Ataques armados con drones a la ayuda humanitaria amenazan su futuro

Los drones israelíes atacaron un convoy de ayuda humanitaria claramente identificado como World Central Kitchen en la Franja de Gaza y mataron a siete trabajadores humanitarios. Imagen: Agencia de Noticias Tasnim

BRATISLAVA – Las operaciones de ayuda humanitaria en algunos lugares pueden llegar a ser imposibles en el futuro, han advertido los expertos, ya que un nuevo informe muestra un aumento dramático en el uso de drones armados en zonas de conflicto.

El informe  «Amenazas en ciernes: Los desafíos de los drones armados en contextos humanitarios», publicado por Insecurity Insight este martes  14 de enero, muestra que los incidentes registrados que afectaron directamente a programas de ayuda y atención sanitaria en zonas de conflicto se multiplicaron casi por cuatro en el último año,

Añade que se duplicó la proporción de explosivos lanzados por drones entre todos los incidentes en los que este tipo de armas afectaron a la ayuda o la atención sanitaria.

También advierte que es considerablemente más barato transportar municiones explosivas con drones que con aeronaves pilotadas y que el uso de drones conlleva un riesgo mínimo para los operadores, unido a la creciente disponibilidad de componentes tanto en el mercado militar como en el comercial.

Así que, alerta, es probable que en los próximos años umente la frecuencia del uso de drones en conflictos y con ello el número de incidentes en los que se vean afectadas las operaciones de ayuda, tanto en escala como en número de países y territorios afectados.

«Podría llegar un momento en que las organizaciones de ayuda no puedan trabajar en algunas zonas de conflicto», debido a los riesgos asociados a los drones, dijo a IPS Christina Wille, directora de Insecurity Insight, que entre sus tareas brinda apoyo a las agencias de ayuda y a los proveedores de salud.

El informe de la organización internacional destaca cómo el uso de drones en zonas de conflicto se ha expandido exponencialmente en las últimas dos décadas, y especialmente en los últimos años.

Esto afecta cada vez más a la ayuda y la asistencia sanitaria en esas zonas, matando e hiriendo a trabajadores sanitarios y humanitarios y destruyendo infraestructuras de ayuda, como almacenes, campos de desplazados internos o refugiados, e instalaciones sanitarias y ambulancias.

La investigación de Insecurity muestra que el uso de drones por parte de actores armados ha sido un factor en la dinámica de los conflictos desde 2001, pero los primeros casos registrados de explosivos lanzados desde drones que afectaron a los servicios sanitarios no se produjeron hasta 2016.

Hasta 2022, el número de incidentes registrados que afectaron directamente a programas de ayuda y asistencia sanitaria se mantuvo por debajo de 10 al año.

En 2023, sin embargo, se registraron 84 incidentes de uso de drones que perjudicaron directamente a operaciones de ayuda o servicios sanitarios, y esta cifra aumentó a 308 incidentes en 2024.

Además, la distribución geográfica de los incidentes relacionados con drones que afectaron directamente a la ayuda o a los servicios sanitarios pasó de cinco países o territorios en 2022 a 12 en 2024.

La proporción de explosivos lanzados desde drones entre todos los incidentes en los que las armas explosivas afectaron a la ayuda o la atención sanitaria en zonas de conflicto aumentó de 6 % en 2023 a 12 % en 2024.

El informe también dice que durante este período, por primera vez, las armas explosivas fueron la forma de violencia más común registrada que afectó directamente a las operaciones de ayuda o salud.

La organización resume que entre 2016 y 2024, al menos 21 trabajadores humanitarios y 73 trabajadores de la salud, seis de los cuales trabajaban para oenegés de salud, fueron presumiblemente asesinados en ataques con drones.

Las operaciones de ayuda o los servicios de salud en zonas de conflicto se vieron directamente perjudicadas por armas explosivas lanzadas por drones en al menos 426 incidentes documentados.

La mayoría de los incidentes con explosivos lanzados desde aeronaves no tripuladas que afectaron a operaciones de ayuda o asistencia sanitaria en zonas de conflicto documentados por Insecurity Insight implicaron a fuerzas rusas e israelíes.

De hecho, indica, el impacto del uso de estos drones en las organizaciones de ayuda que operan en zonas de conflicto en Ucrania y la Franja de Gaza ha sido duro.

En Gaza, desde el comienzo de la ofensiva de las fuerzas israelíes contra Hamás tras el ataque de esa milicia a Israel el 7 de octubre de 2023, las organizaciones de ayuda de la región afirman que las operaciones sanitarias y humanitarias se han visto devastadas por los ataques israelíes, algunos de los cuales han implicado el uso de drones.

En Ucrania, la situación es similar.

La ucraniana organización no gubernamental Alliance for Public Health (APH)  efectua programas de ayuda y asistencia sanitaria en Ucrania, incluso en zonas de primera línea, desde la invasión rusa del país.

Su director ejecutivo adjunto, Pavlo Smyrnov, afirma que los riesgos que entrañan los drones para los trabajadores humanitarios son ahora tan grandes que algunas zonas han quedado vedadas para ellos.

«Debido a los drones, es difícil trabajar en algunos lugares e imposible en otros. En algunos lugares hay tantas aeronaves no tripuladas que no podemos trabajar, y en otras áreas todavía podemos trabajar, pero ese trabajo es mucho más limitado», dijo a IPS.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Para peor, el nuevo informe de Insicurity Insight señala que el uso de drones está aumentando en otros conflictos en todo el mundo.

En 2023, se informó por primera vez del uso de explosivos lanzados desde drones que afectaron operaciones de ayuda o sanitarias en Burkina Faso, Líbano y Sudán.

Un año después, se notificaron incidentes con explosivos lanzados desde drones que afectaron a la ayuda o la asistencia sanitaria en más países y territorios, entre ellos, por primera vez, Chechenia, Colombia, Malí, Níger y Rusia.

Los expertos afirman que esta proliferación del uso de aeronaves no tripuladas no solo es peligrosa en sí misma, ya que la proliferación de cualquier arma aumenta el riesgo, sino porque su naturaleza específica implica que su uso amenaza con crear conflictos más sangrientos en los que las leyes humanitarias y las normas de guerra previamente aceptadas se infringirán con mayor frecuencia.

«Lo que resulta especialmente preocupante es el modo en que estas armas modifican la forma en que se llevan a cabo los combates», afirmó Wille, la directora de Insecurity Insight.

Y añadió: «Cuando hay personas que se enfrentan directamente, ¿quién sabe qué llevará a la gente a tomar decisiones (sobre el uso de armas) en estas circunstancias?»

Pero, además, «estos drones se utilizan a distancia, a menudo por personas que se encuentran a gran distancia, en habitaciones. Es casi como jugar a un videojuego», resume «, dijo Wille.

«Lo que podemos esperar que hagan los operadores de drones puede ser muy distinto de lo que ocurre en una situación en la que alguien siente su propia vida amenazada porque se encuentra en una situación de combate con un adversario directo», anticipó.

En cierta medida, consideró, «el uso de drones ha hecho que las partes en conflicto ignoren con más frecuencia las normas prescritas y también porque utilizar drones para transportar explosivos es mucho más barato».

Wille reflexionó que «si tienes que gastarte medio millón de dólares para alcanzar un objetivo, te autocontienes por el coste, pero si cuesta mucho menos, es más fácil decir simplemente, vale, vamos a alcanzar un objetivo ahora porque nos apetece».

De hecho, aseguró, «las aeronaves no tripuladas han eliminado muchas de las barreras de su coste», que lleva a las partes en conflicto a emplear cierta moderación en sus ataques.

Los expertos también han vinculado este aumento de los ataques a la falta de una acción mundial significativa contra los mortíferos ataques militares contra la salud y las operaciones humanitarias en zonas de guerra, en particular los registrados en Ucrania y Gaza.

«En el pasado, muchas partes en conflicto podían sentirse limitadas en lo que podían hacer porque temían alguna reprimenda seria, incluso de Estados aliados, pero eso parece haber desaparecido ahora», dijo Wille.

Y añade, «otros regímenes ven que los Estados se salen con la suya (atacando a grupos humanitarios) y se animan a hacer lo mismo.

En opinión de la directora de Insecurity Indight, todo esto está dificultando mucho que las organizaciones humanitarias sepan dónde pueden operar con seguridad.

«No pueden confiar en que las partes en conflicto regulen sus acciones para garantizar que se mantienen dentro de las normas prescritas», afirmó.

Otro problema relacionado con los ataques con drones es que la población civil de las zonas en conflicto ha empezado a asociar todos los drones con operaciones nefastas o letales contra ellos.

«Uno de los principales problemas de la multiplicación de drones en contextos de conflicto y humanitarios es su efecto psicológico y amedrentador: mucha gente/civiles en esos contextos asocian los drones con posibles ataques o vigilancia. Cuantos más drones hay, más preocupada y paranoica se vuelve la gente», dijo a IPS Pierrick Devidal, asesor principal de políticas del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Detalló que «a la gente le resulta prácticamente imposible distinguir los drones utilizados con fines civiles/humanitarios de los utilizados con fines militares, por lo que esta falta de distinción agrava el problema y profundiza una atmósfera de miedo y ansiedad».

«Es probable que estas percepciones y cuestiones psicológicas creen problemas a las organizaciones humanitarias que quieran utilizar drones con fines humanitarios/operativos, ya que esos usos pueden ser percibidos (erróneamente) como relacionados con objetivos militares/de seguridad», estimó Devidal.

El informe Insight Insecurity contiene una lista de recomendaciones sobre las medidas que pueden tomar las organizaciones humanitarias para mitigar los riesgos que plantea el uso de drones armados.

Entre ellas se incluyen no solo medidas operativas prácticas para garantizar la seguridad si hay drones en una zona, sino también el uso de la diplomacia humanitaria y la desconflicción para evitar ser blanco de ataques.

Sin embargo, los expertos señalan que las partes en conflicto no parecen interesadas, o son incapaces, de respetar los acuerdos de desconflicción, y que los costes de aplicación de las medidas de seguridad son cada vez más prohibitivos.

«Por ejemplo, en algunos lugares no se puede operar en un vehículo sin un dispositivo de interferencia de drones en el coche, un requisito impuesto por la policía. Pero estos dispositivos son caros», explicó Smyrnov.

Para Wille, «muchos grupos tendrán dificultades para seguir operando en zonas donde se utilizan drones con frecuencia».

«Si los riesgos (de operar en una zona de conflicto) aumentan, también lo hacen los costes para las agencias de ayuda», dijo.

Devidal resaltó que los riesgos para la seguridad derivados del uso de aeronaves no tripuladas -por ejemplo, objetivos erróneos, drones que fallan y caen, entre otros- «representan un riesgo adicional para la seguridad, una fuente de riesgos que no existía antes en situaciones de conflicto y humanitarias a la que los civiles y las organizaciones humanitarias tendrán que ajustarse y adaptarse».

«Esto requerirá más recursos, tiempo y energía que no se dedicarán a la entrega de ayuda. En resumen, no son buenas noticias», sentenció.

T: MF / ED: EG

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