NACIONES UNIDAS – Programas que atienden a millones de personas vulnerables en el mundo quedan en peligro con la pausa en el financiamiento, y posible cierre, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid en inglés), señalaron responsables de las Naciones Unidas este martes 4.
El gobierno estadounidense ordenó “una pausa” y revisar la financiación de programas de ayuda en el exterior a los que se destinan miles de millones de dólares, tendió un cerco policial sobre las oficinas de Usaid en Washington, y ordenó a muchos de sus empleados que trabajasen de modo remoto desde sus hogares.
Esa pausa “afecta a casi todos los programas de ayuda exterior de Estados Unidos, en espera de una revisión de 90 días”, observó Pio Smith, director regional para Asia y el Pacífico en el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
Tras ese freno, el Unfpa “ha suspendido los servicios financiados con subvenciones estadounidenses que proporcionan un salvavidas a las mujeres y las niñas en situaciones de crisis, incluso en el sur de Asia”, dijo Smith.
Por ejemplo, en Afganistán “la ausencia de apoyo estadounidense probablemente resultará en 1200 muertes maternas adicionales y 109 000 embarazos no deseados adicionales” entre 2025 y 2028, abundó Smith.
En Pakistán, Unfpa advierte que el anuncio estadounidense afectará a 1,7 millones de personas, incluidos 1,2 millones de refugiados afganos, que quedarán privados de servicios de salud sexual y reproductiva que les salvarán la vida, con el cierre de más de 60 centros de salud.
En Bangladés, casi 600 000 personas, incluidos refugiados rohinyá, corren el riesgo de perder el acceso a servicios críticos de salud materna y reproductiva.
Jens Laerke, portavoz de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha), recordó que el gobierno de Estados Unidos financió 47 % del llamamiento humanitario global en todo el mundo el año pasado.
“Eso da una indicación de lo mucho que importa cuando estamos en la situación en la que nos encontramos ahora, con los mensajes que estamos recibiendo del gobierno estadounidense”, comentó Laerke.
La Usaid, creada por una ley del Congreso de 1961, tiene un presupuesto de 42 800 millones de dólares destinados a ayuda humanitaria y a asistencia al desarrollo en todo el mundo, y cuenta con unos 10 000 empleados.
Una vez que el republicano Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de Estados Unidos, el pasado 20 de enero, se anunció una pausa en su financiamiento y el 3 de febrero el secretario de Estado (canciller), Marco Rubio, anunció que fue puesto al frente de las tareas de revisión e incluso cierre de la agencia.
“La vamos a cerrar”, había proclamado poco antes el controversial multimillonario Elon Musk, designado por Trump para conducir un novedoso Departamento de Eficiencia Gubernamental, abocado a la supresión de gastos, cargos y asignaciones que a su juicio no estén alineadas con el nuevo Ejecutivo en Washington.
Rubio ha dicho que Usaid “padece un problema endémico de negarse a alinear sus proyectos con los intereses de la política exterior estadounidense”.
“Cada dólar que gastamos, cada programa que financiamos, debe estar alineado con el interés nacional de Estados Unidos, y Usaid tiene un historial de ignorar eso y decidir que, de alguna manera, son una organización benéfica global separada del interés nacional”, declaró el secretario de Estado.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, en una carta al personal de la organización dijo que había respondido a la orden ejecutiva de Trump con un llamado a “garantizar la realización de actividades humanitarias y de desarrollo críticas”.
Agregó que la ONU participará activamente en la evaluación y mitigación del impacto de la orden ejecutiva que pone en pausa programas como los de Usaid.
“Ahora, más que nunca, la labor de las Naciones Unidas es crucial. Juntos nos aseguraremos de que nuestra organización siga prestando servicios a las personas necesitadas en todo el mundo con un compromiso inquebrantable”, afirmó Guterres.
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