ABUYA – Zainab Abdul notó que su hija de dos años palidecía, perdía peso y sufría diarrea. No le sorprendió. Desde que bandidos vinculados con la yihad los obligaron a abandonar su aldea en Kadadaba, en el noroeste de Nigeria, su familia vivía en un campamento de refugiados con acceso limitado a alimentos.
Los temores de Abdul, de 26 años, comenzaron en junio último y se confirmaron en un centro de Médicos Sin Fronteras (MSF), donde le dijeron que su niña sufría desnutrición aguda.
“Recibí alimentos terapéuticos listos para usar (RUTF, en inglés) y eso la ayudó mucho. Se sintió aliviada cuando le dieron inyecciones, medicamentos y leche. Como pueden ver, ahora se está recuperando gradualmente, a diferencia de antes”, dijo Abdul a IPS.
La niña de Abdul logró sobrevivir a su grave caso de desnutrición, pero muchos otros no son tan afortunados en este país de África occidental.
Nigeria enfrenta una grave crisis de desnutrición, en particular en la región norte, donde la pobreza, la inseguridad alimentaria, la atención médica inadecuada y los altos costos de vida son generalizados.
El país más poblado de África, con cerca de 225 millones de habitantes, tiene una de las tasas más altas del mundo de retraso del crecimiento entre los niños y 32 % de los menores de cinco años se ven afectados, pese a ser un productor y exportador de petróleo.
Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la desnutrición afecta a dos millones de niños en Nigeria, principalmente en el norte, y provoca la muerte de aproximadamente 2400 niños menores de cinco años cada día.
Envueltos en violencia
Los expertos afirman que la inseguridad es una de las principales causas de la desnutrición en el norte de Nigeria.
En el noroeste del país, los grupos armados expulsan a los agricultores de sus tierras, cierran los mercados y extorsionan a las comunidades. Esta violencia ha obligado a huir a más de 2,2 millones de personas, muchas de las cuales viven ahora en campamentos superpoblados y con pocos recursos.
En el noreste, los conflictos en curso también perturban la agricultura y la producción de alimentos. Las familias que regresan a sus tierras tienen miedo de cultivar lejos de las ciudades militarizadas, lo que las deja en riesgo de pasar hambre.
La escasez de alimentos es tan grave que algunas familias tienen que comer cáscaras de yuca (mandioca) para sobrevivir.
“Estamos sufriendo mucho. Apenas tenemos qué comer y no hemos podido cultivar durante más de cuatro años porque los bandidos nos expulsaron de nuestras comunidades. Ni siquiera tenemos un refugio adecuado. Mientras les hablo ahora, no he comido nada. Necesitamos urgentemente el apoyo del gobierno”, dijo Hannatu Ismail, residente de un campo de refugiados en Zamfara.
Aminu Balarabe, un médico de mediana edad en una clínica local en Gusau, la capital de Zamfara, teme que si el problema no se aborda de inmediato, el resultado podría ser desastroso. Aunque el gobierno ha lanzado varias campañas militares para erradicar a los bandidos y alentar a la gente a regresar a sus granjas, Balarabe cree que es necesario hacer más.
Lamentó que la inseguridad actual ya haya paralizado los servicios de salud, lo que dificulta el diagnóstico y el tratamiento eficaz de la desnutrición en la región.
“La solución es abordar la inseguridad. La mayoría de las personas que viven en el terreno están desprotegidas y son vulnerables. Están en constante peligro. Si el gobierno interviene, brinda apoyo real y toma medidas enérgicas para llevar la paz a estas comunidades, las cosas pueden cambiar para mejor», dijo Balarabe.
A su juicio, «para luchar contra esta inseguridad, el gobierno debe actuar con urgencia y decisión».
«Es desgarrador que algunas personas no puedan vivir en sus ciudades o pueblos debido a la inseguridad. Se ven obligadas a vivir y dormir en campamentos”, se lamentó.
Crisis humanitaria
Durante años, organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Unicef y MSF han alertado sobre el empeoramiento de la crisis de desnutrición y han hecho hincapié en la urgente necesidad de más ayuda humanitaria.
También Han pedido repetidamente a las autoridades, organizaciones y donantes nigerianos que tomen medidas inmediatas para abordar las causas profundas de la crisis.
En 2024, MSF brindó atención a más de 294 000 niños desnutridos en el norte de Nigeria. La organización de ayuda reveló que las condiciones de hacinamiento los habían obligado a tratar a los pacientes en colchones en el suelo debido a la falta de espacio.
A mediados de 2024, el CICR informó de un aumento de 48 % en los casos de desnutrición grave con complicaciones entre los niños menores de cinco años en los centros de salud que apoya, en comparación con el año anterior.
La reducción de la financiación ha dificultado que las organizaciones atiendan a los niños desnutridos. La escasez de alimentos terapéuticos ha persistido y empeorado.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
A pesar del aumento de los casos de desnutrición aguda en todo el mundo, el plan de respuesta humanitaria de las Naciones Unidas todavía no incluye la región noroccidental de Nigeria.
A Oluwagbemisola Olukogbe, nutricionista de Lagos, la ciudad más poblada de Nigeria y su antigua capital, le preocupa que la desnutrición pueda afectar gravemente el crecimiento infantil, el desarrollo humano y el progreso económico, creando un ciclo que frena el avance de la sociedad.
“La desnutrición crónica y el retraso del crecimiento en la primera infancia pueden provocar un desarrollo cerebral deficiente, dificultades de aprendizaje y problemas de conducta. Esto afecta la educación, reduce la productividad en la adultez y aumenta el riesgo de que el problema se transmita a la siguiente generación”, dijo a IPS.
Soluciones fallidas
En 2020, el gobierno nigeriano presentó el Plan de Acción Multisectorial Nacional para la Alimentación y la Nutrición, una iniciativa 2021-2025 destinada a abordar la seguridad alimentaria y la malnutrición, con un enfoque en impulsar la producción de alimentos mediante la inversión agrícola.
Sin embargo, Idris Olabode Badiru, profesor de la Universidad de Ibadan, destaca que la inversión gubernamental en agricultura ha sido insuficiente.
La agricultura representa 24 % del producto interno bruto (PIB) de Nigeria y emplea a más de 30 % de toda la fuerza laboral, pero la financiación del sector sigue estando muy por debajo del objetivo de 10 % previsto por la Unión Africana en la Declaración de Maputo de 2003.
Badiru afirma que esta falta de inversión perjudica la productividad, no logra satisfacer la creciente demanda de alimentos de la población de Nigeria, que crece rápidamente, y no puede hacer frente a la inseguridad alimentaria.
“Incluso si los agricultores de las zonas en crisis no pueden trabajar sus campos, las regiones cercanas aún pueden contribuir a la producción de alimentos», dijo.
Pero para ello, añadió, «estos agricultores deben recibir apoyo para aumentar su producción a través de medidas como programas de capacitación impartidos por servicios de extensión agrícola eficaces».
El problema, se lamentó Badiru, es que «lamentablemente, muchas agencias de extensión estatales no están funcionando bien y necesitan mejoras para ayudar mejor a los agricultores”.
Y agregó: “También es importante proporcionar a los agricultores las herramientas y el apoyo financiero necesarios, aunque los intentos anteriores se han visto obstaculizados por el fraude».
«Para abordar este problema, deben establecerse mejores sistemas de rendición de cuentas. Además, la agricultura no debe tratarse de forma aislada, ya que depende de otros sectores», analizó.
Por esa razón, el profesor de la universidad de la segunda ciudad nigeriana más poblada, Ibadan, «restaurar la infraestructura esencial, como carreteras, puentes, instalaciones de almacenamiento y suministro de electricidad, es vital para mejorar la productividad agrícola y abordar los desafíos a largo plazo”.
Los esfuerzos del gobierno para distribuir cereales gratuitos a las poblaciones vulnerables, en particular en las zonas afectadas por conflictos y con dificultades económicas, han sido en gran medida insuficientes.
Estas iniciativas se han visto socavadas por la corrupción generalizada y el desvío de recursos, lo que ha impedido que la ayuda llegue a quienes más la necesitan.
¿Un futuro sombrío?
Save the Children International ha revelado que un millón más de niños en Nigeria sufrirán desnutrición aguda en abril de este año, si no se toman medidas urgentes.
Unicef ha instado al gobierno a mejorar los programas de nutrición y reforzar la atención primaria de salud, destacando que otros 200 000 niños en el noroeste necesitarán alimentos terapéuticos en 2025.
Para Abdul, la joven madre en el campo de refugiados de Zamfara, la ayuda del gobierno no es negociable.
“Necesitamos urgentemente el apoyo del gobierno con alimentos. No soporto pensar en cuánto han sufrido de hambre estos niños», dijo.
Y detalló: «La mayoría de los días, comen solo una vez por la mañana y pasan sin comer hasta el día siguiente o, a veces, hasta bien entrada la noche. Nuestros niños lloran de hambre hasta que están demasiado exhaustos para continuar, y nos rompe el corazón porque no tenemos nada que darles”.
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