Opinión

¿Un «privilegio exorbitante» para todos?

Este es un artículo de opinión de Ndongo Samba Sylla, economista senegalés especializado en la economía del desarrollo, y de Jomo Kwame Sundaram, economista malasio que fue secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.

El dominio del dólar estadounidense se mantiene como un “privilegio exorbitante” en el sistema de pagos en el mundo, en especial en el Sur global. Imagen: DólarHoy

DAKAR / KUALA LUMPUR – Poner fin al dominio del dólar estadounidense por sí solo no acabará con el imperialismo monetario. Solo unos acuerdos multilaterales mucho mejores para liquidar los pagos internacionales pueden satisfacer las aspiraciones de desarrollo sostenible del Sur global.

De Gaulle contra el dólar estadounidense

Los desafíos a la hegemonía del dólar estadounidense no comenzaron con el grupo de los Brics, encabezado por Brasil, Rusia, China y Sudáfrica. Charles de Gaulle, quien gobernó Francia entre 1959 y 1969, ya disintió con ese dominio en los años 60.

Valéry Giscard d’Estaing, su ministro de Finanzas y Asuntos Económicos entre 1962 y 1966, acuñó la frase «privilegio exorbitante» para quejarse del dominio del dólar estadounidense.

Ndongo Samba Sylla

Con el estatus del dólar como moneda de reserva mundial, Estados Unidos puede comprar bienes, servicios y activos extranjeros a crédito. También permite a Estados Unidos gastar mucho más en bases militares y guerras en el extranjero.

El privilegio permite tal extravagancia con efectos adversos limitados en su balanza de pagos y en el tipo de cambio del dólar estadounidense. El economista francés Jacques Rueff señaló que Estados Unidos podría mantener así déficits externos «sin lágrimas».

De Gaulle exigió al Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos que convirtiera los excedentes de «eurodólares» de Francia en oro monetario. El desafío de Francia puso en evidencia el farol de Estados Unidos, obligándolo a poner fin en 1971 a la convertibilidad dólar-oro en el corazón del acuerdo de Bretton Woods de 1944.

Para obtener alguna ventaja económica en un sistema dominado por el dólar, la Francia de la posguerra impuso un acuerdo monetario a la mayoría de sus antiguas colonias africanas, lo que le otorgó un privilegio neocolonial similar al de Estados Unidos en todo el mundo.

Con la zona del franco CFA (de la comunidad financiera africana), Francia obtuvo dos ventajas. En primer lugar, no necesitaba tener dólares para comprar bienes y servicios de los territorios que dominaba. En segundo lugar, tenía un control discrecional total sobre las ganancias en dólares de la zona.

La sustitución del franco francés por el euro en 1999 no puso fin a este imperialismo monetario. En la actualidad, 14 países de África subsahariana con más de 200 millones de habitantes siguen utilizando el franco CFA.

Creado en 1945, este acuerdo monetario ayudó a reconstruir y utilizar sus colonias para acelerar la reconstrucción de la economía francesa tras la guerra. La moneda sigue bajo la tutela legal del Tesoro francés.

El hecho de que Francia se beneficie de sus relaciones monetarias con sus antiguas colonias implica que los rivales de Estados Unidos también pueden beneficiarse de la hegemonía monetaria si consiguen desplazar el dominio del dólar sin subvertir el imperialismo monetario.

Desdolarización

El término desdolarización se refiere actualmente al desarrollo de iniciativas de pago bilaterales y plurilaterales alternativas que reducen el papel del dólar y los acuerdos financieros basados en el dólar en la liquidación de obligaciones económicas internacionales y la gestión de transacciones de divisas.

Esto ha ido en aumento. En 2022, el comercio internacional en todo el mundo se estimó en 46 billones (millones de millones) de dólares, y más de la mitad se facturó en monedas distintas del dólar estadounidense. Cada vez más países comercian entre sí y liquidan en monedas distintas del dólar.

Jomo Kwame Sundaram
Jomo Kwame Sundaram

Aunque esta tendencia ha erosionado la participación del dólar en el total de reservas oficiales de divisas, esto no va a destronar al dólar como moneda de reserva mundial.

De hecho, el comercio internacional es solo la punta del iceberg de las transacciones financieras internacionales, que todavía se denominan principalmente en dólares estadounidenses.

El desafío actual a la hegemonía del dólar tiene mucho que ver con las sanciones financieras unilaterales de Estados Unidos y sus aliados, principalmente europeos, a varias naciones, entre ellas Rusia, Irán y Venezuela.

Estos países han sido expulsados del sistema de mensajería Swift (un código alfanumérico que identifica al banco receptor en las transferencias internacionales) y/o  han visto confiscados unilateralmente sus activos en el extranjero, especialmente las reservas en dólares, euros u oro, con diversos pretextos.

Ante tales sanciones, más países quieren desarrollar sistemas de pago alternativos, reducir sus reservas en dólares y euros y encontrar formas más seguras de almacenar sus excedentes externos.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Un reciente informe elaborado por el gobierno ruso para el Brics -compuesto actualmente por nueve miembros plenos y otros 13 asociados- criticó la instrumentalización de los acuerdos de pagos internacionales por parte de Occidente.

En el documento se pedía un sistema monetario y financiero internacional coherente con los principios de seguridad, independencia, inclusión y sostenibilidad.

Los países ricos en recursos con importantes superávits de divisas están comprensiblemente preocupados por esta amenaza. Pero el informe no abordó los problemas y necesidades de los países deficitarios que constituyen gran parte del Sur global.

Unión de compensación internacional

Un problema fundamental del sistema monetario y financiero internacional existente es que una moneda nacional, el dólar estadounidense, funciona como activo de reserva para el resto del mundo.

Esto obliga a la mayoría de las naciones, especialmente en el Sur global, a acumular dólares estadounidenses para cumplir con sus obligaciones externas. Al luchar por conseguir suficientes dólares estadounidenses, estos países son especialmente vulnerables a las crisis de deuda externa.

Sus problemas no se resolverán si el dominio del dólar estadounidense sigue siendo inigualable y su privilegio debe compartirse con otras monedas de reserva internacionales.

Un sistema monetario y financiero internacional justo que apoye el desarrollo sostenible debería eliminar la obligación de acumular reservas de divisas, por ejemplo, si cada país puede pagar las importaciones con su moneda, lo cual es técnicamente posible.

Con una Unión Internacional de Compensación, el ya fallecido economista Ernst Friedrich Schumacher condideró que «cada moneda nacional se convierte en una moneda mundial, por lo que la creación de una nueva moneda mundial se vuelve innecesaria».

Tales acuerdos abordarían las crisis financieras, de deuda y climáticas del Sur global. Sin embargo, no se han renovado los esfuerzos desde 1944 para renovar y asegurar el consenso multilateral necesario para tal transformación.

T: MF / ED: EG

 

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