Opinión

Estados Unidos considera la energía nuclear para Arabia Saudí dentro de un gran acuerdo

Este es un artículo de opinión de Ivan R. Eland, investigador principal del Instituto Independiente y director del Centro para la Paz y la Libertad del mismo instituto.

Donald Trump está negociando un controversial acuerdo con Arabia Saudí que abriría el camino para el desarrollo de una industria nuclear comercial en ese reino a cambio de su reconocimiento como estado de Israel, lo que no logró durante su primera administración.
El último intento del equipo de Donald Trump por normalizar las relaciones entre Arabia Saudí e Israel va demasiado lejos y parece ser una calle de un solo sentido. Imagen: Gobierno de Estados Unidos

WASHINGTON – Según se informa, el gobierno de Donald Trump está negociando un acuerdo con Arabia Saudí que abriría el camino para el desarrollo de una industria nuclear comercial en el reino desértico y tal vez incluso conduciría al enriquecimiento de uranio en suelo saudita.

Estados Unidos debería abandonar este acuerdo, ya que sería el único que asumiría todos los compromisos, costes y riesgos adicionales, a cambio de muy poco.

En los Acuerdos de Abraham de 2020 y comienzo de 2021, durante su primera administración (2017-2021), Trump negoció acuerdos bilaterales entre Israel y los países de Medio Oriente de Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán para normalizar las relaciones diplomáticas.

También intentó que Arabia Saudí reconociera a Israel como Estado soberano y estableciera relaciones similares, sin éxito.

Su sucesor, Joe Biden tomó el relevo en este sentido, pero se hizo aún más difícil conseguir el apoyo de Riad tras los ataques de Hamás contra Israel en 2023 y la guerra que siguió y aún sigue en Gaza.

El aumento del número de víctimas civiles y la crisis humanitaria provocaron un recrudecimiento de la causa palestina y generaron animadversión hacia Israel en toda la región.

En ese momento, los saudíes exigieron que Israel se comprometiera a dar pasos significativos hacia la creación de un Estado palestino independiente antes de que se produjera cualquier normalización.

El autor, Ivan R. Eland

Esto continuó durante este año, ya con Trump de nuevo en la Casa Blanca desde el 20 de enero, ya que el gobierno saudí negó la afirmación del presidente estadounidense de que había abandonado su exigencia de un Estado palestino para normalizar las relaciones con Israel.

Aunque los esfuerzos para poner fin a la guerra en Gaza no han tenido éxito, la segunda administración Trump parece estar reactivando sus esfuerzos para mediar en un acercamiento entre Israel y Arabia Saudí, aunque empezando por un nuevo acuerdo entre Estados Unidos y Arabia Saudí, como ha insinuado el secretario de Energía estadounidense, Chris Wright.

El problema es que todos los países se beneficiarían de un acuerdo tan grandioso, excepto el que lo negocia: Estados Unidos, que también absorbería todos los costes. Israel y Arabia Saudí serían los más beneficiados. Los saudíes llevan tiempo deseando desesperadamente un acuerdo sobre energía nuclear.

Mientras tanto, si finalmente se produce la normalización, Israel neutralizaría a lo que ahora es un poderoso rival árabe y probablemente incluso ganaría un nuevo aliado en su lucha contra Irán (pero más vale que lo haga rápido, ya que Riad y Teherán llevan tiempo acercándose a cierto nivel de distensión).

Arabia Saudí también ha buscado garantías de seguridad formales, que, según se informa, estuvieron sobre la mesa durante la administración Biden (2021-enero 2025).

Esto sustituiría al acuerdo informal de larga data entre el presidente estadounidense Franklin Roosevelt y el rey saudí Abdul Aziz Ibn Saud, que proporcionaba seguridad al reino del desierto a cambio del acceso de Estados Unidos a suministros de petróleo barato.

Sin embargo, con una deuda nacional de 37 billones (millones de millones) de dólares, ¿por qué Estados Unidos iba a asumir otro protegido que no paga su parte justa por la seguridad (una queja habitual de Trump sobre otros aliados de Estados Unidos)?

Gracias a la fractura hidráulica o fracking, Estados Unidos ya no se está quedando sin petróleo, como presupuso Roosevelt, y vuelve a ser el mayor productor mundial de petróleo.

Un pacto de defensa formal con Arabia Saudí supondría aún más costes, afianzaría aún más a Estados Unidos en la región y pondría en peligro a nuestras propias tropas si se espera que Washington defienda y rescate a Riad en cualquier disputa militar con sus vecinos.

Además, ¿qué podría salir mal si se concediera a Arabia Saudí un programa nuclear?

Las conversaciones sobre un acuerdo entre Israel y Arabia Saudí fracasaron anteriormente cuando los saudíes se opusieron a las restricciones que les habrían impedido utilizar un programa nuclear comercial para fabricar armas nucleares (para contrarrestar cualquier capacidad nuclear iraní) o ayudar a otros países a obtenerlas.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

La verdad es que los saudíes llevan tiempo queriendo enriquecer uranio —quizás hasta niveles aptos para fabricar bombas— en su propio territorio, en lugar de importar uranio ya enriquecido solo hasta un nivel capaz de generar energía comercial.

Algunos en Estados Unidos insisten en que los saudíes podrían obtener tecnología nuclear de otros países como Rusia o China, pero si se resisten a las salvaguardias que les impiden obtener armas, entonces no importaría quién les proporcionara la tecnología que les permitiera hacerlo.

Por lo tanto, la administración Trump debería desistir de alcanzar cualquier acuerdo de este tipo con los saudíes en su (por ahora) inútil búsqueda de un gran acercamiento entre Israel y Arabia Saudí.

La normalización de las relaciones entre ambos países sería una buena aspiración para la región (si no se trata simplemente de aislar y provocar a Irán), pero satisfacer las exorbitantes exigencias de los saudíes para lograrla tendría un coste demasiado elevado para Estados Unidos.

Al fin y al cabo, la normalización bilateral debería redundar en interés de ambos países, por lo que deberían negociarla por su cuenta, sin que Estados Unidos les mime.

Ivan R. Eland es investigador principal del Independent Institute (Instituto Independiente) y director del Centro para la Paz y la Libertad de la misma institución. Anteriormente fue director de Estudios de Política de Defensa del Cato Institute y trabajó durante 15 años para el legislatio Congreso estadounidense en cuestiones de seguridad nacional. Es autor de varios libros, el más reciente de los cuales es War and the Rogue Presidency: Restoring the Republic after Congressional Failure (La guerra y la presidencia rebelde: restaurar la república tras el fracaso del Congreso).

T: MF / ED: EG

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