Greenpeace aboga por prohibir los aviones privados

Activistas ambientales rodearon en noviembre de 2022 a los aviones privados en el aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam, para protestar por su empleo como causante de derroche y contaminación. La organización Greenpeace plantea que ese tipo de aeronaves debe prohibirse en el mundo. Imagen: Marten van Dijl / Greenpeace

ÁMSTERDAM – Los aviones privados, preferidos de los superricos y de las celebridades, son el medio de transporte más contaminante del mundo y deberían ser prohibidos, planteó en su más reciente reporte el movimiento ambientalista Greenpeace.

Los vuelos en aviones privados “a pesar de representar una mera fracción del total de vuelos, contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero” responsables del calentamiento global, apuntó Mehdi Leman, editor de contenidos en Greenpeace Internacional.

“Un vuelo en avión privado causa aproximadamente 10 veces más emisiones de dióxido de carbono (CO2) por vuelo y persona que un vuelo regular”, puntualizó.

La flota mundial de aviones privados se ha más que duplicado en dos décadas, al pasar de 9895 aparatos en el año 2000 a 23 133 a mediados de 2022, de acuerdo con un informe del británico Instituto de Estudios Políticos. Estados Unidos posee dos de cada tres de esos jets.

Cada año ese parque aéreo privado se incrementa con unas 600 nuevas unidades, y varios fabricantes dan cuenta de pedidos y entregas récord.

La pandemia covid-19 alentó esa bonanza, según el estudio, pues las operaciones de jets privados aumentaron hasta la cifra sin precedentes de 5,3 millones en todo el mundo en 2022.

El auge de la propiedad fraccionada, un modelo en el que varias personas o entidades compran una fracción del avión, y una cantidad correspondiente de tiempo de vuelo, así como los programas de tarjetas jet (acceso prepago a servicios de aviones privados) también llevaron a un aumento en el uso de aeronaves privadas.

Greenpeace dice que investigaciones utilizando rastreadores revelan el alcance del uso de aviones privados por parte de celebridades y superricos, con frecuencia y frivolidad, para vuelos que duran menos de una hora.

Menciona un estudio de la no gubernamental Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente según el cual los aviones privados emiten 10 veces más carbono que los vuelos comerciales y son 50 veces más contaminantes que los trenes.

El uno por ciento de la población mundial es responsable de más de la mitad de las emisiones de CO2 derivadas de los viajes aéreos de pasajeros “y se puede apostar a que las personas que tienen el lujo de viajar en jet privado representan una proporción significativa de ese porcentaje”, según Leman.

Greenpeace plantea que “en un mundo que se enfrenta a los graves efectos del cambio climático (el aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos y la pérdida de biodiversidad), esas emisiones de lujo son indefendibles”.

La organización las considera “epítome de la desigualdad del carbono”, porque los más ricos contribuyen desproporcionadamente a las emisiones de CO2 mientras la mayoría de la población carga con las consecuencias de la crisis climática.

Por añadidura, muchos propietarios de aviones privados escapan a los impuestos de aviación, y es insuficiente su contribución para infraestructuras de transporte como los aeropuertos, especialmente de ciudades pequeñas.

Leman subraya que los aviones privados “son un despilfarro, intrínsecamente ineficientes y no son sostenibles”, pues por lo general transportan una pequeña cantidad de pasajeros y consumen grandes cantidades de combustible.

Greenpeace insiste en que si bien para enfrentar la crisis climática se necesitan muchos menos vuelos de cualquier tipo, los viajes que aún sean necesarios deberían realizarse en aerolíneas comerciales, que son mucho más eficientes que los jets privados en términos de uso de combustible y capacidad de pasajeros.

Afirma que la justicia climática exige que los responsables de la toma de decisiones “regulen y restrinjan las emisiones más indecentes, superfluas y no esenciales”.

“Prohibir los aviones privados es una cuestión de justicia y sería una poderosa demostración de compromiso con la lucha contra la crisis climática. Enviaría un mensaje contundente de que las emisiones de gases de efecto invernadero ya no son aceptables”, dijo Leman.

A-E/HM

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