RANGAMATI, Bangladés – Kishore Kumar Chakma, un joven de una comunidad étnica del distrito de Rangamati, en el sureste de Bangladés, vigila voluntariamente cada día el bosque comunal de la aldea (VCF), para que nadie pueda cazar animales salvajes o talar sus árboles.
«Voy al bosque todos los días para comprobar si alguien está cazando animales y talando bambú o árboles», dijo a IPS Kishore, secretario general adjunto del comité del VCF de Kodokchari Mon Para, la aldea situada al borde del bosque.
Explicó que han introducido una norma para castigar a las personas involucradas en la matanza de animales salvajes en su localidad.
Kishore, que en el pasado también cazaba animales salvajes en los bosques, dijo que ahora existen normas sociales en su comunidad, al respecto. Por ejemplo, las personas que cazan ciervos en el bosque son multadas con 20 000 takas (164 dólares).
«Si alguien corta un bambú del VCF, se le penaliza con 1000 takas (8,17 dólares). Y tras la introducción de esta sanción, el bambú se está recuperando en nuestros bosques», aseguró satisfecho.
Kishore dijo que además de cuidar su VCF también fomenta la protección de la vidasilvestre entre los grupos étnicos de Chittagong, la división suroriental bangladesí a la que pertenece la zila o distrito de Rangamati.
Poittaram Chakma, un residente de 50 años en la zona de Digholchari Hajachara, en el upazila (subdistrito) de Belaichari, en Rangamati, dijo que antes destruían los bosques y la biodiversidad de su localidad, aunque el sustento de las comunidades étnicas que viven en la región montañosa del país depende precisamente de los bosques.
«Después de recibir una formación adecuada sobre conservación, hemos comprendido la importancia de la biodiversidad y la conservación de los bosques. Ahora nos damos cuenta de que cazar animales salvajes es un delito», compartió.
Poittaram recordó que, a medida que destruían los bosques naturales de las colinas, los manantiales se secaban, creando una escasez de agua en su localidad de la que antes no sabían la causa.
Además, contó, debido a la destrucción incontrolada de los bosques, las especies acuáticas, incluidos los peces, también desaparecieron de los manantiales, lo que provocó una crisis alimentaria entre las comunidades étnicas de la división, una de las ocho en que se divide este país del sudeste asiático.
En medio de los crecientes problemas a los que se enfrentaban por la destrucción de los bosques, los pueblos étnicos de la localidad de Poittaram se propusieron recuperar los bosques degradados y establecieron en 2012 el Bosque Comunal (VCF) de la Aldea de Digholchari Hajachara Para.
Un par de años después de que comenzaran las medidas de conservación establecidas por la aldea, el bosque empezó a recuperar su estado natural y la gente de la comunidad étnica local está cosechando los beneficios.
«Tras la recuperación de los manantiales de las colinas, ahora se encuentran especies de peces en las aguas de manantial», dijo Poittaram, y añadió: «Si se descubre a alguien extrayendo piedra o arena de los manantiales de las colinas, destruyendo su entorno, se le sanciona».
Rezaul Karim Chowdhury, oficial forestal de la División Forestal de Rangamati Norte, dijo que la iniciativa de la VCF, adoptada por las propias comunidades étnicas, ha desempeñado un papel vital en la conservación de los bosques y la vida silvestre en la ecorregión conocida como las Colinas de Chittagong.
De depredadores a protectores
En el pasado, Poittaram participó en la cacería indiscriminada de animales salvajes, ya que las comunidades étnicas tienen una larga tradición de cazar animales de los bosques para satisfacer su demanda de alimentos. Pero ahora trabaja para proteger la vida silvestre en su localidad.
Detalló que había muchos animales salvajes en su bosque cuando solía cazar animales salvajes durante su infancia. «Cacé muchos ciervos y jabalíes antes de 2008. Ahora no cazo, más bien motivo a la gente de las etnias a no matar animales salvajes», afirmó.
Debido a la destrucción indiscriminada de los bosques, muchas especies de fauna silvestre están desapareciendo de sus hábitats por falta de alimento. Teniendo en cuenta la crisis alimentaria, el Comité del VCF de Digholchari Hajachara Para plantó árboles frutales en sus bosques comunales.
«Plantamos muchos tipos de árboles frutales en nuestros bosques para que la fauna silvestre pueda comer sus frutos. Sabemos que las especies silvestres necesitan alimento para sobrevivir», dijo Poittaram.
Detalló que ahora se encuentran huellas de ciervos y osos en los bosques comunitarios de su aldea, lo que indica que el ecosistema de los bosques ha revivido.
Barun Chakma, presidente del comité del VCF de Digholchari Hajachara Para, contó que que formaron el VCF en 2012 y que desde entonces han estado trabajando para proteger los bosques.
«Antes, cualquiera podía talar árboles de los bosques como quisiera. Pero ahora no pueden hacerlo. Si es necesario, tienen que pedir permiso al comité del VCF antes de talar un árbol o un bambú de los bosques», dijo.
Barun contó que el comité del VCF plantó plantas medicinales dentro de los bosques comunales, además de árboles frutales. «Ahora obtenemos alimentos de los bosques y también medicinas», se alegró.
Cortafuegos para salvar los bosques
Los agricultores étnicos de las Colinas de Chittagong (CHT) practican el cultivo jhum, también conocido como cultivo de tala y quema, para cultivar en las laderas de las colinas.
Esta técnica agrícola ancestral consiste en desbrozar y quemar un espacio de tierra para cultivar, lo que a menudo descontrola el fuego que destruye los bosques de la región montañosa y acaba con la vida silvestre.
Silica Chakma, una joven agricultora de una etnia originaria, dijo que en 2021 se produjo un incendio descontrolado en un campo de cultivo del VCF que está cerca de donde vive. El fuego destruyó una gran zona del bosque, poniendo en peligro la vida silvestre y la biodiversidad de toda la masa forestal de la zona.
Para evitar los incendios en su VCF, dijo, ahora crean líneas de fuego, también conocidas como cortafuegos alrededor del bosque. Se trata de un espacio sin ningún material combustible o vegetación, lo que ralentiza o detiene un incendio forestal o arbustivo.
«Normalmente limpiamos una franja de vegetación de entre 3,6 y 4,2 metros de ancho alrededor del VCF para que el fuego de jhum no pueda envolver nuestro bosque comunitario», añadió Silica.
Bihita Bidhan Khisa, movilizador comunitario del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, precisó que los VCF se establecieron con el apoyo de un proyecto de su agencia, que ayudaron a las comunidades étnicas a conservar sus bosques y su vida silvestre, además de su propia forma de vida comunitaria.
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