Opinión

Aún hay esperanzas de un tratado contra el plástico, pero no será fácil

Este es un artículo de opinión de Simone Galimberti, especializado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la formulación de políticas centradas en los jóvenes y unas Naciones Unidas más fuertes y mejores.

El monumento titulado "Cierra el grifo de los plásticos", del activista y artista canadiense Benjamin von Wong, se exhibió en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, celebrada en Nairobi, la capital de Kenia, en 2022. Imagen: Cyril Villemain / Pnuma

KATMANDÚ – Las últimas semanas de 2024 fueron una decepción para quienes creen firmemente que el planeta Tierra necesita acciones audaces.

Primero fue la frustración derivada de lo que podría definirse, como mínimo, como resultados poco convincentes tanto de la 16 Conferencia de las Partes (COP16) sobre biodiversidad como de la COP29 sobre el clima.

Después, todas las esperanzas descansaban en una conclusión satisfactoria de la 5ª y última ronda de negociaciones celebrada en la ciudad surcoreana de Busan para reducir la contaminación por plásticos, en el Comité Intergubernamental de Negociación INC-5, entre el25 de noviembre y el 1 de diciembre.

En cambio, también en este caso, al final fue una decepción porque no se logró llegar a un consenso sobre algunos de los elementos clave de las negociaciones. Sin embargo, dejando de lado esta visión más sombría y oscura, ese está aprendiendo que los activistas en favor de un tratado fuerte no se rinden.

No están dispuestos a reconocer su derrota, y con razón. La lucha debe continuar.

Al menos en Busan, la brecha entre las partes implicadas en las discusiones pasó a primer plano, aportando claridad sobre sus propios resultados deseados, esta vez, mostrando cada uno sus cartas, sin titubeos. Por un lado, una coalición diversa de naciones más progresistas.

Dentro de ella, tanto miembros del Sur global como una parte del Norte global trabajaron muy duro para presionar por el mejor resultado posible, un tratado que también incluyera objetivos para reducir la producción de plástico, especialmente el tipo más nefasto del mismo.

El autor, Simone Galimberti

Por otro lado, los gobiernos que representaban a los fuertes establecimientos petroquímicos tenían la misión manifiesta de pisotear y bloquear cualquier intento de reducir la producción de plástico.

Sus mantras se centraban convenientemente en el reciclaje y la circularidad como el mejor remedio para reducir la contaminación por plástico.

Para tener una mejor evaluación del INC-5, me puse en contacto con la Plastic Pollution Coalition (Coalición contra la Contaminación del Plástico), una organización de la sociedad civil estadounidense que aboga por un tratado ambicioso.

El grupo también ha presionado a Washington para que adopte una postura más audaz en la lucha contra la contaminación por plásticos.

La conversación resultante con miembros de la Coalición, llevada a cabo por correo electrónico, fue también una oportunidad para identificar los próximos objetivos de las futuras negociaciones y los escenarios que podrían surgir en los próximos meses.

Los mensajes clave son que, a pesar de que los resultados finales de las negociaciones no fueron los que muchos esperaban, aquellos que quieren acciones audaces para reducir la contaminación por plásticos no deben desesperar.

En primer lugar, me interesaba evaluar el nivel de desilusión entre los activistas que abogan por un tratado fuerte y ambicioso.

«El plástico contamina durante toda su existencia, y un tratado fuerte y vinculante a nivel mundial es fundamental para un futuro saludable para la humanidad», dijo Dianna Cohen, cofundadora y directora ejecutiva de la Coalición contra la Contaminación por Plástico.

Y añadió: «Aunque estamos decepcionados con el resultado del INC-5 -poco o ningún avance en el texto del tratado- mantenemos la esperanza y nos sentimos muy inspirados por la creciente colaboración y los esfuerzos de una mayoría de países ambiciosos».

El compromiso de los miembros de la Coalición no ha disminuido, sino que está creciendo y con él también un sentimiento de optimismo.

«La lucha está lejos de terminar. Las conversaciones se reanudarán en 2025, y la Coalición contra la Contaminación por Plástico y sus aliados siguen pidiendo al gobierno de Estados Unidos que adopte una posición más firme en las negociaciones del tratado», dijo Jen Fela, vicepresidenta de Programas y Comunicaciones de la Coalición.

Pero reconoció que «el trabajo no será fácil. Aunque es necesario para proteger el planeta y la salud humana, es probable que la administración estadounidense entrante apoye aún menos un tratado mundial fuerte y jurídicamente vinculante».

Fela subrayó que «la buena noticia es que las conversaciones de Busan demostraron que cada vez más países están dispuestos a ser audaces y decirle al mundo que se sume a lo que la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, llamó una «oportunidad única en el planeta» para un tratado que ponga fin a la era de los plásticos de una vez por todas».

¿Y ahora qué? Equilibrando realismo y ambición, ¿a qué deberían aspirar los activistas en las próximas negociaciones?

“Seguiremos presionando para lograr un tratado que limite la producción de plástico y priorice la salud, centre a las comunidades de primera línea y de las zonas periféricas, reconozca los derechos de los pueblos indígenas y los titulares de derechos, restrinja los productos plásticos problemáticos y las sustancias químicas preocupantes y apoye los sistemas de reutilización no tóxicos”, dijo Cohen, la confundadora y directora ejecutiva de la Coalición.

Añadió que «estamos orgullosos de estar con nuestra increíble comunidad de aliados y continuar nuestro trabajo hacia un mundo más justo, equitativo y regenerativo, libre de la contaminación por plástico y sus impactos tóxicos».

De hecho, dijo, «los signos de esperanza no están fuera de lugar».

Para Cohen, «a pesar de que los Estados miembros no fueron capaces de llegar a un acuerdo en el INC-5, hubo una ambición prometedora y una creciente colaboración entre la mayoría de los países, y tenemos esperanzas para la ronda adicional de conversaciones en el INC-5.2 de este año».

«En última instancia, un retraso es mejor que conformarse con un acuerdo débil que no aborde de manera significativa el problema ahora, y el lado positivo es que, mientras tanto, podemos conseguir aún más apoyo para un tratado fuerte que reduzca la contaminación por plásticos», argumentó.

Además, es importante recordar que, a pesar de que no hubo acuerdo, está surgiendo un nuevo consenso.

«Pese a la presión de un puñado de petroEtatos, la mayoría de los países se están uniendo por un tratado fuerte, con más de 100 países apoyando la propuesta de Panamá para reducir la producción de plástico», dice la Coalición en un resumen sobre el INC-5.

Además, «otros 95 países están apoyando objetivos legalmente vinculantes para regular los productos químicos nocivos, y más de 120 naciones pidiendo un tratado con medidas de implementación robustas», añade.

En Busan se cimentó una nueva coalición con países como Panamá y Ruanda, que trabajan con naciones europeas y otras en la llamada Coalición de Gran Ambición para Acabar con la Contaminación por Plástico.

En mi caso, también quería entender mejor los elementos clave que pueden hacer que un futuro tratado sea al menos aceptable para quienes abogan por la reducción de los plásticos y cuáles son las «líneas rojas» para ellos.

«Los signos de un Tratado sobre los Plásticos débil incluyen medidas voluntarias para hacer frente a la contaminación por plásticos, la falta de compromiso con una reducción global significativa en la producción total de plásticos, la falta de identificación y cese de la producción de ‘sustancias químicas preocupantes’ conocidas por dañar a las comunidades de primera línea -un importante problema de justicia ambiental-«, explicó Erica Cirino, directora de Comunicación de la Coalición.

Se suman, añadió, «un enfoque en el reciclaje de plástico como solución, y la omisión de una gama completa y fuerte de acciones que aborden la contaminación por plásticos a lo largo de su interminable existencia tóxica -desde la extracción de sus ingredientes de combustibles fósiles a través de la producción de plásticos y sustancias químicas plásticas, el transporte, el uso y la eliminación».

«La clave es una reducción obligatoria y significativa de la producción de plásticos y productos químicos plásticos», destacó Cirino.

Detalló que «los signos de un tratado sólido incluyen límites obligatorios a la producción de plásticos y productos químicos plásticos, la identificación y mayor regulación de los productos químicos especialmente peligrosos que son motivo de preocupación, y la inclusión de una gama completa y fuerte de acciones que trabajen para acabar con la contaminación plástica a lo largo de su interminable existencia tóxica».

Ello empieza, añadió,»por la extracción de sus ingredientes de combustibles fósiles a través de la producción de plásticos y productos químicos plásticos, el transporte, el uso y la eliminación».

«Un compromiso vinculante que reduzca los productos plásticos especialmente «problemáticos» y las sustancias químicas preocupantes no sería aceptable sin un tope en la producción global. Todos los plásticos contaminan, y toda la producción de plásticos debe reducirse», explicó Cirino.

El punto planteado porla directiva de la Coalición es uno de los más polémicos.

«Los que suscitan especial preocupación deben ser especialmente eliminados y regulados, pero la adopción de medidas para mitigar sus daños sólo debería acelerarse, y no sustituir a la mitigación de los daños de todos los plásticos», precisó Cirino.

¿Seguiría siendo aceptable, en caso de que no se produjera ningún avance en la próxima ronda de negociaciones, que las naciones más progresistas, como los miembros de la Coalición de Gran Ambición para Acabar con la Contaminación por Plásticos, presentaran su propio acuerdo vinculante alternativo, aunque no fuera un tratado global en toda regla como el que estamos imaginando ahora?

¿Podría esta «extrema» y hasta ahora inimaginable «última» opción tener sentido incluso si los contaminadores de plástico siguieran con su «enfoque de siempre»?

«Ciertamente no es una solución ideal, ya que la contaminación por plásticos es un problema mundial perpetuado por un conjunto global de gobiernos; inversores; y actores, actividades e infraestructuras industriales», consideró Cirino.

Dicho esto, compartió, «sería potencialmente mejor que nada que las naciones más progresistas concibieran su propio acuerdo vinculante, siempre que se centrara en frenar la contaminación por plásticos».

«El principal problema es que muchos de los mayores productores de plástico del mundo (en concreto, Estados Unidos y China) están ausentes por ahora de las conversaciones de alto nivel», recordó.

Remarcó que «es crucial que los niveles de producción de plástico desciendan en todo el mundo. De nada serviría que algunos países redujeran su producción para que otros la aumentaran».

Mientras tanto, que algunos países vayan «por libre» conlleva riesgos y estos están clarísimos.

De hecho, hay preocupaciones palpables en lugares como Europa a este respecto.

Allí, los grupos de presión del plástico temen que un descenso de la producción de plástico en Europa signifique que otras naciones, como China, se aprovechen aumentando su producción.

Nos encontramos en una encrucijada. En este momento, no puedo imaginar cómo los petroestados van a cambiar sus posiciones clave en la negociación.

«Si se aprueba, es de esperar que un acuerdo entre naciones progresistas empuje a otras naciones a reducir también su producción de plástico o, tal vez, tal acuerdo no sirva de nada», concluyó Cirino.

Simone Galimberti es cofundador de las organizaciones nepalíes Engage y Good Leadership (El buen liderazgo). Sus artículos se especializan en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la formulación de políticas centradas en los jóvenes y unas Naciones Unidas más fuertes y mejores.

T: MF / ED: EG

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