BAKÚ – El dilema para las economías que son grandes emisoras de gases de efecto invernadero está entre pagar ahora para impulsar la acción climática en los países en desarrollo, o pagar más en el futuro por las consecuencias del cambio climático, planteó este jueves 14 el grupo de expertos sobre la financiación de esa lucha.
“Cuanto menos consiga el mundo ahora, más tendremos que invertir después. Cualquier déficit en la inversión antes de 2030 supondrá una presión añadida en los años siguientes, y creará un camino más empinado y potencialmente más costoso hacia la estabilidad climática”, afirmó el informe de los especialistas.
El financiamiento de la acción climática es un tema central en la 29 Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realiza desde el lunes 11 en esta capital de Azerbaiyán.
El informe recuerda que desde 2009 existía el compromiso de financiar la acción climática en el Sur con al menos 100 000 millones de dólares anuales –objetivo que recién se alcanzó hace dos años-, pero afirma que ahora se precisa una cantidad 10 veces superior, un billón (millón de millones) de dólares, para el año 2030.
En los países en desarrollo “la financiación externa de todas las fuentes, públicas y privadas internacionales junto con otras, deberá cubrir un billón de dólares por año de la necesidad total de inversión para 2030 y alrededor de 1,3 billones de dólares para 2035”, escribieron los autores del informe presentado en la cumbre de Bakú.
El Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre la Financiación de la Lucha contra el Cambio Climático, que preparó el informe, lo integran especialistas reunidos por la británica Escuela de Economía y Ciencia Política y el centro estadounidense de investigación Brookings Institution.
Los autores consideran que “la financiación privada transfronteriza puede satisfacer aproximadamente la mitad de estas necesidades, dada la naturaleza cambiante de las oportunidades de inversión”.
Enfatizan que “estos son los niveles de inversión necesarios para cumplir con los objetivos de París. Son deducciones analíticas en relación con nuestras estimaciones de lo que se necesita, no una ‘primera oferta’ en una negociación”.
El Acuerdo de París de 2015, logrado en la COP21, estableció compromisos de más de 190 Estados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de modo que la temperatura media del planeta no exceda, hacia 2050, de 1,5 grados centígrados sobre los niveles de la era preindustrial (1850-1900).
Asimismo, las cumbres climáticas deben avanzar en facilitar las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo, y nutrir un fondo que ayude a compensar pérdidas y daños en los países más vulnerables y menos responsables de la crisis climática.
El informe expone que “distintos tipos de inversión necesitan diferentes fuentes de financiamiento y, por lo tanto, la composición de las diferentes fuentes del billón de dólares por año en financiación externa para 2030 es de gran importancia, como también lo es el costo del capital”
“Por ejemplo, la financiación privada será la principal fuente de inversión en infraestructura para la generación de energía renovable”, se indicó.
Entre bastidores en Bakú, los negociadores trabajan en los borradores de un acuerdo, pero hasta ahora los primeros documentos publicados por ONU Cambio Climático, el organismo de las Naciones Unidas para el clima, solo reflejan la enorme variedad de puntos de vista diferentes en torno a la mesa.
Cualquier acuerdo será probablemente muy reñido, dada la reticencia de muchos Estados occidentales, obligados a contribuir más desde el Acuerdo de París, a menos que países como China acepten unirse.
La probable retirada de Estados Unidos de cualquier futuro acuerdo de financiación por parte del presidente entrante Donald Trump también ha eclipsado las conversaciones, y ha aumentado la presión sobre los delegados para que encuentren otras formas de garantizar los fondos necesarios.
Entre ellas están los bancos multilaterales de desarrollo, como el Banco Mundial o el Interamericano de Desarrollo, financiados por los países más ricos y que están en proceso de reforma para poder prestar más.
Diez de los más importantes ya han anunciado un plan para aumentar su financiación para el clima en un 60 %, hasta 120 000 millones de dólares anuales en 2030, con al menos 65.000 millones adicionales procedentes del sector privado.
Entretanto, la cumbre en Bakú encajó el golpe de efecto que significa el retiro de los negociadores de Argentina, ordenado por el presidente ultraliberal Javier Milei, quien ha dicho que “todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas y buscan recaudar fondos para financiar vagos socialistas”.
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