NACIONES UNIDAS – Durante nueve meses, más de dos millones de personas en la Franja de Gaza se han visto desplazadas a la fuerza como consecuencia del conflicto armado entre Israel y el grupo islamista Hamás. Los continuos ataques y desplazamientos han puesto a prueba a las organizaciones humanitarias sobre el terreno para atender incluso las necesidades sanitarias básicas.
Las Naciones Unidas y otras organizaciones humanitarias han subrayado que el sistema sanitario de Gaza se ha colapsado o ha sufrido una presión excesiva como consecuencia de los combates. De los 36 hospitales de la zona, 13 permanecen abiertos, funcionando parcialmente.
Entre ellos se encuentra el Hospital Nasser, que ahora es el último que presta servicios sanitarios integrales. Se ha visto desbordado de pacientes tras las órdenes de evacuación emitidas el 1 de julio por las autoridades israelíes para el este y el sur de Jan Yunis.
Los pacientes y el personal médico que trabajaban en el Hospital Europeo de Gaza, situado en Jan Yunis, evacuaron antes de tiempo.
Aunque un oficial de las fuerzas de defensa israelíes declaró que los pacientes y el personal médico estaban exentos de la orden de evacuación, esto no se transmitió a los grupos humanitarios sobre el terreno.
Andrea de Domenico, jefe en los territorios palestinos ocupados de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha), dijo a periodistas en una rueda de prensa virtual, el 3 de julio, que su oficina no había sido informada.
Acotó que era probable que quienes evacuaron actuaran basándose en experiencias pasadas en las que los hospitales fueron objetivo específico de incursiones o bombardeos militares por parte de Israel, por lo que tomaron medidas preventivas para evacuar antes de que el ejército invasor avanzara sobre Jan Yunis.
Las órdenes de evacuación tienen consecuencias devastadoras para la frágil infraestructura sanitaria, ya que interrumpen la funcionalidad de las instalaciones sanitarias situadas dentro de las zonas de evacuación y junto a ellas, como explicó a IPS un portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Impiden el acceso tanto de los profesionales sanitarios como de los pacientes, y comprometen la eficacia y la seguridad de las operaciones humanitarias. Además, esto no hace más que aumentar la carga de otros hospitales que ahora se encargan de recibir a los pacientes de las zonas evacuadas.
El Hospital Nasser, uno de los que quedan en funcionamiento para proporcionar una atención integral, ha estado funcionando por encima de su capacidad con suministros limitados, en medio de la destrucción de la zona circundante, que el personal de la OMS sobre el terreno ha calificado de «indescriptible».
La zona que rodea al hospital está cargada de pesadas capas de escombros, edificios destruidos y ningún tramo de carretera intacto. Su sala de pediatría ha acogido a más de 120 pacientes desde el 5 de julio, a pesar de su capacidad de 5 o 6 camas.
También está funcionando con suministros médicos cada vez más escasos y tiene la responsabilidad de esterilizar los equipos de los hospitales de campaña de los alrededores, según Médicos Sin Fronteras (MSF).
A pesar de la necesidad crítica de suministros, los camiones y convoyes de MSF que los transportan no han podido entrar en Gaza desde abril. El mismo 3 de julio se denegó la entrada a los camiones debido a los continuos combates en el sur.
«En general, se trata de un problema global, desde la escasez de camas y suministros hasta la falta de cirujanos. Con otro hospital cerrado, las vidas de los pacientes corren aún más peligro», declaró Javid Abdelmoneim, jefe del equipo médico que trabaja en el Hospital Nasser.
La restricción de la entrada en Gaza de ayuda vital sigue afectando a las operaciones de las organizaciones humanitarias sobre el terreno, incluida las de la propia ONU. Según dijo el portavoz de la OMS, sus camiones no pudieron pasar la primera semana de julio, ya que sigue cerrado el cruce de Karem Shalom, entre Egipto y el sur de Gaza.
El combustible se ha identificado como crítico para la funcionalidad de las instalaciones sanitarias y las operaciones de ayuda, y sin embargo la escasez es cada vez más galopante.
El portavoz de la OMS declaró que los hospitales se han visto obligados a trabajar con suministros limitados de combustible, electricidad y sistemas solares, lo que no ha hecho sino dificultar el correcto funcionamiento de los grupos.
Los cortes de electricidad en las unidades de terapia intensiva para los recién nacidos y de diálisis renal ponen en riesgo crítico a sus pacientes. La falta de combustible también afecta a los sectores de agua y saneamiento, que necesitan al menos 70 000 litros de combustible al día y, sin embargo, en las últimas semanas sólo han recibido menos del diez por ciento de lo necesario.
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Durante la primera semana de julio solo llegaron a la Franja 500 000 litros de combustible, y en el mes de junio llegaron dos millones de litros, lo que, según las organizaciones humanitarias, es una fracción del combustible necesario para mantener las operaciones humanitarias, médicas y de agua, saneamiento e higiene: al menos 400 000 litros diarios.
La acumulación de basura y aguas residuales y la falta de agua limpia, entre otros factores, han provocado la propagación de enfermedades transmitidas por el agua e infecciones de las vías respiratorias superiores. Según la OMS, desde mediados de octubre de 2023 se han registrado casos de diarrea, piojos y sarna, erupciones cutáneas, impétigo y varicela.
«Mientras que un cuerpo sano puede luchar más fácilmente contra las enfermedades, un cuerpo agotado y debilitado luchará y se volverá más susceptible», dijo el portavoz de la OMS con que habló IPS.
Mientras tanto, la inseguridad alimentaria aguda ha asolado Gaza. Desde el comienzo de la guerra, la inseguridad alimentaria ha sido una de las principales preocupaciones de los actores humanitarios en la región y en todo el mundo.
El informe especial sobre inseguridad alimentaria aguda de la Clasificación Integrada de Fases (CIF) preveía que 96 de la población de Gaza, o 2,15 millones de personas, experimentaría niveles extremos de inseguridad alimentaria entre el 16 de junio y el 30 de septiembre, lo que incluye a más de 495 000 personas que se enfrentan a una inseguridad alimentaria catastrófica.
Más de la mitad de los hogares informaron de que, a menudo, no tenían comida en casa, y más de 20 % pasan días y noches enteros sin comer. La violencia y los repetidos desplazamientos han puesto a prueba la capacidad de las personas para hacer frente a la situación o para acceder a la ayuda humanitaria.
Esto se agrava aún más cuando los trabajadores humanitarios también se ven obligados a reubicarse por su propia seguridad y a trasladar sus operaciones.
Domenico, de la Ocha, afirmó que los constantes desplazamientos también provocan el abandono de los almacenes que contienen combustible y suministros.
En el caso de las agencias de la ONU, como la propia Ocha, y sus socios, las operaciones humanitarias pueden considerarse un parámetro de actividad que está -o debería estar- protegido de la actividad militar. Es probable que su presencia indique a la población que puede ser seguro estar allí o que se atenderán sus necesidades básicas.
Hasta ahora, 34 personas han muerto por desnutrición y deshidratación, según el Ministerio de Sanidad gazatí. De esas muertes, la OMS señala que 28 de ellas son niños.
Un grupo de expertos independientes ha advertido de que la hambruna se ha extendido por toda la Franja de Gaza, señalando casos recientes de niños que han muerto a causa del hambre y la desnutrición, uno de ellos de tan sólo seis meses de edad.
«Con la muerte de estos niños por inanición a pesar del tratamiento médico en el centro de Gaza, no hay duda de que la hambruna se ha extendido desde el norte de Gaza al centro y sur de Gaza», afirmaron los expertos en una declaración compartida.
El informe especial del CIF señala que solo el cese del conflicto armado y una intervención humanitaria sostenida e ininterrumpida podrían reducir el riesgo de hambruna.
Las organizaciones humanitarias han luchado por mantener sus operaciones mientras han persistido las hostilidades en la Franja de Gaza, poniendo en peligro y desplazando a más de un millón de civiles en múltiples ocasiones, junto con los trabajadores humanitarios que han arriesgado sus vidas para seguir proporcionando la poca ayuda vital que puede cruzar la frontera.
La violencia militar ha continuado a pesar de la condena internacional y las reiteradas peticiones de alto el fuego.
Organizaciones como la OMS y Médicos Sin Fronteras se han coordinado con socios y agencias el terreno, en concreto con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Medio Oriente (Unrwa), para proporcionar atención primaria, apoyar campañas de vacunación y desplegar equipos médicos de emergencia.
Sin embargo, como señala la OMS, estos esfuerzos solo pueden servir de apoyo al sistema sanitario; no pueden sustituirlo.
T: MF / ED: EG