NACIONES UNIDAS – Tal vez uno de los proyectos más ambiciosos y de más larga data de las Naciones Unidas -los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)- apunta, entre otras cosas, a ayudar a las naciones en desarrollo a erradicar la pobreza extrema para 2030. Pero ese escurridizo objetivo apenas ha registrado avances significativos.
Y ahora llega un nuevo informe de la organización humanitaria internacional Oxfam, titulado en inglés «Takers Not Makers (acumuladores y no creadores de riqueza)«, que concluye que solo en 2024, los multimillonarios acumularon dos billones (millones de millones) de dólares en riqueza, y se acuñaron casi cuatro nuevos multimillonarios cada semana.
El mismo informe, dado a conocer el lunes 20, ha sido titulado por Oxfam en español como «El saqueo continúa. Pobreza y desigualdad extrema, la herencia del colonialismo«.
Oxfam publicó su estudio cuando las élites empresariales y políticas iniciaron el lunes 20 su Foro Económico Mundial en la ciudad suiza de Davos, y el multimillonario Donald Trump fue investido ese mismo lunes como presidente de Estados Unidos, respaldado por el hombre más rico del mundo, Elon Musk.
«No solo se ha acelerado -tres veces- el ritmo de acumulación de riqueza de los milmillonarios, sino que también lo ha hecho su poder. El fracaso a la hora de frenar a esos multimillonarios está engendrando ahora a los que pronto serán billonarios. A este ritmo, no veremos un billonario en una década, sino al menos cinco», dice Oxfam.
Y algo peor, 60 % de la riqueza de estos multimillonarios viene «de herencias, poder monopólico o contactos de amiguismo», resalta Oxfam. Destaca que «la riqueza extrema de los multimillonarios es en gran medida inmerecida».
Mientras tanto, el número de personas que viven en la pobreza (unos 3500 millones) apenas ha variado desde 1990, según Oxfam.
Y la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) remarca que de persistir las pautas actuales, se calcula que 7 % de la población mundial -unos 575 millones de personas- podría seguir atrapada en la pobreza extrema en 2030, con una importante concentración en África subsahariana.
Nabil Ahmed, director de justicia económica y racial de Oxfam América, dijo a IPS que la consecución de los objetivos mundiales -y los esfuerzos para acabar con la pobreza- están siendo aplastados por los niveles extremos de desigualdad económica.
«Nuestro mundo, en el que el 1 % más rico posee más que el 95 % restante, en el que vamos camino de tener cinco billonarios en una década, no está en camino de acabar pronto con la pobreza, ni de hacer frente a la magnitud de la crisis climática», se lamentó.
El número de personas que viven hoy por debajo del umbral de pobreza de 6,85 dólares diarios se aproxima de hecho al que había en 1990, afirmó.
Mientras tanto, el Banco Mundial calcula que si se mantienen las actuales tasas de crecimiento y no disminuye la desigualdad, se tardará más de un siglo en acabar con la pobreza.
«No se puede seguir eludiendo lo que quedó claro al inicio de los ODS: los gobiernos, y todos nosotros, tenemos que hacer frente al poder y la riqueza inimaginable de los ultrarricos y las megacorporaciones para tener alguna posibilidad de éxito», afirma Ahamed.
Para el directivo de Oxfam, «necesitamos medidas que incluyan gravar a los ultrarricos, invertir en bienes públicos y no privatizarlos, acabar con los monopolios y reescribir las normas mundiales, desde la deuda soberana hasta las patentes».
Añadió que «como demuestra el propio Banco Mundial, si reducimos la desigualdad, se podría acabar con la pobreza tres veces más rápido».
En 2024, el número de multimillonarios ascendió a 2769, frente a los 2565 de 2023. Su riqueza combinada pasó de 13 a 15 billones de dólares en solo 12 meses. Según Oxfam, se trata del segundo mayor incremento anual de la riqueza de los multimillonarios desde que existen registros.
La riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo creció una media de casi 100 millones de dólares al día: aunque perdieran 99 % de su riqueza de la noche a la mañana, seguirían siendo multimillonarios.
El año pasado, Oxfam predijo la aparición del primer billonario dentro de una década. Sin embargo, dado que la riqueza de los multimillonarios se acelera a un ritmo más rápido, esta previsión se ha ampliado drásticamente: al ritmo actual, el mundo va camino de ver al menos cinco billonarios en ese plazo.
Esta creciente acumulación y concentración de riqueza se ve favorecida por una concentración monopolística de poder, en la que los multimillonarios ejercen una influencia cada vez mayor sobre las industrias y la opinión pública.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Ben Phillips, autor de «Cómo combatir la desigualdad», dijo a IPS que las promesas hechas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellas la de acabar con la pobreza extrema, pueden cumplirse.
Pero hacerlo depende de que los líderes tomen la decisión de desafiar la riqueza extrema. Tienen que gravar y regular a los más ricos, no solo para recaudar ingresos esenciales, sino también para remodelar la economía de modo que funcione para todos.
«El dinero está ahí, y las políticas son conocidas, para garantizar que nadie, quede retenido en la pobreza extrema», dijo Phillips.
Recordó que el análisis económico que encargó a expertos el Grupo de los 20 (G20) «muestra que los impuestos sobre la riqueza desbloquearían miles de millones de dólares para hacer frente a la pobreza».
También muestra, dijo, que gravar la riqueza de los superricos y frenar el poder de los oligarcas haría que la economía fuera más justa y segura.
Además, añadió Phillips, los estudios de opinión pública evidencian que acabar con el poder de los superricos, incluso gravándolos, sería muy popular entre los votantes de todo el espectro político.
«No hay ningún misterio sobre lo que hay que hacer frente a los males gemelos de la pobreza extrema y la riqueza extrema. Lo difícil es conseguir que los líderes lo hagan», sentenció.
Consideró que el reto es el siguiente: la extrema concentración de riqueza ha traído consigo una extrema concentración de poder, por lo que conseguir que los líderes políticos rompan con los superricos requiere una presión pública que desborde la presión de los oligarcas.
«Hay esperanza, pero esa esperanza tiene que ser activa. Una economía justa que supere la pobreza extrema y la riqueza extrema no se le dará a la gente, pero puede ganarse con el poder popular», afirmó Phillips.
Daniel D. Bradlow, profesor e investigador principal del Centro para el Avance de las Becas de la sudafricana Universidad de Pretoria, dijo a IPS que, según la Campaña Única, la deuda externa total de África en 2023 era de 685 500 millones de dólares, lo que equivale a alrededor de 25 % del producto interno bruto (PIB) total del continente.
Eso se tradujo en que el servicio de la deuda total en 2024 era de unos 102 000 millones de dólares para África.
Los países africanos gastan más en el servicio de la deuda que en sanidad y educación. Esto significa que los aproximadamente 2500 multimillonarios del mundo, podrían gastar menos de la mitad de sus dos billones de dólares de aumento de riqueza en 2024 para pagar el total de la deuda externa africana.
«Dada esta situación, es muy poco probable que África pueda cumplir los ODS sin que se corrija la enorme mala distribución de la riqueza, y del poder y la influencia que conlleva», pronosticó el profesor Bradlow.
El informe de Oxfam muestra cómo la riqueza inmerecida y el colonialismo -entendido no solo como una historia de brutal extracción de riqueza, sino también como una poderosa fuerza detrás de los niveles extremos de desigualdad actuales- se erigen como dos de los principales motores de la acumulación de riqueza de los multimillonarios.
Algunas de las conclusiones son:
*60 % de la riqueza de los multimillonarios procede ahora de la herencia, el poder de los monopolios o las conexiones entre amigos.
*La riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo creció una media de casi 100 millones de dólares al día en 2024: aunque perdieran 99 % de su riqueza de la noche a la mañana, seguirían siendo multimillonarios.
*En 2023, el 1% más rico de los países del Norte global, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, extrajo 30 millones de dólares por hora del Sur global a través del sistema financiero.
*Los países del Norte global controlan 69 % de la riqueza mundial, 77 % de la riqueza multimillonaria y son el hogar de 68 % de los multimillonarios, a pesar de que solo representan 21 % de la población mundial.
Oxfam pide a los gobiernos que actúen con rapidez para reducir la desigualdad y acabar con la riqueza extrema.
Reducir radicalmente la desigualdad
Los gobiernos deben comprometerse a garantizar que, tanto a nivel mundial como nacional, los ingresos dl 10% más rico no sean superiores a los de 40% más pobre. Según datos del Banco Mundial, reduciendo la desigualdad se podría acabar con la pobreza tres veces más rápido. Los gobiernos también deben abordar y acabar con el racismo, el sexismo y la división que sustentan la actual explotación económica.
Gravar a los más ricos para acabar con la riqueza extrema
La política fiscal mundial debe enmarcarse en una nueva convención fiscal de la ONU, que garantice que las personas y empresas más ricas paguen lo que les corresponde. Los paraísos fiscales deben ser abolidos. El análisis de Oxfam muestra que la mitad de los multimillonarios del mundo viven en países sin impuesto de sucesiones para sus descendientes directos. Hay que gravar las herencias para desmantelar la nueva aristocracia.
Acabar con el flujo de riqueza del Sur al Norte
Anular las deudas y acabar con el dominio de los países ricos y las empresas sobre los mercados financieros y las normas comerciales. Esto significa acabar con los monopolios, democratizar las normas sobre patentes y regular las empresas para garantizar que paguen salarios dignos y limitar la remuneración de los directivos.
Reestructurar los poderes de voto en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Mundial (FMI) y el Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar una representación justa de los países del Sur global.
Las antiguas potencias coloniales también deben afrontar los daños duraderos causados por su dominio colonial, ofrecer disculpas formales y proporcionar reparaciones a las comunidades afectadas.