La respuesta mundial a la policrisis debe acelerarse

Recicladores queman desechos en un vertedero de Manila. La degradación de la naturaleza, junto con el aumento de las desigualdades y los conflictos, el desarrollo de la inteligencia artificial, el cambio climático y la desconfianza en las instituciones, configuran una crisis múltiple que debe abordarse de manera urgente, plantea el Pnuma. Imagen: Adam Kohn / BM

NAIROBI – La degradación de la naturaleza por la actividad humana, el desarrollo de la inteligencia artificial, el aumento de las desigualdades y la baja confianza en las instituciones dan lugar a una crisis múltiple o policrisis a la que se debe responder con celeridad, advirtió un nuevo informe del Pnuma.

Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) alertó que “la rapidez del cambio, la incertidumbre y los avances tecnológicos, en un contexto de turbulencias geopolíticas, significan que cualquier país puede desviarse del rumbo más fácilmente y con más frecuencia”.

Por ello la publicación, titulada“Navegando nuevos horizontes: un informe prospectivo mundial sobre la salud planetaria y el bienestar humano”, subraya la urgencia de responder de forma más adecuada y oportuna a la serie de nuevos desafíos.

El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación y el desperdicio “están alterando la salud humana y la del planeta”, se afirma en el informe hecho junto al Consejo Científico Internacional (ISC en inglés), una organización no gubernamental que reúne a 250 asociaciones científicas del mundo.

El informe prevé que la demanda de elementos raros, minerales y metales para impulsar la transición a cero emisiones netas (de gases de efecto invernadero que calientan el planeta) se cuadruplicará para 2040.

Eso aumentaría la minería en aguas profundas e incluso la minería espacial, planteando amenazas a la naturaleza y la biodiversidad, además de que podría incrementar la contaminación y el desperdicio, y provocar más conflictos.

Destacó que a medida que se derrite el permafrost (suelo permanentemente congelado en las regiones más frías) en un planeta que se calienta, podrían liberarse organismos antiguos que pueden ser patógenos, con consecuencias ambientales, animales y humanas, como ha ocurrido con el brote de ántrax en Siberia.

En cuanto a la inteligencia artificial y la transformación digital, el informe indica que si bien pueden aportar beneficios, afectan el medio ambiente debido a una mayor demanda de minerales críticos, elementos raros y recursos hídricos.

Asimismo, el texto recuerda que el uso de la inteligencia artificial en sistemas de armas, aplicaciones militares y en el desarrollo de la biología sintética, precisa una revisión cuidadosa desde un enfoque ambiental.

Sobre los conflictos armados y la violencia, se subraya que esos males degradan y contaminan los ecosistemas, perjudicando así a las poblaciones más vulnerables.

Además, argumenta que el desplazamiento forzado de personas, estimulado por los conflictos armados y en constante aumento, tiene grandes repercusiones en la salud humana y el medio ambiente.

Una de cada 69 personas, 1,5 % de la población del planeta, ha debido desplazarse forzosamente.

“La gente de hoy vive con las decisiones imprudentes de generaciones pasadas. Por ejemplo, los combustibles fósiles han traído el cambio climático, los plásticos de un solo uso han contaminado la naturaleza y los productos que contienen sustancias nocivas han impactado la salud de millones de personas”, expuso el informe.

Andersen dijo que si se monitorean con rigor las señales de cambio, “lo que incluye mirar más allá del espacio ambiental tradicional, se puede evitar repetir errores del pasado y centrarse en soluciones que puedan resistir futuras perturbaciones”.

Frente al panorama de policrisis, el informe recomienda adoptar “un nuevo contrato social” que contemple más indicadores de desarrollo que económicos e incluya a todos los sectores, mencionando en particular a los pueblos indígenas y los jóvenes.

Añade que los gobiernos y las sociedades pueden introducir objetivos a corto plazo para una mejor gobernanza, para reconfigurar los sistemas financieros, y para redirigir los flujos de capital de manera que se reduzcan las desigualdades, se acabe con la pobreza extrema y se proteja al planeta.

A-E/HM

 

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