BAKÚ – Al cabo de otro año de calor récord y fenómenos meteorológicos extremos, este lunes 11 se instaló en esta capital de Azerbaiyán la 29 cumbre climática de las Naciones Unidas, centrada en encontrar compromisos para incrementar la financiación de la lucha contra el cambio climático en los países en desarrollo.
Pero ese objetivo “es crucial para el bienestar de todas las naciones, incluidas las más ricas y poderosas. Descartemos la idea de que la financiación climática es una forma de caridad. El cambio climático descontrolado está afectando a cada individuo del mundo de una manera u otra”, dijo el jefe climático de la ONU, Simon Stiell.
La 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que deliberará hasta el 22 de noviembre debería superar el compromiso adoptado en 2009, de llevar 100 000 millones de dólares anuales para la acción climática de los países del Norte a los del Sur.
Stiell destacó que el proceso de las COP “es el único lugar donde podemos abordar la crisis climática desenfrenada y exigirnos mutuamente responsabilidades para actuar. Y sabemos que este proceso está funcionando, porque sin él, la humanidad se encaminaría hacia un calentamiento global de cinco grados”.
En el Acuerdo de París de 2015 las naciones del mundo se comprometieron a trabajar para que el calentamiento global, que acelera el cambio climático y sus devastadores efectos, no exceda de dos grados centígrados este siglo, ni más de 1,5 grados antes del año 2050, con respecto a los niveles de la era preindustrial.
Stiell, oriundo de la pequeña isla caribeña de Carriacou, Grenada, azotada por el huracán Beryl este año, dijo que cada país pagaría un precio terrible si al menos dos tercios de los países del mundo no pueden reducir rápidamente sus emisiones.
Además, “toda la economía mundial podría colapsar si los países no logran fortalecer sus cadenas de suministro ante el aumento de los costos vinculado a los shocks climáticos”, como la caída del nivel del agua en el Canal de Panamá, que impactó los volúmenes de transporte marítimo.
“Estoy tan frustrado como cualquiera porque una sola COP no puede generar la transformación total que cada nación necesita, pero es aquí donde las partes deben acordar una salida a este embrollo. Es por eso que aquí en Bakú debemos acordar un nuevo objetivo global de financiación climática”, insistió.
En paralelo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó su Actualización del Estado del Clima 2024, y emitió una alerta roja sobre la rápida progresión del cambio climático en una sola generación, impulsada por el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
La OMM dijo que los años 2015-2024 quedan como los más calurosos de la historia, con pérdida acelerada del hielo glacial, aumento del nivel del mar y calentamiento de los océanos, mientras los fenómenos meteorológicos extremos provocan importantes perturbaciones en las comunidades y las economías de todo el mundo.
De enero a septiembre de 2024, la temperatura media mundial del aire en la superficie fue 1,54 grados centígrados (± 0,13 °C superior a la media preindustrial), agravada por el calentamiento de El Niño, fenómeno de vientos cálidos sobre el océano Pacífico que altera ciclos de lluvias y sequías, indicó la OMM:
En su mensaje a la COP29, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que “la catástrofe climática está golpeando la salud, profundizando las desigualdades, obstaculizando el desarrollo sostenible y sacudiendo los cimientos de la paz. Y los más vulnerables son los más afectados”.
Se espera que en la COP29, de más de 190 naciones y la Unión Europea, los representantes de todos los Estados establezcan un nuevo “objetivo cuantificado colectivo de financiación climática (Ncqg en inglés) en reemplazo del obsoleto de 100 000 millones de dólares que expira este año.
Las partes también deberían activar el Fondo de Pérdidas y Daños acordado en la COP28 –en Emiratos Árabes Unidos-, clave para compensar a países en desarrollo víctimas de un cambio climático disparado por los industrializados.
También se espera que todos los países presenten nuevos objetivos climáticos, sus compromisos determinados a nivel nacional (NDC en inglés) para febrero de 2025, alineados con el nivel de reducción de emisiones necesario.
Los negociadores buscan completar las directrices necesarias para poner en pleno funcionamiento el Artículo 6 del Acuerdo de París, que permite intercambiar créditos de carbono producidos al eliminar o reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, ayudando así a otros países a alcanzar sus objetivos climáticos.
Contra ese propósito opera la certeza de que la cumbre de este año será mucho más reducida que la COP28 en 2023 en Dubái, y aunque más de 100 jefes de Estado y de Gobierno habían confirmado su asistencia, varios líderes mundiales y funcionarios de alto nivel ya dijeron que no viajarán a Bakú.
Se descarta que asistan los presidentes de Rusia, Vladimir Putin; de Estados Unidos, Joe Biden; de Francia, Emmanuel Macron; de China, Xi Jinping; de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien será anfitrión de la COP30 el año próximo en Belem.
Tampoco asistirán la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el canciller alemán Olaf Scholz, ni los primeros ministros Keir Starmer del Reino Unido, Narendra Modi de la India, Justin Trudeau de Canadá, y Anthony Albanese de Australia.
Como protesta por “la falta de apoyo rápido a las víctimas del cambio climático”, como son las más pequeñas naciones insulares, el primer ministro de Papúa Nueva Guinea, James Marape, anunció que tampoco asistirá a Bakú, al considerar que se trata de “una total pérdida de tiempo”.
El año pasado, a la COP28 en Dubái acudieron casi 84 000 personas. Esta vez, los organizadores de la cita en Bakú indicaron que la asistencia se limitará a no más de 40 000.
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