BULAWAYO, Zimbabue – El día de Navidad de 2022, el hijo de ocho años de Thabani Dlodlo, de 27 años, se ahogó en una mina inundada excavada por mineros en las cercanías de Pumula North, un suburbio de alta densidad en Bulawayo, la segunda mayor ciudad de Zimbabue.
Por si fuera poco, una semana después del siguiente día de Año Nuevo, la vecina de Dlodlo, Sethule Hlengiwe, de 36 años, también perdió a su hija de seis años, que se ahogó en otro pozo inundado por el agua de lluvia cerca de su casa en la suroccidental ciudad de Bulawayo, la más poblada del país detrás de Harare, la capital.
Cuando ocurrió la tragedia la niña, llamada Thenjiwe, se había escapado para jugar con sus amigos cerca de su casa.
Su madre afirmó que todos los mineros ilegales de la cantera huyeron cuando su hija se ahogó.
«Nadie quería ser considerado responsable cuando mi hija se ahogó. Todos los mineros de la cantera que estaban cerca se largaron», dijo Hlengiwe a IPS.
La minería de cantera, como se define la explotación materiales de construcción a cielo abierto, ha invadido los espacios abiertos de Bulawayo, con más de un millón de habitantes y estatus de provincia, han excavado enormes pozos, desfigurando el territorio urbano de la otrora próspera ciudad industrial.
A menudo encubren a los propietarios chinos de las canteras, mientras trabajan en las proximidades de los suburbios de alta densidad utilizando explosivos, lo que provoca grietas en las casas cercanas, algunas de las cuales incluso se han derrumbado.
Uno de esos residentes cuya casa fue destruida debido a la explotación de canteras es Londiwe Mabuza, de 64 años, que vivía en el barrio de Pumula North.
«Ahora vivo con mis parientes, junto con mi familia, después de que nuestra casa se derrumbara como resultado de las violentas vibraciones que provocaron los mineros de la cantera al utilizar explosivos cerca de mi casa», dijo Mabuza a IPS.
Sin embargo, mientras muchos, como Mabuza, lamentan el derrumbe de sus viviendas, otros se jactan de sus abundantes ganancias de la explotación de las canteras.
«Una sola carretilla de piedra de cantera me da dos dólares netos después de vendérsela a los mineros chinos de la cantera y, en un buen día, me aseguro de vender al menos de 10 a 15 carretillas cargadas de piedra de cantera», afirma Melusi Dhlela, de 29 años, también residente en el colindante barrio de Pumula South.
Los activistas medioambientales afirman que, aunque personas como Dhlela se benefician de la explotación de canteras, el medioambiente ha sufrido las consecuencias.
«La extracción en canteras en las proximidades de las ciudades causan muchos problemas», afirmó Mashall Mutambu, ecologista y experto en tierras, con una maestría en Evaluación de Recursos de la Tierra para la Planificación del Desarrollo por la Universidad Estatal de Midlands en Zimbabue.
Añadió que «el desafío es que todos los impactos son negativos. Esto incluye la pérdida de biodiversidad, problemas de salud humana como enfermedades respiratorias, destrucción de infraestructuras como carreteras y casas, contaminación del agua, degradación de la tierra y contaminación acústica».
Otro minero de cantera, Melusi Ngwenya, de 22 años, residente en el suburbio altamente densificado de Magwegwe West, en la misma Bulawayo, ha pasado de una vida de harapos a la riqueza.
«Solía mendigar comida y dinero en las esquinas de las calles de la ciudad, pero ahora, como minero de cantera, mi vida ha cambiado y puedo pagar mi propio alquiler y comprar comida y ropa», dijo a IPS.
Los municipios de Bulawayo también tienen que lidiar con los mineros de oro ilegales que han invadido la urbe, excavando en busca de oro al azar y, al igual que los mineros de canteras, creando barrancos y enormes pozos por toda la ciudad.
Este es un grave problema de seguridad, especialmente en la temporada de lluvias, cuando se inundan y suponen un peligro para los niños que caen en ellos y a menudo se ahogan. Los pozos han pasado a conocerse como las piscinas de la muerte.
Pero a los mineros parece no importarles las personas y el medioambiente dañados por las voladuras y la minería ilegal.
«Lo que queremos es dinero, dinero y nada más, para poder vivir mejor», dijo Dumisani Dlamini, de 39 años, un conocido minero de canteras domiciliado en el populoso suburbio de Nkulumane.
La crisis por la minería descontrolada en Bulawayo tiene como contexto el colapso socioeonómico de Zimbabue, pese a sus riquezas naturales, y cuya crisis comenzó con el siglo, con hiperinflación, sequías recurrentes, corrupción y malos gobiernos. Los efectos para el país sudafricano son cada vez más devastadores, en especial para sus 17 millones de habitantes.
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Las explosiones en la urbe se convirtieron en algo habitual después de que una empresa china, Haulin Investments (Pvt) Limited, estableciera una cantera en 2021. El Ayuntamiento de Bulawayo concedió a la empresa un contrato minero de 10 años.
Pero, aunque algunos obtienen beneficios, muchos residentes de Bulawayo, como Senzeni Nhlathi, de 35 años, han tenido que conformarse con la creciente contaminación acústica de las canteras.
«Nos hemos acostumbrado a oír la voladura de rocas e incluso de colinas mientras los mineros de las canteras persiguen el dólar vinculado a la minería de canteras, lo que significa que cuanto más se volan rocas aquí, más ruido hay», dijo Nhlathi a IPS.
«Así que sufrimos mientras otros ganan dinero», lamentó.
Residentes de Bulawayo como Japhet Ndiweni, de 27 años, afirmaron que no se consultó a los residentes cuando Haulin inició la empresa de explotación de canteras.
«Hualin, por ejemplo, no se ha molestado en preguntarnos nuestra opinión cuando se trasladaron a nuestras zonas residenciales», dijo Ndiweni a IPS.
En lugar de condenar las operaciones mineras, las autoridades de la ciudad han salido a defender con vehemencia la ubicación y explotación de las canteras.
Sin embargo, no todos los mineros de canteras de esta zona son explotadores inconscientes.
Anderson Mwembe, de 43 años y tesorero de la Asociación de Trituradoras de Cantera de Cowdray Park, dijo que se han puesto en contacto con la alcaldía de Bulawayo para regularizar sus operaciones.
Con Mwembe y su asociación a bordo, los niños están seguros en las zonas explotadas por ellos.
«Ganamos dos dólares por cada carretilla de cantera y se ha evitado el ahogamiento de niños en pozos excavados por los mineros de cantera porque nos aseguramos de ahuyentar a todos aquellos que quieren jugar en la zona», dijo a IPS.
Otros han optado por defender sus terrenos de los mineros de canteras, como Bekithemba Bhebhe, de 42 años, que ha pasado a criar perros para defenderse de la osadía de los llamados cazadores furtivos de canteras.
Bhebhe posee cinco perros feroces, que han mantenido a raya a esos buscadores y explotadores de canteras con más eficacia que la valla que la alcaldía de Bulawayo ha erigido en algunos puntos frecuentados por esos mineros ilegales.
T: MF / ED: EG