SÍDNEY – La región de las islas del Pacífico es a la vez la primera línea de batalla de la ira que el cambio climático está azotando al ambiente y a la vida humana, y la fuerza impulsora de la innovación y las soluciones para frenar la destrucción y fortalecer los entornos insulares para el futuro. La supervivencia de la vida, incluso de las naciones, en el Pacífico depende de ello.
“El mundo tiene mucho que aprender de ustedes… La contaminación plástica está asfixiando la vida marina. Los gases de efecto invernadero están provocando el calentamiento y la acidificación de los océanos y el aumento del nivel del mar», dijo el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, durante su visita a Tonga en agosto.
«Pero las islas del Pacífico están mostrando el camino para proteger nuestro clima, nuestro planeta y nuestro océano”, añadió.
Y eso es precisamente lo que hace el Proyecto Protégé (proteger en francés) de la Comunidad del Pacífico.
Lanzado hace seis años con financiación del Fondo Europeo de Desarrollo (FED), el proyecto se esfuerza por promover un desarrollo resiliente al clima mediante la protección y una mejor gestión de la biodiversidad y los recursos naturales renovables, como el agua dulce, en los tres territorios franceses de ultramar de Nueva Caledonia, Polinesia Francesa y Wallis y Futuna, así como en el territorio británico de ultramar de Pitcairn, en el Pacífico.
Para lograrlo, ha reunido a gobiernos provinciales y locales, empresas de consultoría, organizaciones no gubernamentales y comunidades locales, y está dirigido y coordinado por expertos en ciencia y desarrollo de la organización de desarrollo regional Comunidad del Pacífico (SPC), que trabaja para 22 países y territorios insulares del Pacífico.
El proyecto honra la naturaleza interconectada de los ecosistemas insulares a través de cuatro áreas prioritarias: agricultura y silvicultura, pesca costera y acuicultura, especies invasoras y agua. Por ejemplo, “en un enfoque de gestión integrada de cuencas hidrográficas, lo que ocurre en las montañas termina en los ríos y, finalmente, en el mar”, explicó a IPS la directora del proyecto Protégé de SPC en Noumea, Nueva Caledonia, Peggy Roudaut.
“El tema del agua es central”, continuó. “Al trabajar en la sostenibilidad de los recursos hídricos y apoyar las políticas hídricas de los territorios, al mismo tiempo que promovemos acciones para hacer más sostenible la acuicultura y la agricultura, contribuimos a que los países y territorios de ultramar sean más resilientes a los efectos del cambio climático”.
Si bien las Islas del Pacífico están rodeadas por una vasta extensión de 161,76 millones de kilómetros cuadrados de océano, sus fuentes de agua dulce son frágiles. La mayoría de los isleños que viven en áreas rurales tienen que elegir entre depósitos de agua subterránea limitados, arroyos o recolección de agua de lluvia.
De los isleños del Pacífico, 92 % de los que viven en centros urbanos tienen acceso a agua potable, cifra que se reduce a 44 % en las áreas rurales, informa SPC.
Mejorar la seguridad hídrica es una prioridad en los objetivos nacionales de desarrollo de los países insulares del Pacífico, pero el progreso real se ve socavado por el crecimiento demográfico, que aumenta rápidamente la demanda, y el empeoramiento de los efectos del cambio climático.
El aumento de las temperaturas del aire y del mar, el aumento de las olas de calor y las precipitaciones poco fiables, junto con el aumento del nivel del mar que impulsa la erosión costera, están pasando factura a la región, según informa el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
En el Pacífico occidental, se prevé que las temperaturas aumenten entre 2 y 4,5 grados centígrados para 2100, mientras que la mayoría de los estados insulares del Pacífico serán testigos de un aumento del nivel del mar entre un 10 y un 30 % superior a la media mundial, que se prevé que será de 38 centímetros para fines de siglo, según las Naciones Unidas.
Y luego está la contaminación. “Para muchas comunidades rurales y remotas e incluso urbanas, las fuentes de agua que antes eran seguras para beber o usar para la agricultura se han vuelto inseguras debido a los contaminantes, incluida la eliminación inadecuada de desechos y la escorrentía agrícola”, dijo a IPS el profesor de Ciencias Dan Orcherton, de la Universidad de Fiji.
El académico enfatizó que “la seguridad del agua dulce en las islas del Pacífico es bastante precaria, lo que refleja una compleja interacción de factores naturales y humanos”.
La SPC trabaja para proteger, gestionar y apoyar a los países para que vigilen las reservas de agua dulce en toda la región del Pacífico. Protégé, centrado específicamente en los territorios del Pacífico, ha respaldado esta labor regenerando los bosques y la vegetación en sus alrededores y desarrollando planes de gestión a largo plazo resistentes al clima.
La calidad del agua potable también se está mejorando mediante el estudio minucioso de factores perjudiciales, como la construcción y el desarrollo, y la descontaminación de ríos y pozos contaminados por desechos y vertederos.
Los bosques sanos son los pulmones de los ecosistemas naturales florecientes y la biodiversidad que, a su vez, regulan el clima local, protegen las cuencas hidrográficas naturales y previenen la erosión del suelo.
Los bosques cubren 43,7 % de los cinco archipiélagos de la Polinesia Francesa, que se ve azotada regularmente por ciclones, sequías y el aumento del nivel del mar.
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Mientras tanto, en Wallis y Futuna, un pequeño grupo de islas volcánicas en el Pacífico central con escasez de agua dulce, la deforestación debido a la tala de bosques y la erosión del suelo son problemas graves.
Más cerca de la costa este de Australia, 45,9 % de las islas de Nueva Caledonia están cubiertas de bosques. Allí, los recursos hídricos se ven afectados por la minería de níquel, los incendios forestales y la erosión del suelo.
Los científicos estiman que, a pesar de los impactos previstos del cambio climático, entre 87 y 96 % de las especies de árboles nativos de Nueva Caledonia podrían disminuir para el año 2070.
Roudaut habló de tres proyectos en Nueva Caledonia que, en conjunto, impulsaron la reforestación de 27 hectáreas, la replantación de vegetación alrededor de las cuencas de abastecimiento de agua potable y la instalación de 3460 metros de vallas alrededor de las fuentes de agua para evitar daños, ya sea por incendios o por la fauna silvestre, como ciervos y jabalíes.
Las comunidades locales fueron vitales para su éxito, con 190 isleños, muchos de los cuales eran mujeres y jóvenes, involucrados en hacer realidad los proyectos sobre el terreno.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WW) es socio en uno de los proyectos que se está implementando en el distrito de Dumbea, al norte de la capital, Noumea. El proyecto se centra en la Montagne des Sources, aguas arriba de la presa de Dumbea, que proporciona agua a 110 000 personas, o 40 % de la población de Nueva Caledonia.
Solène Verda, responsable del Programa Forestal del WWF en el territorio, dijo a IPS que la incidencia de los incendios forestales, así como las inundaciones y las sequías, que también afectan la seguridad hídrica, sólo se intensificarán con el cambio climático.
“Cada año, en Nueva Caledonia, los incendios destruyen unas 20.000 hectáreas de vegetación, lo que es un desastre para la superficie de las islas; en diez años, ya se quemó 10 % de la isla principal”, explicó. “Las predicciones no son alentadoras para los bosques de Nueva Caledonia y, por lo tanto, para los recursos de agua dulce”, añadió.
La iniciativa Protégé aborda uno de los mayores obstáculos para combatir los daños climáticos, que es la limitada capacidad técnica y de gestión.
Debido a “la lejanía de estas islas y a las pequeñas poblaciones… combinada con la emigración de profesionales cualificados fuera de la región, existe una capacidad mínima en los países de la región para responder a las amenazas de vulnerabilidad cotidianas, por no hablar de los frecuentes desastres naturales que se experimentan”, informa el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
“Gracias a Protégé de SPC, tuvimos la oportunidad de probar diferentes técnicas de restauración forestal en nuestras cuencas degradadas… y nos ha dado una idea más clara de los métodos que mejor se adaptan a nuestro contexto”, afirmó Verda.
Se trata de una cuestión clave que la Unión Europea (UE) ha comprendido bien y que ha apoyado la iniciativa con 36 millones de euros, además de los 128000 euros aportados por los tres territorios franceses.
Protégé forma parte de nuestro “compromiso con la sostenibilidad ambiental, la resiliencia climática y la autonomía económica sostenible para estos pequeños territorios insulares, a menudo vulnerables, en línea con el Pacto Verde”, dijo a IPS el subdirector de la Oficina de laUE en el Pacífico, Georges Dehoux, en Numea.
El Pacto Verde es la ambición de la UE de lograr emisiones netas cero y un crecimiento económico equitativo sin recursos para convertirse en el primer continente climáticamente neutro del mundo en 2050.
Todos los países y territorios insulares del Pacífico “se enfrentan a los mismos desafíos ambientales y económicos, y una respuesta combinada y coordinada a nivel regional garantizará una mayor resiliencia a estos desafíos”, agregó Dehoux.
Quienes trabajan con el proyecto tienen un sentido de urgencia sobre lo que pretenden lograr, ya que, como advierte el Fondo Monetario Internacional, “aún podemos revertir parte del daño que hemos infligido a nuestro preciado planeta. Pero el tiempo se acaba. Si no tomamos medidas decisivas en los próximos 10 a 20 años, el daño habrá superado puntos de inflexión irreversibles”.
T: MLM / ED: EG