BRATISLAVA – Los gobiernos y los donantes deben garantizar la continuidad de la financiación para luchar contra la tuberculosis (TB), remarcan las organizaciones que trabajan para detener la enfermedad. Advierten que el impacto del recorte de Estados Unidos en su ayuda internacional ya está siendo devastador para este mal mortal.
Las organizaciones no gubernamentales (ONG) y otros grupos que desempeñan un papel fundamental en los esfuerzos nacionales para detener la que es la enfermedad infecciosa más mortal del mundo afirman que las decisiones de la administración de Donald Trump de congelar primero y cancelar después millonarias sumas de fondos de ayuda exterior ya están poniendo en peligro innumerables vidas en todo el mundo.
Y advierten que si no se cubre ese déficit de financiación, podrían perderse años de progreso en la lucha contra la tuberculosis.
«El impacto de estos recortes ha sido enorme. Hay un enorme agujero en la financiación, y si no mantenemos la presión sobre la tuberculosis, esta volverá», dijo a IPS la médica Cathy Hewison, jefa del grupo de trabajo sobre tuberculosis de Médicos sin Fronteras (MSF).
Cada año, 10 millones de personas desarrollan tuberculosis 1,25 millones murieron a causa de la enfermedad en 2023. Afecta de manera desproporcionada a los países de ingresos bajos y medios, y las mayores cargas de tuberculosis se encuentran entre los Estados más pobres del mundo.
En muchos de esos Estados la financiación gubernamental buena parte del tratamiento de primera línea. Pero son los grupos comunitarios los que desempeñan un papel crucial y descomunal en los esfuerzos nacionales para combatir la enfermedad, proporcionando servicios vitales de diagnóstico, prevención, defensa y apoyo.
Muchos de estos grupos dependen en gran medida o exclusivamente de la financiación extranjera, siendo predominantes los aportes canalizados a través de programas estadounidenses, principalmente los de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Esta agencia era hasta el retorno de Trump a la Casa Blanca, en enero, la mayor donante bilateral en la lucha para acabar con la tuberculosis, habiendo invertido más de 4700 millones de dólares en combatir la enfermedad desde el año 2000.
A finales de enero, una orden ejecutiva de Trump congeló durante 90 días toda la ayuda exterior de Estados Unidos, mientras su gobierno realizaba una revisión de los proyectos financiados. Tras concluirla, a principios de marzo se anunció que se cancelaría 83 % de todos los proyectos de la Usaid.
Los efectos sobre los grupos comunitarios en la primera línea de la lucha contra la tuberculosis han sido inmediatos y graves.
«Muchas organizaciones comunitarias han suspendido los servicios de divulgación, como la búsqueda activa de casos, el rastreo de contactos, el cumplimiento del tratamiento y el apoyo psicosocial», dijo a IPS Rodrick Rodrick Mugishagwe, defensor de la lucha contra la tuberculosis en la Red Comunitaria de la Tuberculosis de Tanzania (TTCN).
Además, añadió, «se han reducido las asignaciones de transporte para los trabajadores sanitarios comunitarios que realizan visitas a domicilio, lo que ha provocado una disminución de las tasas de detección de casos de tuberculosis».
«También se han producido pérdidas de empleo entre los trabajadores sanitarios comunitarios y los educadores inter pares, lo que ha socavado la prestación de servicios», dijo.
Mugishagwe relató cómo una mujer de la ciudad de Arusha, en el norte de Tanzania, a la que se le diagnosticó tuberculosis el año pasado, había dependido de un programa comunitario apoyado por Usaid para el transporte a una clínica para recibir tratamiento mensual.
Pero debido a los recortes de financiación, su programa se cerró y no pudo pagar los gastos de transporte.
«Ha desaparecido de su residencia y ya no se la puede localizar, lo que la pone en riesgo de que el tratamiento falle y desarrolle una tuberculosis resistente a los medicamentos, al tiempo que existe el riesgo de que se siga transmitiendo a la comunidad», dijo.
Bruce Tushabe, responsable regional de formación y fortalecimiento de capacidades de la Alianza para el Sida y los Derechos en África Austral (Arasa), que trabaja con socios en Sudáfrica en intervenciones contra la tuberculosis, dijo que el tratamiento y el acceso a la medicación contra la tuberculosis se habían detenido.
La mayoría de esas actuaciones se financiaban con fondos de la Usaid.
Además, detalló, también se había producido una ruptura en el seguimiento comunitario del progreso en el acceso y la disponibilidad del tratamiento.
«Existe una alta carga de tuberculosis, con una tasa de incidencia de 468 por cada 100 000 habitantes, y ahora esperamos ver un aumento de las muertes y, a largo plazo, de la tuberculosis multirresistente (TB-MDR) entre la población», dijo Thusabe a IPS.
Añadió que también se ha paralizado el rastreo de contactos de los contagiados, que se realizaban en muchas zonas donde vivían los pacientes y en las instalaciones de salud.
La propagación de la tuberculosis resistente a los medicamentos (TB-DR) y la TB-MDR a raíz de los recortes de financiación es una preocupación especial, sobre todo en los países más pobres.
Se trata de países donde la tuberculosis resistente suele estar muy extendida, ya que es mucho más difícil y costosa de tratar, lo que supone una carga aún mayor para atender con recursos muy limitados.
«Aquí hay mucha tuberculosis resistente a los medicamentos y cuando las personas no tienen la información correcta y no toman la medicina adecuada o no tienen apoyo durante un tratamiento prolongado, a veces muy duro, es posible que no puedan terminar su tratamiento o tratar su tuberculosis adecuadamente, y entonces la enfermedad se propaga», dijo Atul Shengde, coordinador de la juventud en India de la Coalición Mundial de Defensores del fin de la Tuberculosis.
En diálogo con IPS, el activista añadió que «las personas con tuberculosis que han estado acudiendo a centros de tuberculosis pueden ahora acudir y encontrarse con que no hay nadie que responda a sus preguntas o les dé el consejo adecuado sobre el tratamiento, por lo que pueden simplemente darse la vuelta».
Aunque la tuberculosis suele afectar a las comunidades más pobres y vulnerables, incluso dentro de esas comunidades hay algunos grupos que están especialmente en riesgo, como los niños.
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«Los sistemas inmunológicos de los niños están menos desarrollados, lo que los hace más vulnerables a la tuberculosis. Las cifras muestran que 25 % del mundo está infectado con tuberculosis, pero el hecho de que alguien esté infectado no significa que se vaya a enfermar», recordó Hewison, de MSF.
El problema, adujo, es que «si tu sistema inmunológico está menos desarrollado o comprometido de alguna manera, eres más propenso a contraer tuberculosis, más propenso a enfermarte de tuberculosis y más propenso a tener una tuberculosis más grave».
Consideró que «los niños en riesgo de contraer tuberculosis a menudo son pasados por alto, ya sea porque no se les diagnostica o porque se retrasa el diagnóstico».
«Ahora, con los recientes recortes de fondos de Estados Unidos, estas lagunas en la identificación y el tratamiento de los niños con tuberculosis no harán más que aumentar, lo que amenaza con hacer retroceder años de progreso en la atención de la tuberculosis», añadió.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido severas advertencias sobre los efectos devastadores del abrupto cese de la financiación estadounidense para la salud mundial, y las organizaciones afectadas han suplicado a Estados Unidos que revoque su decisión.
Pero los grupos comunitarios que hablaron con IPS admitieron que parecía poco probable que la financiación llegue a reanudarse en un futuro próximo.
El financiamiento estadounidense desempeñaba un papel tan importante en los esfuerzos mundiales contra la tuberculosis. Por ello a los activistas a favor de erradicar la tuberculosis les preocupa que sea muy difícil cubrir el actual déficit de financiación, ciertamente a corto y medio plazo, y posiblemente incluso a largo plazo.
Más cuando otros donantes de altos ingresos, como los gobiernos de Alemania, Francia o Reino Unido, también están reduciendo su ayuda internacional.
«No veo que ningún país donante de renta alta intervenga para llenar el vacío dejado por los recortes de financiación de Estados Unidos», lamentó la médica Lucica Ditiu, directora ejecutiva de la Alianza Alto a la Tuberculosis.
Recordó que «los países se enfrentan a muchas presiones de recursos en este momento; por ejemplo, la defensa es un gran problema ahora, y para pagarla habrá que hacer recortes en otros lugares, y eso suele empezar por la atención sanitaria».
«En el futuro, los países de ingresos bajos y medios, especialmente, tendrán que volver a aprender la dura lección, como hicieron con la covid, de que están solos. Tendrán que pensar en reducir su dependencia de los donantes externos para sus programas de salud y poner los recursos en sí mismos», añadió.
Algunos gobiernos pueden aumentar la financiación de los programas nacionales contra la tuberculosis, pero los países más pobres probablemente tendrán dificultades para hacerlo, y habrá que considerar nuevas formas de financiación, dicen los expertos.
«Por supuesto, recaudar fondos es imposible para algunos países de bajos ingresos. Hay que buscar formas innovadoras de financiación, por ejemplo, financiación de los diferentes bancos internacionales de desarrollo, canjes de deuda entre países y otras», dijo Ditiu.
Sin embargo, incluso si la brecha de financiación se cubre de alguna manera, o si se produce un cambio radical improbable en la política estadounidense en un futuro próximo, se teme que el daño ya esté hecho.
«Vamos a ver una propagación masiva de la tuberculosis, y especialmente de la tuberculosis resistente a los medicamentos, pase lo que pase ahora, porque se han pasado por alto casos, no se ha diagnosticado a personas y se ha interrumpido el tratamiento», dijo Ditiu.
T: MF / ED: EG