LONDRES – Muchas vidas estarán en peligro una vez que la organización de la Copa Mundial de Fútbol masculino 2034 fue adjudicada a Arabia Saudí por la Fifa (Federación Internacional de Fútbol Asociado), de acuerdo con una declaración de 21 organizaciones de derechos humanos.
Steve Cockburn, director de Derechos Laborales y Deporte en Amnistía Internacional (AI), afirmó que “la imprudente decisión de la Fifa de adjudicar la Copa Mundial de 2034 a Arabia Saudita sin garantizar que se aplican las medidas adecuadas de protección de los derechos humanos pondrá en peligro muchas vidas”.
El presidente de la Fifa, Gianni Infantino, anunció la adjudicación de ese torneo al reino árabe junto con la confirmación de que el próximo Mundial, en 2030, se jugará repartido en estadios de tres continentes, con sedes en España, Marruecos y Portugal y, del otro lado del Atlántico, en Argentina, Paraguay y Uruguay.
En la declaración de las 21 organizaciones figuran entidades de derechos humanos de la diáspora saudí, grupos de trabajadores migrantes de Nepal y Kenia, sindicatos internacionales, representantes de los aficionados y otras organizaciones humanitarias.
El texto afirma que “basándose en pruebas claras hasta la fecha, la Fifa sabe que los trabajadores serán explotados e incluso morirán si no se llevan a cabo reformas fundamentales en Arabia Saudí y, sin embargo, a pesar de ello, ha decidido seguir adelante”.
Por ello, la organización de la copa en suelo saudí “se arriesga a cargar con una gran responsabilidad por muchos de los abusos contra los derechos humanos que habrá”, indica la declaración.
Según Cockburn, “en cada etapa de este proceso de adjudicación la Fifa ha mostrado que su compromiso para con los derechos humanos es una farsa. Mientras tanto, su constante falta de indemnización a los trabajadores migrantes que fueron explotados en Qatar genera poca confianza en que se haya aprendido de las lecciones extraídas”.
Qatar fue la sede del Mundial de Fútbol masculino de 2022, al cabo de una acelerada construcción de estadios y otras obras de infraestructura, un proceso durante el cual proliferaron las denuncias de muertes, lesiones y sobreexplotación de trabajadores migrantes oriundos principalmente de países de África y Asia.
Los reclamos para que la Fifa destinase una parte de sus ganancias en Qatar a la indemnización de las víctimas y sus familias fueron sistemáticamente desoídas.
De acuerdo con AI, la Fifa “debe cambiar urgentemente de rumbo y garantizar que la Copa Mundial viene acompañada de amplias reformas en Arabia Saudí, o se arriesgará a una década de explotación, discriminación y represión vinculada a su torneo insignia”.
Las organizaciones humanitarias reprochan a Arabia Saudí su violación sistemática de derechos humanos, el encarcelamiento de activistas y el uso de la pena de muerte, la fuerte represión que sufren las mujeres, la persecución y criminalización del colectivo Lgbti+ y la falta de libertad de expresión.
Arabia Saudí niega las acusaciones de abusos contra los derechos humanos y sostiene que protege con sus leyes su propia seguridad nacional.
Lina Alhathloul, directora de Vigilancia e Incidencia de la organización de derechos humanos de la diáspora saudí “Alqst for Human Rights”, dijo que “es necesario emprender acciones urgentes y sostenidas para mitigar los graves riesgos de que se cometan violaciones de los derechos laborales y civiles asociadas al torneo”.
Bhim Shrestha, confundador de Shramik Sanjal, red nepalí de migrantes, aseguró que en territorio saudí “los trabajadores y trabajadoras migrantes soportamos una grave explotación, y nuestra vulnerabilidad a menudo se pasa por alto. La Fifa no debe mirar hacia otro lado”.
Las organizaciones de derechos humanos consideran que Arabia Saudí recibe el Mundial de Fútbol como parte de su política de “sportwashing”, para blanquear o cambiar su imagen represiva por una más amable apelando al deporte de élites, con el favor de los ingentes ingresos petroleros que cada año obtiene el reino.
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