NACIONES UNIDAS – Dos semanas antes del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás atacó Israel, el primer ministro Benjamin Netanyahu se paró en la tribuna en la sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas agarrando un mapa tosco de lo que él llamó el «nuevo Medio Oriente», en que se borraba ostensiblemente la tierra de Palestina.
Un año después, la guerra de represalia de Israel en Gaza se ha acelerado, incluyendo la destrucción de las tierras agrícolas de Palestina, colocando la visión de Netanyahu de un Medio Oriente sin Palestina más cerca de la realidad.
Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), «al 1 de septiembre de 2024, 67,6 % de las tierras de cultivo de Gaza han sido dañadas», y gran parte de su infraestructura agrícola, incluidos «invernaderos, pozos agrícolas y paneles solares», ha sido extinguida.
«Ya no hay sector agrícola», afirmó Hani al Ramlawi, director de operaciones de la Asociación para el Desarrollo Agrícola Palestino (PARC). Ramlawi es originario de la ciudad de Gaza, pero se trasladó a Egipto seis meses después del inicio del conflicto.
Ramwali dijo a IPS que en el último año no han llegado suministros agrícolas a la Franja. La continua escasez de agua y electricidad ha encarecido el combustible, utilizado para alimentar generadores y paneles solares, y ha disparado el coste de los productos en los mercados locales.
En el norte de Gaza, Ramlawi dijo que un kilo de papas cuesta 80 dólares, un kilo de tomates alrededor de 90 dólares y un kilo de ajo cuesta 200 dólares, en unos precios que fluctúan al alza diariamente. Menos de 10 % de los agricultores tienen acceso a sus tierras, y el suelo está «enfermo» debido a las continuas actividades militares.
Todos los pobladores que sobreviven en Gaza sufren «inseguridad alimentaria», afirmó Ramlawi. Además, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que, tras un año de guerra, la tasa de desempleo de Gaza se ha disparado hasta 80 %.
Un nuevo informe de Clasificación Integrada de la Fase de Seguridad Alimentaria (CIF) ha revelado que entre septiembre y octubre de 2024, 1,84 millones de personas, es decir, 90% de la población de toda la Franja de Gaza, experimentan niveles de crítica inseguridad alimentaria.
«El riesgo de hambruna persiste en toda la Franja de Gaza», añade el informe. «Dado el reciente aumento de las hostilidades, crece la preocupación de que se materialice este escenario del peor caso», añade.
La hambruna en Gaza, en el contexto de un conflicto, no es única en la actualidad.
Un grupo de expertos de la ONU publicó el 17 de octubre una declaración en la que advertía de que «97 % de los desplazados internos de Sudán» se enfrentan a niveles graves de hambre debido a las ‘tácticas de inanición’ aplicadas por las partes beligerantes».
Pero lo que es diferente en Gaza, según Michael Fakhri, relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, es la «velocidad» y la «intensidad» con que la hambruna se ha extendido por la Franja.
«Este es el caso más rápido de hambruna que hemos visto en la historia moderna», dijo Fakhri. «¿Cómo ha podido Israel matar de hambre a 2,3 millones de personas tan rápida y completamente? Es casi como si hubieran apretado un botón o accionado un interruptor», expresó con asombro.
Lo que está ocurriendo en Gaza, según Fakhri, no es del todo una crisis humanitaria provocada por un conflicto armado prolongado, sino más bien un subproducto de décadas de acaparamiento ilegal de tierras, desplazamientos forzosos, políticas económicas punitivas y destrucción física de las tierras de cultivo palestinas.
Ello se produce mediante excavadoras o zonas militares de amortiguación cada vez más amplias, por parte del gobierno israelí. Prácticas que comenzaron a finales del siglo XIX, cuando la primera oleada de judíos europeos emigró a Palestina, mucho antes de que se estableciera el Estado de Israel en 1948.
«Hay una línea constante» que es anterior a los horrores del 7 de octubre, dijo Fakhri. «Lo que ocurre hoy no es nuevo», añadió, ni se limita a la Franja de Gaza.
En relación con esto, en respuesta al último informe de Fakhri en el que examinaba la alimentación y el hambre en Palestina, el embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, envió el 17 de octubre una carta de queja al secretario general, António Guterres, en la que le pedía que se retractara del «vergonzoso» y antisemita informe de Fakhri.
Mientras tanto, en Cisjordania, según Ubai al Aboudi, director ejecutivo del Centro Bisan de Investigación y Desarrollo -un grupo de reflexión palestino con sede en Ramala-, la destrucción de tierras de cultivo y la persecución de agricultores, principalmente por parte de colonos israelíes, es «sistemática».
«Ahora es temporada de aceitunas», dijo Al Aboudi a IPS. «Y tenemos esta tradición; casi todas las familias palestinas en Cisjordania tienen sus olivos a los que van en la temporada de recolección de aceitunas», añadió.
Pero con el aumento de los ataques de los colonos, los aldeanos ahora se coordinan, y cosechan colectivamente para proteger sus tierras, a sus agricultores y a los demás, explicó Al Abouidi.
Según estimaciones de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha), hasta el 7 de octubre de 2024, más de 40 000 palestinos de Gaza habían muerto, cerca de 100 000 habían resultado heridos y 1,9 millones habían sido desplazados. Sin embargo, un informe anterior de la prestigiosa revista médica The Lancet, sugirió que el número de muertos en Gaza es probablemente mucho mayor.
Aunque no se dispone de un recuento oficial del número de agricultores muertos en la Franja, los miembros de la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC), una oenegé palestina de Gaza, calculan que desde el 7 de octubre han muerto no menos de 500 agricultores de los aproximadamente 30 000 que hay.
«Los agricultores y sus familias están sufriendo lo mismo que toda la población», dijo Mahmoud Alsaqqa en una entrevista telefónica con IPS. Alsaqqa es el responsable de seguridad alimentaria y medios de subsistencia de Oxfam y actualmente está establecido en Deir Al Balah, un campo de refugiados de Gaza.
Pero, para los agricultores que quedan, acceder a sus tierras, la mayoría de las cuales están situadas en el extremo oriental de la Franja, junto a la frontera israelí, significa arriesgarse a morir o a sufrir heridas que les alteren la vida.
«Se convierten en un blanco fácil para los militares», afirma Alsaqqa. Y cuando matan a un agricultor, mueren con él los conocimientos y la experiencia agrícola acumulados durante décadas.
«Existe una gran preocupación por el desafío de reconstruir la base de conocimientos en Gaza», dijo UAWC a IPS. «Muchas universidades han sido destruidas, y esto crea un gran temor respecto al restablecimiento de la experiencia académica y agrícola en la región», añadió el comité de trabajadores agrícolas en Gaza.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Aun así, a pesar de las hostilidades en curso y la fuerte disminución de la disponibilidad de ayuda humanitaria, desde el 7 de octubre de 2023, Alsaqqa, de Oxfam, dijo que más palestinos dependen de la horticultura urbana o doméstica para alimentar a sus familias y a otros necesitados.
Antes de la guerra, el huerto casero de Bisan Okasha en el campo de Jabalia, en el norte de Gaza, rebosaba de olivos, palmeras y bananos, cítricos, uvas y plantones de menta y albahaca.
Sin embargo, después del 7 de octubre del año pasado, cuando su casa y su huerto quedaron destruidos y la amenaza de hambruna se cernía sobre ellos, el padre de Okasha, se mostró decidido a reconstruirlo, limpió el terreno de escombros y plantó 70 plantones de berenjena en un montículo de tierra que cubría los escombros de su casa.
«El esfuerzo fue exitoso», dijo Okasha en una serie de diaógo escrito con IPS.
La experiencia la dejó inspirada, y poco después, Okasha, a pesar de haber sido desplazada tres veces, creó Semillas de Resiliencia, una iniciativa colaborativa e impulsada por la comunidad diseñada para revivir y establecer huertos domésticos en el norte, proporcionando y plantando plantones y semillas de forma gratuita.
Hasta ahora, Okasha y su equipo -todos voluntarios- han plantado berenjenas, coliflores, chiles y pimientos en múltiples huertos familiares.
«El esfuerzo personal de mi padre por cambiar la realidad en la que vivíamos es lo que me hizo creer que puedo cambiar toda mi comunidad y dar un paso real y práctico para preparar a la gente del norte de Gaza para cualquier crisis futura que pueda amenazar sus vidas», afirmó Okasha.
Consideró que «las guerras y las catástrofes en este mundo no tienen piedad con las almas».
Según el informe de la FAO, de las cinco provincias de Gaza, Gaza Norte, donde se encuentra el campamento de Jabalia, tiene la mayor proporción de tierras de cultivo dañadas, con 78 %.
El de Khan Younis tiene la mayor cantidad de infraestructuras agrícolas dañadas -refugios para animales, establos, casas agrícolas y granjas de ganado-, mientras que la gobernación de Gaza tiene el mayor número de pozos dañados, lo que reduce el acceso al agua.
En relación con esto, la OCHA calcula que más de 70 000 viviendas han quedado destruidas en toda Gaza.
La misión israelí ante la ONU, con sede en Nueva York, declinó hacer comentarios a IPS sobre el informe de la FAO, y las Fuerzas de Defensa de Israel no respondieron a una solicitud similar.
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