad adverso. Por ejemplo, un gran número de afganos se vieron forzados a regresar a Afganistán en 2024 y llegaron al país en condiciones desesperadas.

En países como la República Democrática del Congo, Myanmar y Sudán del Sur, se produjeron nuevos desplazamientos forzados significativos, a pesar de que también hubo retornos de personas refugiadas y desplazadas internas.

El informe llama a continuar financiando los programas de Acnur, subrayando que salvan vidas, asisten a las personas refugiadas y desplazadas internas a retornar a sus hogares, y refuerzan las infraestructuras básicas y los servicios sociales en las comunidades de acogida, inversión esencial para la seguridad regional y mundial.

A-E/HM

 

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